Después de todas las enfermedades que nos han acosado y de que el antihistamínico que mandaron a Almudena la volviera más hiperactiva de lo que de por sí es, su sueño a mejorado notablemente. No digo que no se despierte sus tres veces, pero sólo pide un cariñito y se duerme. Cuando llega su papá le llama, más dormida que despierta y sólo para que le de un beso. Y luego a media noche se toma su leche de un tirón y eso es todo. Y el pequeño, ha vuelto a dormir más o menos bien. El primer jalón de unas cinco o seis horas, el segundo de tres y entonces se fastidia la cosa. Porque se caga y hay que cambiarle y entonces se despierta del todo y se le tapa la nariz. Pero ya hemos encontrado la solución. Yo le doy teta y si no cae mi marido se lo lleva a la cocina un rato pone agua a hervir y le pasea unos 15 minutos, en cuanto se le destapa la nariz cae otras tres horitas. Y las 5.30 o 6.00 am todos en pié, como siempre. Pero a eso de ser madrugadores nos hemos acostumbrado y nos gusta. Jugamos con los niños, leemos cuentos, cocinamos con ellos y lo hacemos todo con calma y tiene su lado bueno.
Después de todas las enfermedades que nos han acosado y de que el antihistamínico que mandaron a Almudena la volviera más hiperactiva de lo que de por sí es, su sueño a mejorado notablemente. No digo que no se despierte sus tres veces, pero sólo pide un cariñito y se duerme. Cuando llega su papá le llama, más dormida que despierta y sólo para que le de un beso. Y luego a media noche se toma su leche de un tirón y eso es todo. Y el pequeño, ha vuelto a dormir más o menos bien. El primer jalón de unas cinco o seis horas, el segundo de tres y entonces se fastidia la cosa. Porque se caga y hay que cambiarle y entonces se despierta del todo y se le tapa la nariz. Pero ya hemos encontrado la solución. Yo le doy teta y si no cae mi marido se lo lleva a la cocina un rato pone agua a hervir y le pasea unos 15 minutos, en cuanto se le destapa la nariz cae otras tres horitas. Y las 5.30 o 6.00 am todos en pié, como siempre. Pero a eso de ser madrugadores nos hemos acostumbrado y nos gusta. Jugamos con los niños, leemos cuentos, cocinamos con ellos y lo hacemos todo con calma y tiene su lado bueno.