En mi caso, yo soy el de los libros, yo soy el que ha leído a Carlos González, Rosa Jové (conferencia incluida), …, el que le trae artículos de Laura Gutman, del Dr. Sears, …, cargo en brazos a mi niña de 8 meses y 9’5 kg todo lo que mi cuerpo aguanta, por las noches nos repartimos los despertares, si es para comer ella (le da el pecho), para cualquier otra causa la atiendo yo (no siempre le apetece que la coja yo).
El primero que llega a casa es el que recoge a nuestra niña de la abuela con la que esté, la baña, la cambia, le da de comer, la duerme y lo que haga falta.
Si llego el segundo a casa, siempre le dejo a mi mujer escoger, estar con la niña o preparar la cena.
Si hay muchas cosas por hacer no me cuestiono en qué ha empleado el tiempo durante el día, yo sé que habrá hecho lo que ha podido, y me pongo a recoger el lavavajillas, a tender la ropa, a planchar, a lo que sea.
Aunque opinemos de forma diferente respecto a algunos temas si decidimos hacer algo, los dos vamos a una, yo no quería gatos y tenemos dos, no quería perros y tenemos dos, desde que se quedó embarazada, los limpio y los saco a pasear yo y les tengo mucho aprecio.
Vengo de una familia en la que mi padre lo único que hacía en casa era cocinar los fines de semana y mi mujer de una familia bastante machista, y sin embargo siempre nos hemos repartido las tareas, y es que no me imagino estar sentado en el sofá viendo la tele mientras mi mujer está haciendo algo en la casa.
A veces se escucha en estos foros la frase “¿Para qué tiene la gente hijos?” y me pregunto si hay personas que podrían cambiar hijos por maridos.
No debemos olvidar que los niños lo ven todo, lo absorben todo y lo imitan todo, y la educación de nuestros hijos empieza en casa.