Llegamos a casa a la 1 para comer. Pedro no se quiere cambiar. Lo pongo en el cambiador y me da patadas. No hay forma humana de quitarle la ropa sin romperla. Intento los consabidos "Pedro, por favor", "Venga, Pedro", "Pórtate bien que vamos a comer", y venga y venga y venga.
Deseperada lo bajo del cambiador, le digo que mientras no se calme no sale de la habitación y cierro la puerta por fuera. Oigo llantos de los que echan abajo el edificio, golpes en las paredes, y forcejeos en la manilla de la puerta. A la 1:30 aún seguimos igual, después de que yo me haya asomado un par de veces cuando parecía que se iba calmando y la cosa volviese a empezar con más fuerza.
Visto que los "por favor" y los "venga cielo" no han funcionado y que se nos viene encima la hora de la siesta y aún no hemos comido, entro, lo coloco en el cambiador y como sigue retorciendose y dándome patadas le doy unas tortas en el culo
Al final, con dificultades, y con Pedro diciendo "Pupa, pupa" conseguimos ir a comer.
Escena 2:
Esta mañana, con el tiempo justo para ir al cole. No se quiere tomar el medicamento que toma todos los días. Vuelvo a empezar el repertorio: "Pedro, por favor", "Cariño, que tenemos que ir al cole", "Venga, no me hagas poner triste", "Ala, que si lo tomas te canto una canción", "Por favor, si lo tomas te doy el peluche", "Pórtate bien, Pedro, que me lo habías prometido", "¿Qué podemos hacer para que te portes bien", .....
Y no puedo más. Resultado: tortazo, le aprieto la cara y le meto la cucharada a la fuerza.
Y encima le dije, entre todo lo demás, que lo iba a cambiar por un niño que se portase bien.
Ya la semana pasada me quejé y me dejásteis un montón de artículos que imprimí y me estoy leyendo, incluido el que hay sobre como controlar mi ira.
Pero no entiendo nada. En esos momentos llego a odiarlo profundamente, y luego me quedo el resto del día odiándome a mí misma, echa polvo por no saber manejar a un niño de menos de 3 años.
Al rato de las "crisis" él está feliz, como siempre, hablando conmigo y muy cariñoso. Pero a mí me dura el resquemor por horas.
POR FAVOR, NECESITO QUE ME DIGÁIS QUE NO SOMOS UN CASO RARO. QUE A VUESTROS NIÑOS TAMBIÉN SE LES CRUZAN LOS CABLES (Y A VOSOTRAS). No me remitáis a más artículos porque os juro que los tengo todos (y los he leído), y la teoría es muy buena, pero no soy capaz de llevarla a la práctica.
No sé si voy a tener que ir a un psicólogo, pero no sé a cuál. Respecto a esto último, en la guardería vino en una ocasión un psicólogo a darnos una charla e insistió mucho en que el niño desde que nace entabla una lucha de poder contra sus cuidadores, y que un cachete a tiempo obra milagros. Yo luego me leí su libro "A enseñar también se aprende" y no era tan radical por escrito.
NECESITO SABER QUE OTROS NIÑOS TIENEN PATALETAS PARECIDAS, QUE PEDRO NO ES PEOR QUE LOS DEMÁS
Gracias, un saludo,
Malena