El día que llegamos del hospital, nos metimos directamente en la cama, y tachán, 6 horas del tirón. Y así la noche siguiente, y la siguiente... Pensé, yupi, me ha tocado una que duerme, qué suerte la mía. Pero mira por dónde, hacia el quinto mes la cosa se torció, los despertares empezaron a aumentar. Yo tenía el "Duéremete c**ño", pero nunca me convenció el metodito ése y mucho menos después de tener a la niña. De dejarla llorar, nada de nada.
Cuando ya no podía más, con los despertares nocturnos compré el "Felices Sueños", y me puse manos a la obra. Que si adelantar horarios (eso sí funcionó, se dormía antes y más horas), que si trabajarse las siestas (ya las hace), que si palabras mágicas (en mi caso ineficaces), que si oso de dormir (ni caso), que si evitar asociación chupar-dormir (ya no se duerme al pecho), que si rutinas (ya las tenía y ahora más), que si plan-padre....
Pues bien, hasta ahora el resultado es que hay días en que se despierta menos, y días en que se despierta más, pero en general se despierta igual que antes o más y tengo la creciente sensación de que NO DEPENDE DE MI. Cualquiera que ve a mi hija me hace el mismo comentario, "es muy despierta". No saben cómo dan en el clavo. Así que he empezado a pensar que igual el día que por fin me abandone a la resignación y deje de esforzarme me encuentro un poco menos frustrada. Además seguro que dentro de no mucho echaré de menos ese cuerpecito cálido y suave reptando hacia mi en plena noche y balbuceando "mamamama", que para ella significa sin lugar a dudas: "teta, teta y teta".
Saluditos. Maite & Joane.[/img]