El niño suele apegarse al juguete a partir de los ocho o nueve meses, y este apego puede durar hasta bien entrados los tres años. Lo lleva a todas partes y sobre todo lo necesita cuando se va a dormir. ¡Y menuda la que se arma como lo perdamos! Es lo que se llama el "objeto de transición". Este término lo definió Winnicott para referirse a objetos que ayudan al niño a dormirse sólo. Cuando no está la madre o la figura parental el niño aprende a calmarse solo con la ayuda de este objeto que le resulta familiar y querido. Es decir, el objeto le recuerda a sus padres y le permite tranquilizarse con esa memoria. Probablemente el "objeto de transición" más generalizado sea el chupete, y más de un padre ha tenido que salir corriendo a la farmacia de guardia en medio de la noche a comprar un chupete idéntico al que se ha perdido por la tarde ya que sin él no hay manere de que el niño se duerma.
¿POR QUÉ UNOS NIÑOS LO NECESITAN Y OTROS NO?
En la sociedad occidental en la que se insiste tanto en que los niños sean independientes desde edades tempranas muchos niños van a necesitar de estos objetos, aunque otros nunca los utilizarán. De hecho algunos psicólogos siguen recomendando el que se favorezca su uso como manera de facilitar que el niño aprenda a dormir sólo y se vaya haciendo más independiente. Así planteado el objeto viene a ser una especie de bastón en el que apoyarse conforme se van dando los primeros pasos hacia el despegue de la madre.
Sin embargo los estudios han señalado que los niños que se quedan dormidos en compañía de un adulto casi nunca utilizan este tipo de objetos. Es más, los antropólogos que comparan los estilos de crianza de distintas sociedades han comprobado que en las culturas en las que la mayoría de los bebés duermen junto a su madre (como por ejemplo en Japón o Corea) es excepcional el encontrar niños que se chupen el dedo por la noche o que estén apegados a un objeto transicional. En estas culturas el recién nacido se percibe como un ser independiente que para desarrollarse necesitar hacerse dependiente, es decir, hay que favorcer que se integre en la familia y en la sociedad, y en este contexto el colecho se ve como algo muy beneficioso para conseguir que el niño sea más sociable.
Claro que estos niños suelen mamar a demanda durante la noche y se suelen despertar más a menudo que los niños a los que se les acostumbra a tomar el biberón y dormir sólos, pero a cambio tienen otros beneficios. Y es que como señala James McKenna, investigador americano, el colecho favorece la confianza, la autoestima y el bienestar afectivo de los niños. Otros estudios realizados en niños americanos confirmaron estos resultados: los niños que se duermen con un adulto a su lado raramente utilizan objetos transicionales, confirmando que estos objetos son un consuelo que sirven para que el niño se sienta seguro en ausencia de la figura parental. Si el niño tiene a su madre a lado y puede abrazarla a menudo o es amamantado durante la noche no va a necesitar ningun chupete ni nada más. Algunas familias en nuestra sociedad optan por este mismo estilo de crianza, y como señalaba una madre de la Liga de la Leche: "dormir junto a mi hijo es una manera de pasar más tiempo junto a él y compensar lo poco que nos vemos durante el día por culpa de mi trabajo, me permite sentirle cerca y darle cariño"
Por todo ello estos hay que entender lo estos objetos significan y lo que le aportan al niño. Igual que en ausencia de nuestros seres queridos una fotografía nos puede ayudar a sentirnos más cerca de ellos, estos objetos pueden cumplir un papel en el desarrollo del niño, pero desde luego que no son imprescindibles, ¡casi siempre preferimos tener al ser querido cerca de nosotros en vez de conformarnos con su foto!.
¿QUÉ HACER EN ESTOS CASOS?
Si deseamos evitar que los utilicen una buena manera puede ser evitar forzar el que duerma sólo o los cambios bruscos en su medio (por ejemplo a la hora de llevarlos a la guardería intentar que la adaptación sea gradual). Si el niño ya está utilizando el chupete o un juguete con este fin tranquilizador y deseamos retirarlo hay que ir poco a poco y estar dispuestos a sustituir el objeto por nuestros abrazos y compañía.
Por último si por el estilo de vida de los padres se hace imprescindible el que el niño aprenda a calmarse sólo lo antes posible será conveniente dedicar un tiempo añadido a estar con el niño y ofrecerle otras muestra de cariño, ¡nunca serán a deshora!
No hay que intentar quitarle esta costumbre de la noche a la mañana. Con ello sólo conseguiremos que aumente su ansiedad o que empiece a tener miedos.
Conviene tener un duplicado del objeto en cuestión si queremos evitar problemas cuando no lo encuentra
Acostarnos con el bebé o niño hasta que se queda dormido es una buena forma de favorcer su seguridad y confianza en nosotros
Dra. Ibone Olza. Psiquiatra Infantil