En fin, pobre Miguel, que así se llama la víctima de la doma. Todo lo que hace es como si estuviera en la mili. Ordeno y mando. Y sólo tiene 26 meses.
En algunos momentos estaba yo con los dos, mi hijo y él, y cuando surgía alguna disputa, y antes de que Alonso alargara la mano (por que ahora está en esa etapa), intentaba engañar a mi hijo con cualquier cosa, y razonar con él, para que desapareciera el motivo de la disputa, y aqui paz y después gloria.
Pero en un momento dado fue el padre de Miguel el que estaba con los niños, cuando de repente los oigo llorar como descosidos. Sin pensarlo acudí a consolarlos, desoyendo al padre de Miguel que me decía que los dejara. En esto apereció su madre y todo seria me dijo que dejara de darle mimos a Miguel, lo cogió y se lo llevó a dormir dando un portazo.
Como no se debía quedar en la cama, volvió a por el cochecito, para dejarlo allí atado y que no se moviera.
Entonces el padre de Miguel me explicó que la disputa empezó por un juguete, y que decidió dejarles para que lo arreglaran ellos solos, por supuesto, a base de arañazos y mordiscos. Es decir, hizo lo que tenía que hacer, según él, claro.
Después yo dormí a Alonso y nos dispusimos a cenar. En un momento dado, en el que no estaba mi marido, empezaron a atacar:
- lo estás haciendo muy mal porque cada vez que Alonso llora porque quiere algo lo cojes en brazos, y así lo que haces es premiarlo, y lo que tenías que hacer es reñirlo. A lo que yo les contesté que un niño al que nunca cogen en brazos puede que sí lo considere un premio, pero que para Alonso es lo normal, porque yo le cojo en brazos siempre. Además les expliqué que para mi las cosas hay que razonarlas, que yo lo que hago es decirle a Alonso lo que hace mal, decirle porqué y explicarle cómo lo tiene que hacer.
- que si ya verás cuando se coja rabietas y no sepas qué hacer porque se te ha ido de las manos. Les intenté explicar la frase de Rosa Jové, "quiéreme cuando menos lo merezco porque es cuando más lo necesito", pero nada.
El problema de este tipo de gente es que oyen, pero no escuchan. Hablaban con una prepotencia y una autosuficiencia increibles. Ellos eran los poseedores de la verdad absoluta, y los demás no tenemos ni idea, y para darme estos consejos se basaban en su basta experiencia como padres, ya que sus hijo es 6 meses mayor que el mío. ¡Alucino!
¡Qué mala educación! Para mi, hacer comentarios a alguien sobre cómo deben educar a sus hijos me parece una falta de modales total. Yo aunque no estoy de acuerdo con ellos no se lo digo. Sólo hace falta ver que mi manera de actuar es distinta de la suya para saber que no me gusta lo que hacen, con eso no hace falta decir más.
Lo que me da rabia es que en ese momento te pilla todo tan de repente que casi no se te ocurre ni que decir, porque si es ahora bien que les hubiera dicho que enseñar a dos bebés a resolver sus problemas como si aún estuviéramos en la edad de piedra, no es la idea que yo tengo de educar.
El último dia estuvimos cenando en casa de otros amigos. Ellos en un momento dado colocaron a su hijo en el cochecito pegado a la pared, y lejos del lugar en donde los demás estábamos charlando. Pero por muy estivilizado qué esté no sólo no se durmió, sino que encima estaba incorporado mirándonos con una cara de pena que para qué. Nosotros, después de un rato, como vimos que Alonso no se dormía nos marchamos, pero ellos siguieron alli.
Por lo que nos dijeron después su hijo sólo se durmió cuando lo montaron en la silla del coche. Hasta entonces se pasó al menos unas 3 horas sentado en el cochecito, mirando a sus padres, y me imagino que sintiéndose totalmente ignorado por ellos, ya que estos pasaban de él, era como si se tratara de otra silla más, sólo formaba parte del mobiliario. Le tienen domado de tal manera que el pobre no decía ni mu. ¿Os imaginais allí a este pobre niño, sintiéndose un ser tan poco merededor de la atención y el cariño de sus padres? De verdad que era una escena horrible. A mi se me caía el alma a los pies.
A todo esto, este par de dos tiene caballos, y no veais como hablaban de la doma natural. Claro, para los caballos lo mejor para que no sufran, pero a su hijo que le den dos duros. ¡Qué pasada!
Yo desde luego tengo mi conciencia bien tranquila, porque intento dar a mi hijo en cada momento la atención que necesita, y decirle las cosas que hace mal, pero también las que hace bien. Y por supuesto lo que no pretendo es que con 20 meses me obedezca y me entienda a la primera. Ellos en cambio dicen que lo están haciendo tan bien que todavía no han tenido que castigar nunca a Miguel.
En fin que carguen ellos con su conciencia. Yo tengo una cosa muy clara:
AMOR, CON AMOR SE PAGA