- Jue, 23 Feb 2006, 10:18
#20847
Guiomar, conozco todo ese material que mencionas, de hecho suelo recomendarlo como lectura. Y me parece que es una teoría muy buena y probablemente la que tenga verdad.
Pero mi afirmación de que una intolerancia a la lactosa a esas edades era poco probable es porque estamos hablando de bebés, no de adultos. La intolerancia genética a la lactosa (la convencional que aparece en la mayor parte de la humanidad) aparece a partir de la edad natural del destete, no antes, porque si no la naturaleza estaría condenando a esos niños a no poder alimentarse de la teta de la madre. Si se estima que la edad natural de destete es a partir de los 3 o 4 años, lo normal es que las intolerancias a la lactosa aparezcan a partir de esa edad. Precisamente en eso se basa Marvin Harris y todos los que siguen esas teorías para defender la "normalidad" de la intolerancia a la lactosa y la "anormalidad" de la adaptación occidental al consumo de leche pasada la edad del destete.
Por cierto, sobre consumo de lácteos. Generalmente incluso en zonas donde la intolerancia a la lactosa es lo habitual, el consumo de fermentados o quesos es más o menos normal y sin problemas. El secreto está en que la fermentación digiera los azúcares de la leche y no deje restos de lactosa que puedan irritar el sistema digestivo. Por eso en muchas zonas de África, América o Asia se tienen vacas, cabras, ovejas u otros mamíferos que pueden ser usados como productores de leche. No sólo se consume su carne, la leche se fermenta (yogurt, leche agria, kefir, leben, kumis,...) o se convierte en quesos lo bastante curados como para haber hecho desaparecer la lactosa.
El problema suele presentarse cuando en lugar de fermentados naturales o artesanales se consumen los industriales. Porque ahí entra en juego el añadido de leches en polvo (que no son fermentadas) para dar mayor consistencia al fermentado (yogurt, bio, bebidas de lactobacilus) y quitar acidez a la mezcla. Entonces ese fermentado presuntamente seguro para un intolerante a la lactosa deja de serlo, ya que la contiene de forma disimulada.
Por eso las dietas bajas en hidratos de carbono, por ejemplo, recomiendan los yogures artesanales o hechos en casa, en los que sólo se usa la leche correspondiente y el fermento, de forma que toda la lactosa quede digerida.