- Vie, 17 Feb 2006, 18:09
#20140
Yo soy muy feliz con mis dos hijos.
Que andamos más apretados de dinero, vale.
Que las desveladas son el doble, vale.
Que las enfermedades se multiplican, vale.
Que la hiperreactividad de Almudena me trae de cabeza, y el reflujo de Antelmo, vale.
Pero por muchos peros y muchos inconvenientes vale la pena. Porque las alegrías también se multilplican. Porque para mi fue igual de emocionante ver nacer a Almudena y a Antelmo. Se me saltaron las lágrimas igual cuando los dos se rieron a carcajadas por primera vez. Me sentí igual de orgullosa cuando se soltaron a caminar, cuando empezaron a hablar, cuando empezaron a rayarlo todo con los crayones, cuando aprendieron a trepar y a subir las escaleras...
Verles crecer juntos, ver que juegan juntos, que se defienden, que se cuidan, que se pelean,... no tiene precio. Al menos para mi que me llevo un montón de años con mis hermanos y no nos disfrutamos mutuamente.
Que se les quiere igual,... pues no. Para qué os voy a mentir. Se les quiere distinto o yo quiero distinto a los míos porque son distintos. Los embarazos fueron distintos, las cesáreas fueron distintas, los logros se dan a un ritmo distinto, las personalidades son distintas, los problemas son distintos y sus personalidades son distintas.
Ni más ni menos, creo yo, pero si de una manera diferente a cada uno porque ellos son personas distintas y la forma de expresar cariño a uno lo llega igual al otro y tengo que buscar la forma en que le llegue a cada uno a su manera. Porque si uno disfruta con besos y achuchones y el otro con juegos más bruscos pues tendré que hacerlo.
Por eso siempre digo que mis hijos son tan iguales y tan distintos a la vez
que me hacen moverme con ellos y aprender con ellos y evolucionar con ellos y tratar de ser igual y distinta para ellos.