- Vie, 04 Abr 2008, 18:06
#250205
Aquí llego yo....la mamá del niño adolescente
y para darle más emoción a la cosa...madre de un niño que ha sido (por desgracia) muuuuuuuy castigado (no por nosotros, sino por su madre biológica y su padrastro) y ¿de qué nos ha servido?, pues para que aprenda lo que es el miedo y para que sepa comparar dos estilos de crianza totalmente contrapuestos y aprenda a observar el uno y el otro.
Nosotros en casa con Raúl sí hemos aplicado castigos (a su modo de ver, claro). Por ejemplo, ante un suspenso de una asignatura q ha de recuperar, esa semana tiene restringido el tiempo de ordenador, es decir, según él, lo hemos castigado sin ordenador. Otro ejemplo: tiene como tarea impuesta por mí leer un libro semanal aparte de las tareas del cole, si no lo lee, la semana siguiente tendrá que hacerlo...
Llamémosle como queramos. Para él son castigos, para otros son consecuencias...me da igual. Sólo sé que a pesar de ser adolescente, Raúl es un niño muy responsable, muy maduro para su edad y para nada difícil en el trato, pero aparte de todo esto, con la edad que tiene, si no funcionas así, casi no se funciona.
En la adolescencia no quieren levantarse (hay que ir al instituto sin más remedio), no quieren cepillarse los dientes (saldrán caries), no quieren peinarse (esto casi me da igual), quieren ver todos los programas basura en vez de estudiar, no quieren ducharse...¿sigo? y mi hijo con 13 años sabe tooooooodas las consecuencias, pero a pesar de todo, hay que repetírselas una y otra vez, hay que achucharle en cada acto de cada día.
No se me ocurre castigarlo en una habitación, ni sin salir a la calle a jugar, ni sin su rato de ocio delante del PC, esas cosas en casa no las hacemos, pero sí imponemos unas normas que si se infrigen, tienen consecuencias. Parece lo mismo, pero no lo es, y más a los ojos del niño.
Con Ainhoa es diferente, ella es pequeña aún (bajo nuestro punto de vista) para predecir las consecuencias de según qué actos por lo que la silla de pensar y ese tipo de cosas, ni nos las planteamos.
Sí hacemos, por ejemplo, que dejamos de jugar con ella si nos muerde, o le decimos que esas cosas les duelen a los demás, pero por ahora no echa mucha cuenta
supongo que es cuestión de edad, de carácter, de maduración...pero lo que sí tengo claro es que no quiero que mi hija crezca en el clima de miedo y desconfianza que creció Raúl durante algunos años.
Una y no más, Sto. Tomás
QUÉ SUERTE HAY QUE TENER AL NACER.- (SKA-P)