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por Juanma
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Aletha Solter
1.1 ¿Qué hacer cuando un bebé llora?
1.2 Los niños malos



1.1 ¿Qué hacer cuando un bebé llora?
El llanto de los bebés es una fuente de preocupación para muchos padres. Cuando un bebé llora y no sabemos porqué, nos ponemos nerviosos y se despiertan en nosotros sensaciones de ansiedad, desamparo, frustración e incompetencia que pueden ser seguidas de enfados, cólera y hostilidad.
Cuando un niño llora casi nunca faltan los consejos, pero la mayoría de las personas no sólo no comprenden las verdaderas razones del llanto, sino que muchas de las sugerencias que nos dan son perjudiciales para el desarrollo emocional del bebé. Por ello es importante comprender las causas del llanto.

1.1.1 Hay dos razones por las que los bebés lloran
• Para comunicar una necesidad o un malestar. Los niños pueden llorar cuando tienen hambre, sienten frío o calor, desean ser cogidos en brazos, o necesitan ser estimulados. A veces es difícil determinar sus necesidades. El papel de los padres es intentar satisfacer las necesidades de los niños tan pronto y con tanto acierto como sea posible, aunque a veces no es fácil descubrir lo que necesitan. En todo caso, los niños nunca pueden ser "estropeados" o "malcriados" de esta forma. Es imposible darles demasiado amor, atención, o contacto físico.

• La segunda razón del llanto durante la infancia es mucho menos comprendida. Una vez descartado cualquier problema médico, muchos bebés continúan llorando, incluso después de que todas sus necesidades primarias han sido atendidas y son cogidos en brazos. Esta clase de llanto, que puede ser muy intenso durante el segundo mes de edad del bebé, ha sido llamada "cólico de lactante" y puede durar varias horas al día. Las explicaciones tradicionales sobre este llanto se han centrado en posibles problemas físicos, tales como dolores o indigestiones. Sin embargo, las investigaciones sobre la mayoría de los bebés que sufren "cólico de lactante" no muestran nada irregular en su digestión, y están generalmente en buen estado de salud. Es por lo tanto necesario considerar los posibles orígenes emocionales del llanto.

Los bebés son extremadamente vulnerables y se estresan con facilidad. Cuando sufren una experiencia traumática importante o acumulan demasiadas experiencias estresantes, los bebés sufren una cantidad considerable de dolor emocional. Estas experiencias pueden tener relación con el shock sufrido durante el nacimiento o con otros traumas y dificultades antes y después del parto. Los bebés experimentan también confusión en el proceso de intentar comprender y asimilar el mundo que les rodea, se asustan fácilmente y se estimulan en exceso. Muchas veces, se sienten frustrados al intentar aprender nuevas habilidades o al desarrollar su capacidad de comunicación. Todo esto tiene como resultado dolor emocional que se almacena en el organismo del bebé.

Afortunadamente, los bebés vienen equipados neurológicamente y biológicamente para liberar su cuerpo de los efectos de la tensión, a través del mecanismo curativo del llanto y las rabietas. Las investigaciones han demostrado que gentes de todas las edades se benefician de un "buen llanto", y que las lágrimas ayudan a restaurar el equilibrio químico del cuerpo afectado por el estrés. Un bebé que ha sido aislado en una incubadora durante varias horas nada más nacer, sin apenas contacto humano, puede necesitar llorar, gritar y patalear por muchas horas durante meses para lanzar fuera de su organismo el dolor emocional causado por una experiencia tan confusa y aterradora. Un bebé de tres meses puede necesitar un llanto prolongado después de una reunión familiar en la que ha sido manejado por mucha gente desconocida. Un bebé de seis meses que ha estado intentando gatear, pero no lo consigue, puede necesitar, al final del día, expresar su frustración llorando y gritando antes de calmarse y dormirse plácidamente. El llanto en todos estos casos es la expresión que cura la herida, y no debe confundirse con el daño sufrido con anterioridad.

1.1.2 ¿Qué deberíamos hacer los padres?
En primer lugar, una vez descartados los problemas médicos, hay que comprobar si hay necesidades o malestares inmediatos, como hambre, frío, etc. Pero si el bebé sigue estando molesto o "quisquilloso" después de que hayamos satisfecho sus necesidades primarias, deberíamos sostenerle en brazos cariñosamente y permitir que continúe llorando. El bebé necesita proximidad y atención cuando está llorando, y nunca deberíamos dejarle solo. Aunque nos sintamos impotentes e inútiles sosteniéndole mientras llora, estamos, en realidad, proveyéndole del apoyo emocional que necesita mientras expulsa hacia fuera la tensión acumulada. El bebé no nos está rechazando cuando llora. Más bien se siente lo suficientemente seguro como para mostrarnos sus sentimientos. El igual sucede, en algunas ocasiones, cuando una persona adulta que está pasando por una mala racha comienza a llorar cuando es abrazada por un amigo de confianza, quien reconoce sus dificultades. Los padres que sostienen a sus bebés y les permiten expresarse de esta manera, notarán generalmente que sus bebés estarán relajados y contentos después de estas expresiones catárticas, y duermen mejor por la noche.

¿Por qué nos es tan difícil sostener a un bebé en brazos y permitir un llanto, a veces desgarrador? Probablemente porque hay pocos adultos que hayan sido permitidos llorar cuando eran pequeños tanto como lo necesitaron. Es muy probable que nuestros padres hayan intentado constantemente parar nuestro llanto cuando éramos bebés. Quizás nos daban el chupete, o dulces, o nos meneaban cada vez que llorábamos, pensando que eso era lo que necesitábamos. Quizás nos distraían con juguetes, música, o juegos, cuando todo lo que necesitábamos era su completa atención y amor para poder continuar con nuestro llanto. Es posible que nos hayan dejado llorando solos en nuestra habitación hasta que nos callamos, o incluso nos hayan dado algún fármaco para calmarnos. Quizás hasta nos hayan gritado o incluso golpeado, al sentirse frustrados y desesperados. Según fuimos creciendo, experimentamos aún más distracciones o castigos de nuestros padres y profesores porque se sentían muy molestos con nuestros intentos por desahogar nuestros sentimientos llorando y gritando.

Nuestros padres no tienen que ser culpados, ya que probablemente carecían de un mínimo de información sobre la importancia del llanto. Sin embargo, debido al condicionamiento sufrido en nuestra niñez, podemos tener una gran dificultad para reconocer esa necesidad en nuestros propios hijos, y podemos sentirnos impulsados a parar su llanto de manera similar. Lleva tiempo deshacer toda una vida de condicionamientos. Quizás nosotros mismos necesitemos llorar antes de poder comprender la importancia del llanto. El consejo en este sentido es claro: "es bueno llorar"; y si encontramos a alguien que nos escuche, mejor todavía. Con el tiempo, nos sentiremos mucho mejor y el llanto de nuestro bebé nos parecerá más aceptable y fácil de soportar. En cualquier caso, si nos encontramos frustrados y agotados porque nuestro bebé llora o grita demasiado, no deberíamos de dudar en solicitar toda la ayuda y apoyo que podamos obtener.

Nota: Esta información no debe ser utilizada como substituto de un dictamen o tratamiento médico. Si se sospecha la existencia de algún problema médico, los padres deberían consultar con un profesional de la salud.



1.2 Los niños malos
La noción de que los seres humanos nacemos con una naturaleza malvada aún está presente en la actitud de la civilización occidental hacia los niñ@s. Esto se traduce en que, al menos inconscientemente, asumimos que los niñ@s nacen con impulsos y tendencias inaceptables que no desaparecerán, a menos que los enseñemos a controlarse, negando y reprimiendo su instinto y su naturaleza impulsiva. Quienes proponen esta teoría consideran que la labor de los padres es "domesticar" y civilizar la naturaleza bárbara de sus hij@s".

Esta teoría asume que los niñ@s, de una forma natural, golpearían y morderían a otras personas, y se negarían, por ejemplo, a utilizar el baño. Quienes defienden esta postura afirman que los niñ@s no sabrían compartir, ni cooperarían o ayudarían a otras personas, y hasta dan por hecho además que mentirían, robarían y destruirían propiedades y bienes, a menos que se les enseñe disciplina y valores morales, y se les impongan las normas de la sociedad.

Los padres son empujados a castigar a los niñ@s que se comportan mal, y hacerles sentirse malos y culpables. La culpabilidad se considera como la gran fuerza motivadora detrás de cualquier comportamiento social aceptable. Los niñ@s aprenden así a desistir de sus modos "repugnantes e incivilizados" porque aman a sus padres, desean complacerles, y desean ser amados por ellos.

Estas creencias han hecho más daño que cualquier otra creencia ingeniada por la humanidad, y es una de las razones principales por las que el mundo está ensombrecido con tanta confusión. Ha proporcionado la justificación para la violencia, la coerción, la retirada del amor, el aislamiento, las amenazas, y la humillación, todo bajo el amplio paraguas de una supuesta "disciplina", necesaria para la convivencia humana.

Poblaciones enteras de estados e imperios han obedecido ciegamente a las figuras autoritarias del momento, produciendo generaciones de adultos llenos de sensaciones de culpabilidad, miedo, y vergüenza, incapaces de sentir y pensar con claridad cómo actuar.

Todo ello, ha causado que las verdaderas necesidades de los niñ@s no hayan sido satisfechas, propiciando la formación de adultos que pasan la vida intentando desesperadamente, pero sin éxito, llenar sus necesidades tempranas, buscando a alguien que pueda amarlos, aceptarlos, y entenderlos.

Si pudiéramos librarnos de esta noción profundamente atrincherada, si pudiéramos tratar a un bebé desde el comienzo con una actitud abierta y acogedora, seríamos capaces de percibir con nitidez la extensa bondad del ser humano. Veríamos una tendencia innata para el crecimiento físico, mental, y emocional, un esfuerzo por entender el mundo, una asombrosa capacidad para dar y recibir amor, cooperar con otros seres humanos, aprender nuevas habilidades, y adquirir conocimientos enriquecedores. Seríamos testigos de la capacidad del ser humano para alcanzar los niveles más altos de su potencial.

Si supiéramos satisfacer todas las necesidades del bebé con amor, comprensión, estímulos, proximidad y alimento, y lo tratáramos con el máximo respecto y confianza, veríamos crecer al ser humano, no como un monstruo destructivo y egoísta, sino como un adulto considerado, inteligente, cooperativo y cariñoso.

Cuando los adultos tienen tendencias hacia la destrucción o la violencia, deberíamos de asumir que sufrieron abusos o fueron maltratados de niñ@s. La gente no actúa de malas maneras o se comporta estúpidamente, a menos que haya sufrido comportamientos dañinos de otros, o no hayan sido atendidas sus necesidades cuando niñ@s.

Los estudios de criminales han revelado repetidamente el maltrato severo y temprano de estos individuos que crecieron en un entorno que carecía de una mínima comprensión hacia sus sentimientos y necesidades.
Última edición por Juanma el Mar, 26 Feb 2008, 13:21, editado 7 veces en total

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por neferu
#238151 En mi caso, mi hija tuvo muchos cólicos durante los dos primeros meses. Era horroroso, lloraba todo el día y sobretodo por la noche. Había dias que tomaba teta a las 9 de la noche se ponía a llorar, tomaba sobre las 12 seguía llorando y se callaba y se dormía despues de la toma de las 3 de la mañana!!
Siempre la tenía en brazos y reconozco que intentaba calmarla como fuera, me parecía que estaba sufriendo y quería consolarla. A veces funcionaba algún masaje, hablarle bajito y calmado, un baño, etc. y la mayoría de las veces no funcionaba nada.
Muchos días acabábamos las dos llorando...

Ahora pienso que si hubiera aceptado más tranquilamente que necesitaba llorar no me hubiera puesto tan nerviosa, que a su vez seguro que le afectaba para llorar más y entrar en un círculo vicioso que se me hacía interminable.

Gracias Juanma, me parece muy buen artículo. Me ha hecho pensar mucho.
Saludos,

Pilar (8/11/05) y Alejandra (10/2/10)

http://blog.maternidad-continuum.com/
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por Juanma
#238216 El artículo es un poco especulativo, atribuye poder curativo de las emociones al llanto sin causas identificables, pero me gusta la visión de acompañar en el llanto al bebé proporcionándole tranquilidad y equilibrio emocional.

La cuestión de distraer al bebé para que no llore no me gusta demasiado, al menos no inmediatamente después del suceso traumático, porque considero que niega un sentimiento de dolor que tiene una razón de ser.

Por ejemplo, si mi hija se da un golpe sin querer, yo la cojo inmediatamente en brazos y la intento consolar: “Te has dado un golpe y duele…” y al cabo de unos segundos igual la intento distraer. Pero no me gusta la técnica: “No ha pasado nada, No ha sido nada” y, directamente, distracción al canto. Ella puede pensar “Me duele pero mis papis me dicen que no ha pasado nada, no tengo derecho a sentir dolor”.

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por lajose
#238449 Pues Carlos González no está de acuerdo.

A ver si luego puedo y pongo un resumen de lo que aparece en "Bésame mucho"

Un beso :fl

Mamá de Emilio y Martín

14/02/2006 y 23/04/2008
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por Juanma
#238782 Anoche releí la parte del “Bésame Mucho” en la que Carlos González arremete contra Aletha Solter, es la del “Llanto terapéutico”, incluso la descalifica diciendo que “es el mismo perro con otro collar”.

En realidad yo no comparto esta visión de Aletha de dejar llorar a un bebé aunque sea en brazos, en algún sitio he dicho:

Publicaré uno cada día, más o menos, y aclaro que no comparto necesariamente todo lo que publique, pero si alguien quiere debatir algún artículo o punto de vista, estaré encantado de participar.

Como los publico por orden alfabético, pues tocaba la Solter, pero escribí lo anterior por su artículo y por otros que iré publicando. No tenemos que estar de acuerdo con todo lo que leemos, pero está bien documentarse y reflexionar, siempre que se respete y trate con cariño a los niños.

Por ejemplo, puede que a Neferu le hubiese funcionado, si no puedes detener su llanto de ninguna manera, por lo menos puedes estar ahí transmitiéndole confianza y tranquilidad.

Una vez escribí por ahí:

Yo siempre pienso que hay una forma de que mi hija no llore, sólo que a veces no la he encontrado todavía. Espero no perder nunca las ganas de buscar otro camino, otra manera. Igual soy ingenuo, nosotros acabamos de empezar, puede que la vida me coloque en mi sitio.

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por Trece
#238797 Pues sí, mi hijja ha tenido temporadas de bebé que lloraba sin ningún motivo por la noche, ¿Por qué? Pues yo sabía que no eran cólicos porque coincidían con visitas de última hora de la tarde. Cuando las prohibí cesaron los llantos. Comprendí que mi hija se estresaba con las visitas, y su forma de demostrarlo era llorando. ¿Qué hacíamos? Cuando veíamos que ni la teta ni las caricias ni el meneo la consolaban, la llevábamos en una mochilita o en los brazos envuelta en una toquilla y la consolábamos. "Sí cariño, estás cansada y no puedes dormir" "sí cielo, los papás te comprenden".
A veces no podemos evitar que lloren, pero sí estar con éllos abrazándolos, queriéndolos y dándoles toda nuestra compresión.

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por Juanma
#240403 He encontrado un post antiguo del club de la teta en el que interviene Carlos González y Rosa Jové realizando una crítica de las teorías de Aletha Solter.

Rosa Jové

La teoría de Aletha Solter se basa en dos ideas erróneas:

1. El primer error es que la única manera (o la mejor) de liberar el estrés y las emociones es el llanto. Pues no. Uno de los objetivos de la inteligencia emocional es ayudar a los individuos a expresar sus emociones de la mejor manera posible. ¿No es más adecuado enseñar a un niño, que está nervioso y estresado, que lo mejor es aprender a relajarse (teta) y no a llorar? ¿No es mejor enseñarle que, ante un problema busque ayuda y consuelo en su madre, en lugar de ahogarse en llanto?. Pensad una situación vuestra en que el llanto sea/ la unica /forma de sacar el estrés. Es difícil encontrarla. Siempre suele haber alguna opción mejor.

2. El segundo error parte de la concepción equivocada de que los niños son adultos en pequeño.*_ Por ello, cualquier teoría que puede estar contrastada en adultos, se intenta generalizar a los niños. Pues no. Los niños son niños, con unas necesidades especiales, con unas características especiales.

Es verdad que, en los adultos, hay unos tipos de llanto que nos ayudan a liberar nuestras emociones, pero que en los niños hay diferencias significativas. Básicamente hay dos tipos de llanto liberadores de emociones:

1. El llanto de "alegría".
Es el que se da cuando te ha tocado la lotería o te comunican que alguien que estaba muy enfermo está fuera de peligro. Normalmente lloramos de la emoción o para liberar el estrés contenido, y es bueno que así sea. Nadie debería avergonzarse de hacerlo. Demuestra que somos humanos. Pero los niños no lloran de alegría. No saben. Si están "excesivamente" alegres incluso pueden volverse agresivos o hiperexcitados, pero no lloraran de alegría nunca. Puede que en los mayores este llanto funcione como descarga, pero nunca en los niños.

2. El llanto para expresar una "pérdida".
Cuando perdemos un ser querido, o alguna cosa a la que teníamos apego, se produce lo que llamamos un proceso de duelo. Es bueno que la persona que lo sufre sepa llorar esa pérdida (al menos al principio). Toda persona adulta que haya pasado por un caso de duelo os contará que el llanto puede que sea beneficioso, pero que más beneficiosos eran los recursos que le ayudaron a superar ese llanto (la compañía de sus seres queridos, esa persona amiga que estuvo allí, apoyándola etc.). Este llanto sí se puede dar en niños lactantes (ni que sea porque han perdido su muñeco preferido), pero a diferencia de los adultos, que en esos momentos tenemos pocos recursos que funcionen, los lactantes, además, tienen la teta. Cualquier recurso que nos ayude a superar el proceso de duelo sea bienvenido.

A parte de estos dos errores de concepción hay otros de "menores" como el decir que duermen mejor. Puede que duerman de agotamiento o por la secreción de las endorfinas etc. que siguen al proceso de llanto, pero ese sueño no es tan reparador ni de mejor calidad que el que conseguimos sin llorar.

Rosa Jové

No. No he dicho que hay "solamente" dos tipos de llanto liberadores de emociones, sino que, "básicamente", hay dos tipos. Es decir, no era una lista exhaustiva, sino explicativa.

No comenté nada de otros tipos de llanto (como el ocasionado por el dolor físico, la rabia etc.) porque normalmente son evitables en niños pequeños (y en gran parte de los mayores). En cambio las pérdidas no suelen ser evitables (¡ que más quisiéramos a veces! ) y lo mismo pasa con el llanto provocado por una buena noticia (si la supiéramos de antemano ya no nos sorprendería y no lloraríamos).

De todas maneras me alegra pensar que eres una persona que, si tienes rabia por alguna cosa, se te pasa llorando. Yo, por ejemplo, si siento rabia por algo (alguna injusticia, por ejemplo) también lloro, pero no se me pasa. La rabia suele seguir allí aunque mi cerebro haya segregado un cóctel de calmantes para parar mi desesperanza. Terminaré por no llorar hoy, pero como la rabia sigue porque el problema no se ha solucionado, seguramente lloraré en otra ocasión. La rabia no se soluciona llorando, si no que lloramos cuando no tenemos la solución.

De todas maneras, has hecho un poco el mismo planteamiento que A. Solter: pensar que, si a ti te descarga el llorar de rabia, a un niño también. Eso no es cierto. ¿porque razones un bebé podría sentir rabia? porque no le dan de comer? porque no le cambian el pañal? porque no le atienden? Si somos unos padres responsables es muy difícil que el niño llore de rabia (y si lo hace dirá poco a favor de sus cuidadores). En todo caso, un niño que llore de rabia porque no le cogen en brazos o no le dan de comer, difícilmente su llanto le servirá de desahogo, si no que le frustrará más.

Para los mayores de un año la cosa cambia un poco. El caso que planteas de tu hijo de tres años es frecuente, por eso a esas edades le llaman la etapa de las rabietas, y se supone que los niños se frustran o se encuentran contrariados por cosas que los mayores a veces no entendemos. Lo ideal seria entenderles y poder responder a sus demandas que, por otra parte suelen ser fáciles de complacer. Pero, como muchas veces no les entendemos o lo que piden está fuera de toda lógica, como por ejemplo subirse a la barandilla del balcón, querer viajar sin el cinturón de seguridad etc. ellos lloran de impotencia y rabia. Pero, al contrario que a ti, a ellos no les calma el llorar (no les desahoga) y por eso muchas veces su llanto sube de nivel y virulencia conforme pasa el tiempo, porque se van alterando más. Por eso debemos atender ese llanto. Tú también lo haces, pues cuentas que si en esos momentos pide teta, brazos o lo que quiera, se lo das.

Siempre llega un momento en que terminan de llorar, ni que sea por agotamiento, pero no porque te sientan felices y desahogados de haber llorado y pataleado durante un buen rato.



Carlos González

Hace un par de años se habló mucho en la lista de los libros de la Solter. Son libros especialmente peligrosos, porque empiezan diciendo que hay que respetar mucho al niño (lo que suena bien a las madres que son "de las nuestras"), pero al final te acaba diciendo que le dejes llorar. Eso sí, que no le dejes llorar en la cuna, sino en brazos. Pero que no hagas nada más: que no le des el pecho, no le pongas chupetes, no le acaricies, no le cantes, no le mezas... sólo tenerlo en brazos, para que sepa que no está solo, pero sin hacer nada para calmarle, porque eso le impediría expresarse y liberar su angustia y eliminar las toxinas que se eliminan con las lágrimas.

En definitiva: que le dejes llorar. Los mismos perros con distintos collares. Y con el peligro añadido de que muchas madres que nunca se creerían otros libros de otros autores, se acaban creyendo éstos, que dicen lo mismo pero mejor disfrazado.

Lo niego todo, de principio a fin. Niego que los niños necesiten llorar, que eso sea bueno, o que así eliminen toxinas. Pero, aunque todo eso fuera verdad, sigo sin ver por qué cogerlos en brazos en silencio sería un método permitido y darles pecho o hacerles cosquillas estaría prohibido. Dice que si le das pecho y se calma estás impidiéndole llorar. ¿Y si se calma sólo con cogerlo en brazos, no le has impedido también llorar? ¿Por qué la teoría no podría ser justo la o puesta, dale pecho todo el que pida, pero nunca le cojas en brazos, porque eso le impediría llorar? ¿Por qué, en vez de atender de forma racional a tu hijo, intentando darle lo que necesita hasta que se calme, has de darle brazos, sólo brazos, siempre brazos, tanto si eso es lo que pide como si pedía otra cosa? Eso no es respeto, eso es pasar olímpicamente de sus necesidades.

Supongo que todo es un tremendo montaje de autojustificación. Tal vez a esa señora le debieron decir que jamás diera el pecho antes de cuatro horas, se lo creyó (hace unas décadas, la gente se lo creía), pasó horas con su hijo llorando en brazos esperando a que el reloj diese la autorización para la lactancia, y tal vez cuando años después oyó hablar de la lactancia a demanda, en vez de decir como muchas otras "qué rabia, si yo lo hubiera sabido en mis tiempos", optó por defender hasta las últimas consecuencias lo que había hecho con sus hijos y escribir libros para convencer a todas las madres del mundo de que tienen que hacer exactamente lo mismo que ella, y que si lo hacen distinto están perjudicando a su hijo. De hecho, en su página web llega a decir que probablemente, cuando eras niño y llorabas, tus padres te mecieron o te pusieron un chupete, pero que no debes reprochárselo porque lo hicieron por ignorancia y sin mala intención (!). Por supuesto, todo lo que va en este párrafo son suposiciones mías; en realidad ni siquiera sé si tiene hijos o no.

Carlos González
Está muy extendida la teoría de que a los niños (2 o 3 años) hay que dejarlos solos cuando tienen una rabieta. Claro, en la versión "progre" del tema se dice que al niño se le deja desahogarse, pero el resultado es el mismo (le dejas solo y llorando) que en la versión tradicional: "no es más que teatro, así que hay que quitarle el público", o en la conductista: "aislado en tiempo de exclusión hasta que aprenda a comportarse como es debido".

Quizás parte del éxito de algunas de las teorías de "dejar llorar" viene de una confusión semántica: "no (dejar llorar)" frente a "(no dejar) llorar". Me explico. Cuando yo digo que no hay que dejar llorar a un niño lo que estoy diciendo es que los padres no tienen que hacer una actividad denominada "dejar llorar", actividad que consiste en pasar de un niño que llora y no hacerle caso. Yo no estoy prohibiendo nada al niño, en todo caso estoy "prohibiendo" a los padres que le "dejen llorar". En cambio algunas personas lo que dicen es algo muy distinto, que el niño no debe hacer una actividad denominada "llorar", que los padres deben impedírselo, prohibírselo, incluso castigarlo por ello. Eso, claro, me parece una barbaridad.

Es una actitud mucho más extendida de lo que parece. Miles de veces, en vez de intentar consolar de forma adecuada a un niño (cogiéndolo en brazos, o dándole teta, o preguntándole qué le pasa, o diciendo "pobrecito, qué pupa más grande" o "sana sana culito de rana" o reconociendo el problema "sí, qué rabia, tenemos que irnos del parque porque es muy tarde, menos mal que mañana podremos volver..."), se le dicen con la mejor de las intenciones cosas como "no llores, que te pones muy feo", o "qué vergüenza, un niño tan grande y llorando", o "no llores, que los niños valientes no lloran", o "no llores que pareces una nena" o "me duele la cabeza de oírte llorar", o "este señor se va a enfadar si lloras", o "cállate de una vez", o "me tienes harto con tus llantos".

Todos estos son ejemplos, unos más suaves y otros más bestias, de "(no dejar) llorar". Claro, a todos se nos ha escapado alguna vez, y por una vez no tiene importancia; pero imagínense lo que es que cada vez que lloras, sea cual sea el motivo, te digan que te pones feo. ¿Qué va a sentir, cuando sea mayor, una persona educada así? ¿Qué comprensión, qué empatía, podrá sentir por el dolor ajeno, por el llanto de sus propios hijos? Le estamos diciendo que la belleza es el valor supremo, y que uno tiene incluso que reprimir sus propios sentimientos para poder ser "guapo" y por tanto aceptado socialmente.

Lo mismo que, cuando dejamos solo a un niño con una rabieta, cuando deliberadamente nos vamos de la habitación, o lo enviamos sólo a una habitación, le estamos enseñando que el dolor no es socialmente aceptable, que una persona bien educada no "se deja llevar" por sus sentimientos en público.

Otra cosa sería un niño mayor (o adolescente) que deliberadamente se va a llorar solo. También hay que demostrarle que tiene derecho a aislarse, si eso es lo que desea. No salgas corriendo detrás, no le digas que "es de mala educación" y que "no puede levantarse de la mesa"... pero puedes, al cabo de un tiempo prudencial, acercarte, decir algo, y seguir o retirarte según su respuesta.

Cuando mis hijos tenían rabietas, lo probaba todo. Es cierto que en algunos casos parece que no quieran ser consolados: si les hablas o les preguntas, lloran aún más fuerte o te insultan, si intentas cogerles en brazos se resisten y patalean, si les tocas te pegan. En esas circunstancias, es muy humano sentir la tentación de decir: "¿Y encima me pegas? ¡Pues me voy y te j....! ¡Yo no tengo por qué aguantar esto!" Sentimiento que muchos intentarán racionalizar (pues la capacidad del ser humano para engañarse así mismo parece ser aún mayor que su capacidad para dejarse engañar por otros) con argumentos como "es mejor que se desahogue" o "no es un castigo, es aplicar las consecuencias lógicas, debe aprender que si insulta y pega nadie querrá estar con él". Es muy humano reaccionar así, pero ¿no es un poco "infantil"? ¿No debería un adulto, que encima es padre, tener más herramientas que un niño de tres años para canalizar la ira y para mantener la compostura en situaciones difíciles?

Es un poco como si hubiera un individuo de pie en una cornisa, amenazando con tirarse de un octavo piso, diciendo a los bomberos: "si se acercan, me tiro", y los bomberos dijeran, "bueno, hemos hecho lo que hemos podido; si se pone en plan imbécil no tenemos por qué aguantarle las impertinencias" y se fueran.

Supongo que cada niño es distinto, y que cada familia encontrará su propia estrategia. A nosotros nos iba muy bien, en las rabietas más terribles, alejarnos un poco y ponernos a hablar del niño en voz alta: "¿Sabes, Mamá, que ayer llevé a María a ver a Abuela? - ¿Ah, sí, fuisteis a ver a Abuela? - Si, y María estuvo ayudando a Abuela a preparar un pastel? - ¿María ya sabe cocinar? - Sí, lo hizo muy bien, dijo Abuela que nunca había quedado la masa tan bien revuelta, sin ningún grumo de harina..." A medida que vamos hablando, notamos como María deja de llorar para poder oír mejor. "¿Y con qué hicieron la masa del pastel? - Pues con harina, leche, huevos, levadura, y... a ver si me acuerdo, había otra cosa..." Y de pronto María interviene: "-Y limón rallado, lo rallé yo". A partir de ahí, la rabieta puede darse por concluida, siempre y cuando los padres sigan disimulando un rato y eviten la mezquina tentación de vengarse: "Ah, conque ahora hablas, creí que sólo sabías llorar", o "No me interesa lo que digas, si tú no me querías oír a mí, yo tampoco te quiero oír a ti", o "Ahora que has dejado de llorar, ¿me puedes explicar qué te pasaba?"...

Es asombroso la cantidad de padres que sienten (sentimos) la ridícula necesidad de decir la última palabra, de ajustar cuentas, de dejar bien claro quién se ha portado mal y quién se ha portado bien, la necesidad no sólo de vencer, sino de humillar al vencido. Que el mentiroso confiese, que el culpable pida perdón, que el desobediente obedezca... Supongo que son frustraciones sin resolver de nuestra propia infancia, que nos creemos con derecho a exigir de nuestros hijos absoluta sumisión porque sabemos que jamás la obtendremos ni de nuestros padres, ni de nuestro cónyuge, ni de nuestros amigos, ni de nuestros jefes, ni de nuestros subordinados, ni del gobierno...

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