Se llama Educar sin castigos ni Recomensas. Editorial Lumen.
La educación tradicional se halla prisionera del esquema "castigos y
recompensas". En este breve libro, que se basa esencialmente en los aportes de la Comunicación No Violenta (CNV), el autor propone un enfoque global de la educación que tome realmente en cuenta las motivaciones de los niños y de los jóvenes, el aprendizaje de los vínculos y el descubrimiento de uno mismo.
Además, se invita a promover una enseñanza que no consista esencialmente en la acumulación de un saber definido por autoridades exteriores a los interesados, sino más bien en una exploración gozosa, apoyada en la escucha de los impulsos y de las necesidades de los docentes, como así también de los alumnos. Esta educación desea permitir el desarrollo de una inteligencia del pensamiento tanto como del cuerpo, de las emociones y, por supuesto, del corazón.
Por lo tanto, es ésta una obra destinada principalmente a educadores y padres, pero también a todo lector interesado como ellos en la búsqueda de una valiosa opción educativa, cuyos métodos y técnicas permitan un armonioso y pleno crecimiento personal.
Por cierto, el otro día me preguntaron que si mis hijos no hacían deberes cómo aprendían... Mi contestación fue fácil: mira mi hija tiene cuatro años lee y suma. Nadie la obliga. El aprendizaje como la vida debe ser gozoso.
No se como sea la supernazi española pero como sea como la que nos plantan aquí es lo más antieducativo del mundo.
¿Cuánto tiempo van a funcionar los niños con estrellitas y tiempos muertos? porque con los míos no funciona. Funciona la responsabilidad, eso funciona, estar disponible (que tampoco se vale atosigarles), hacer las cosas con ellos y dejarles intentar hacer cosas. Por ejemplo, Antelmo usa el pela papas desde hace varios meses la mar de bien y se prepara solito su cena (plátanos en rebanadas con leche condensada o galleta con cajeta o con mermelada o su leche con chocolate) y apenas va a cumplir tres años. Ah, y juro que en mi casa la supernazi no entra, para empezar no cabrían por la puerta
(al menos las gringas).