ahora que tengo un poco de tiempo (ahora que trabajo...) a ver si os cuento.
Justo antes de Navidad nos mudamos. Vivíamos en Madrid, en pleno centro y ahora en un pueblo de poco más de 6000 habitantes. Como os podeis imaginar el cambio es brutal.
Además ahora hay más novedades: mami trabaja, a la peque le ha tocado ir a la guardería, a la mayor cambio de cole a mitad de curso, al papi cambio de trabajo y sin internet en casa para desahogarme con vosotras.
Así que ha sido todo un caos: de noche y de día. Diana no se separaba de mí ni 2 cm y, si por casualidad lo hacía, en cuanto se daba cuenta se ponía a llorar como una loca. Además intentamos, aprovechando el cambio, que durmieran las dos en su cuarto y fue un rotundo fracaso y la cuna volvió a nuestro cuarto.
La verdad es que fue la cosa mejorando poco a poco hasta que llegó nuestro regalo de Reyes: un futón ENORME casi a ras de suelo. A partir de ahí, estamos genial. La cuna de Diana directamente le hemos guardado en el trastero y duerme en la supercama con nosotros. Alba hace lo que quiere: normalmente se echa en su cama tan tranquila, pero si se despierta por la noche o tiene miedo o sencillamente le apetece, se mete también con nosotros. Resultado: UNA MARAVILLA. Y no sólo por las noches, sino también en el comportamiento durante el día.
Esta mañana, Diana se ha despertado y, sin llorar ni nada (yo ya estaba en el trabajo y su padre desayunando) se ha bajado de la cama y ha ido a la cocina a buscarnos tan tranquilamente.
En fin, que estoy contentísima. Y de lo de vivir en un pueblo, ya opinaré más adelante cuando lleve un poco más de tiempo, pero de momento, bien.
Besicos a todas.
Belén