Ayer me dijeron que por la tarde vendrían a casa, y cuando llegaron se presento mi padre con una preciosa silla de madera para mi hijo, para cualquiera es simplemente una silla, para mi es la silla más bonita del mundo, echa con todo el amor que le cabe en ese gran corazón que tiene. Teníais que haber visto la cara de mi padre cuando se la dio, los ojos le brillaban... y cuando el petardo se tiro media hora sentado en ella pintando con sus abuelos, mi padre no pasaba por la puerta... y ya no os cuento cuando le dio un beso al irse, los besos de mi hijo van caros, muy caros!
Mis padres no tienen dinero, a duras penas pueden tirar hacia delante pero tienen algo muy valioso, mucho amor. Con que mi hijo sea la mitad de buena persona que ellos ya me doy por satisfecha.
La silla de madera, el pequeño tesoro de su abuelo.