La inteligencia emocional se traduce en la capacidad de ser feliz, de no dejarse dominar por la adversidad, de asumir el control de la propia vida y de establecer relaciones armoniosas con los demás ¿Quién no desearía algo semejante para sus hijos?
A menudo los padres se sienten desamparados ante las emociones de sus hijos. ¿Qué se puede hacer ante las lágrimas? ¿Qué decir cuando el niño grita? ¿Cómo reaccionar frente al miedo? Y en otro orden de cosas, ¿qué palabras de consuelo podemos dirigir al niño que ha perdido a su madre? ¿O a aquel cuyos padres se divorcian?
No basta con potencia el coeficiente intelectual del niño, debemos preocuparanos asimismo de su coeficiente emocional, y más si tenemos en cuenta que numerosas dificultades intelectuales y escolares tienen su origen en bloqueos emocionales.
Utilizando ejemplos de la vida cotidiana, este libro te ayudará a acompañar a tu hijo hacia la autonomía, a volver a conectar con tu propia infancia y a conseguir una mayor armonía familiar.
Lo leí por recomendación de una gran amiga , y me parece de lectura obligada.