Sin embargo ayer cuando Hugo y yo planeábamos lo que le vamos a dejar de picar a papa noel para que reponga fuerzas cuando venga a dejarle sus juguetes, teníais que verle la cara de ilusión, lleva toda la semana preguntando cuantas noches faltan, y que le va a traer. Aprovechamos para explicarle que no se pueden pedir muchas cosas porque los juguetes tienen que llegar para todos los niños, etc. Además creo que lo importante no es la cantidad de juguetes sino todo lo que lo rodea.
La verdad es que nos lo hemos currado y le hemos metido la ilusión en el cuerpo (quizás por la propia ilusión que tengo yo misma). Empezamos viendo las revistas de juguetes para ver que le gustaba, después escribimos la carta, hicimos números para poder ir a comprar los regalos sin que él se enterase, tenemos todo el cuidado del mundo para que no encuentre un regalo en casa ni por casualidad, pero el ver la cara de mi hijo cuando se levante el día de Navidad y vea sus regalos para nosotros no tiene precio.
Dejemos que sean niños y que tengan ilusiones porque estos años se irán volando y el recuerdo de todos estos momentos será lo que les quede para toda la vida.