- Lun, 08 Oct 2007, 22:22
#192761
Bitmajo:
Tu reflexión me ha dado mucho que pensar en mis largos caminos en coche
(cosas se vivir en esta megaurbe).
Le daba vueltas y vueltas a tu segundo ejemplo: la mujer "cumple". La mujer como víctima, casi como mártir, sufriendo su cuerpo y su sexualidad. Y luego "cobrándoselo" de una forma violenta pero silenciosa, quizá planchando mal las camisas, olvidándose de ir a pagar la luz, comprándose algo innecesario, haciendo de comer eso que sabemos que no le gusta al compañero... Y me quedé pensando en esa dualidad que implica la violencia, como todo. Un violento y un violentado. ¿Quién es quién? A veces es casi imposible de saber.
Las mujeres somos muy violentas pero no lo reconocemos pero nuestra violencia es secreta y negada. A mi me costó muchos años reconocerme como violenta. Claro yo no pego (no tendría fuerzas para derribar a un tipo de 1,80m) pero si las miradas matasen, si los silencios golpeasen, si los rencores pasaran facturas,... ahí estaríamos más parejos.
Yo estoy segura (lo se por mi hija) que el destete no me hubiera conflictuado tanto de ser con mi hija (no lo hizo) y de que no se hubiera convertido en una relación de poder. El pedía y yo le daba, pero no le daba a gusto, le daba para callarse, le daba por miedo de su reacción, le daba para sentirme madre, para saber del poder de la teta.
La teta tiene mucho poder. Y además yo me permitía escudarme en verdades objetivas y reales como los beneficios nutricionales y emocionales para el niño. ¿Y los beneficios para mí? también: es una rápida forma de terminar con berrinches, de dormir niños, de consolar caídas, de bajar de peso,...
Lo otro, lo de si es simétrica o no la relación con los hijos. Yo creo que es desigual, como lo es con la pareja (por muy parejos que queramos ser las mujeres siempre nos sentimos con más carga en la relación y probablemente los hombres también).
Los hijos nos enseñan lo que es el amor desinteresado, ese del que hablan en las clases de religión, nos quieren porque sí, porque somos sus madres, a pesar de nuestros defectos. Llega una edad en la que ven nuestros problemas (van al oftalmólogo, dice un amigo, y entonces ven todos nuestros defectos corregidos y aumentados) y luego, cuando pasan esa fase, nos perdonan. Si escuchas a las mamás del foro hablando de sus madres te dirán: "hizo lo que pudo", "tenía pocas herramientas para educarnos",... siempre las disculpamos, aunque nos cueste años de terapia. Al final, llega el perdón hacia ellas. Aunque no les hablemos, aunque no estemos de acuerdo con lo que hicieron con nosotros ni con cómo lo hicieron, siempre llega el momento en que les agradecemos por lo que somos porque con todas sus fallas ayudaron a construirnos.
Sin embargo, oigo a muchas madres (incluyendo la mía) que nos tildan de "desagradecidos", "malos hijos", "olvidadizos", "mal casados",... El amor de la madre al hijo espera que le retribuya el amor de alguna manera, en algún momento. Cuando seamos viejas y no queramos ir al asilo, cuando tengamos nietos, cuando nos dediquen un libro o su tesis, cuando públicamente nos agradezcan lo que hemos hecho por ellos, el día que se casen, siempre esperaremos que nos den las gracias...
Si buscamos en lo más profundo aparece ese sentimiento de "cobranza".
María: yo soy de las que no se queja, o eso creo porque quejarse no se hace solo con palabras, son las malas caras, los reproches silenciosos y los rencores que se acumulan y salen como un geiser cinco años después. En el fondo cuando damos de más, cuando damos más de lo que tenemos, cobramos la factura de una forma u otra.
Podemos ser las mejores actrices del mundo, ganar premios Tony a la maternidad pero no engañamos a nuestros hijos, ellos crecerán aprendiendo a actuar igual de bien que nosotras, aprenderán a esconder sentimientos. ¿Que té pasa hija? Nada... ¿Dónde vamos? Donde tu quieras,... ¿Estás triste? No, cómo crees, estoy contenta,... y nos veremos en el mismo espejo delante del cual ensayamos tantas y tantas horas.
Y yo no tengo claro que nos guste lo que vemos.