Está mimoso, desobediente, arrepentido, rebelde... y yo le doy, y le doy, y le doy.... con la esperanza de que cambie el rumbo, hasta que inevitablemente busca el sitio y el momento en el que ya no puedo más.
Ayer, me iba al dentista, y lo tuve que dejar llorando como un poseso con mi hermana. No sirvió de nada adelantárselo, explicarle, abrazarlo y así media hora. De nada.
Para cenar, por primera vez en su vida, me dijo que no quería cenar. Habia dorada con un pisto de verduras. Decía que no le gustaba el pescado ni las verduras..... ¿Desde cuándo? Y se burlaba de mí. Hasta que le dije que eso no se lo consentía. Si no quería cenar, pues nada.
Después de lloros varios (porque quería una natilla que no le iba a dar si al menos no probaba la cena), la probó en mis brazos, y se comió más de medio plato. Luego, las natillas, media manzana y un yogur. Eso sí, me pidió que no hiciera más veces esa cena...
Para dormir, después de contar el cuento, lo mismo de siempre: agua, pelo, ruidos, juego.... y cuando ya le he llamado la atención 1000 veces y ve que me enfado: "Tú no, quiero que venga mi papá".
En el despertar habitual: idem. Me lleva al límite, y cuando ya estoy enfadada.... llama a su papá.
Se ha despertado mimoso (yo ya no estaba en casa) y quería estar con mamá.... se ha quedado llorando en el cole....
Yo le doy toda la atención posible, pasamos el mayor tiempo juntos, intento dedicarle mucho tiempo a hablar, a jugar, pero él tiene que poner de su parte, y parece que cada día intenta que todo sea un pelín más difícil.... Y yo sufro porque él sufre.
Y nosotros saltamos la ola, a sabiendas de que mañana será más alta....
ALBA Lactancia Materna
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HUGO (21/01/2005)
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EMMA (25/08/2009)