Lugar donde compartir el día a día de nuestros pequeños.

Moderadores: lolilolo, Titoi, Yuziel, rafi., Tote, Trece, nuriah, rosalina, ilargi, Kim, xirimiri

  • Advertisement

Avatar de Usuario
por solecilla
#152591 13.2.1.2 LA MOTIVACIÓN Y EL USO DE LOS REFUERZOS

Para que nuestra labor educativa este adaptada a las peculiaridades del niño, será imprescindible tener muy en cuenta el aspecto motivacional: la educación habrá de estar de acuerdo con las necesidades e intereses del niño.

Dejando aparte los contenidos concretos de estas necesidades e intereses, podemos decir que una de las necesidades predominantes en el niño: es el juego. Por ello habremos de organizar las actividades educativas de tal forma que todas ellas tengan siempre un cierto carácter lúdico que guste y motive al niño.

Requisito esencial de todo aprendizaje es la atención, y ya sabemos la debilidad característica del niño. Sin embargo, la actividad mantenida y repetida siempre en los mismos términos durante un tiempo prolongado lleva al aspecto contrario: la fatiga y el aburrimiento. Por este motivo habremos de combinar adecuadamente estos dos aspectos de forma que aprovechemos el poder motivante de la actividad. Pero cuidado de no llevar al niño al cansancio físico o psicológico.

Para conseguirlo, hemos de tener en cuenta que cuanto menor sea la edad del niño menor ha de ser la duración de una misma actividad, y más rápido el cambio de una actividad a otra. Como norma general, debemos procurar, en todos los niveles de preescolar, que las actividades se sucedan unas a otras en periodos de tiempo cortos.

El cambio de actividad no siempre supone pasar de una actividad a otra completamente distinta; podemos también atraer la atención del niño introduciendo ciertas variaciones dentro de una misma actividad: nuevas motivaciones temáticas, nuevos grados de dificultad, nuevos ritmos, distintas normas, etc.

Por otro lado, el resultado de la actividad es también un importante factor motivacional, que puede mantener y controlar la atención del niño. Es por ello preciso procurar que toda actividad que el niño realice tenga un resultado claramente perceptible y suficientemente atrayente. Por ejemplo, si en los ejercicios de respiración nos limitamos a que el niño realice una serie de aspiraciones, pronto se cansará de esta actividad, sin embargo si la actividad espiratoria tiene un resultado visible(soplar sobre un globo, un trozo de papel etc.) ello motiva y agrada al niño (anexo 1).
Entroncado directamente con el aspecto motivacional de la educación, esta el problema de la utilización de los refuerzos.

Tradicionalmente la educación ha sido estudios científicos por parte de la “psicología del aprendizaje”. Como resultado de estos estudios se ha visto que, si bien la utilización del refuerzo positivo es útil para fomentar la conducta reforzada, la utilización del refuerzo negativo o castigo para suprimir las conductas indeseables, plantea serios problemas que cuestionan su efectividad, debido a que, aunque en el momento de su aplicación suprime la conducta de forma inmediata, se ha comprobado que no elimina de forma permanente dicha conducta y esta vuelve posteriormente a reaparecer.

Además, el castigo provoca una serie de consecuencias colaterales de tipo emotivo, tales como miedo, ansiedad, sentimientos de revancha respecto al agente castigador etc. que influyen negativamente en la personalidad del niño, y en su modo de reaccionar.

Por ello, en lugar del castigo como método para eliminar conductas, hemos de procurar utilizar el proceso llamado extinción.

Ante una conducta cualquiera, hemos de buscar cuál es el refuerzo positivo que la esta manteniendo. El niño que emite una conducta inadecuad, lo hace así porque en ella encuentra algo que le agrada, lo refuerza positivamente. Se trata , pues, en primer lugar, de descubrir cuál es ese refuerzo y en segundo lugar suprimirlo. Cuando a una conducta cualquiera se le retira un refuerzo que la mantiene, dicha conducta acaba por desaparecer por extinguirse.

De las investigaciones realizadas por la psicología del aprendizaje sobre la utilización de los refuerzos, podemos sacar las siguientes consecuencias pedagógicas:

No se debe utilizar el castigo para suprimir una conducta, puesto que a la larga es ineficaz y además provoca una serie de efectos de tipo emotivo que son contra prudentes para un desarrollo equilibrado de la personalidad infantil.

Para suprimir una conducta, en cambio, se debe recurrir a un proceso de extinción, es decir, retirar el refuerzo que esta manteniendo dicha conducta.

Se debe reforzar positivamente toda conducta adaptativa o que signifique un progreso en el aprendizaje.

De entre los múltiples refuerzos que el educador puede disponer en todo momento destacamos dos: el refuerzo verbal y la atención que el educador presta al niño.

El refuerzo verbal consiste en las palabras de signo valorativo(bien, mal..) que el educador puede utilizar para fomentar o suprimir la conducta de un niño, y para orientarle en sus aprendizajes.

A través de estas valoraciones verbales que el educador establece en cada una de las respuestas y conductas del niño, este encuentra los necesarios marcos de referencia para valorar el mismo si sus conductas y repuestas son o no acertadas.

La atención que el educador presta a las actividades y conductas del niño es otro medio muy útil para controlar su conducta. Muchas de las conductas inadaptadas que el niño presenta en clase(llanto, agresividad, dependencia, posición...) tienen por objeto simplemente atraer la atención del educador, y en numerosísimas ocasiones lo consigue, con lo que quedan reforzadas positivamente, y en lugar de desaparecer, aumenta.

Es por ello, que es importante que el educador sea consciente de este problema y utilice siempre el refuerzo de su atención de forma adecuada. Se debe prestar atención solamente a aquellas conductas que se quiere fomentar, y no prestar atención a aquellas otras que se quiere suprimir.

Para que la utilización de los refuerzos sea eficaz, debe ser siempre coherente, es decir, no puede ocurrir que dependiendo del estado de animo del educador o de cualquier otra razón, una misma conducta del niño sea unas veces reforzada positivamente y otras negativamente. Si no se mantiene de forma constante esta coherencia el niño no podrá asimilar las normas por las cuales una conducta es buena o mala, ya que ante la misma conducta y de forma arbitraria, unas veces obtiene un refuerzo positivo y otras un refuerzo negativo.

Con el fin de no crear procesos de excesiva dependencia del niño respecto al educador que le proporciona los refuerzo, se debe procurar que el niño vaya encontrando los refuerzos en su propia actividad y en sí mismo: una tarea que agrade al niño o el logro de unos objetivos propuestos son potentes refuerzos que el niño adquiere de su propia actividad al tiempo que van creando en él hábitos de estudio y de trabajo.

Simultáneamente a la utilización de los refuerzos el educador ha de explicar siempre al niño, con un lenguaje asequible para él, la razón por la cual su conducta es buena o mala, el niño asimilara la norma y podrá generalizarla a otros casos similares, desarrollando el sentimiento de vivir en un mundo racional, regido por leyes y causas.

Debe evitarse establecer competencias entre los niños por el logro de un refuerzo. A cada niño se le debe reforzar de acuerdo con su conducta, y siempre que ésta suponga un progreso debe ser reforzada. Por ejemplo, si en una tarea cualquiera un niño logra el mejor resultado, debe ser reforzado, pero igualmente deben ser reforzados los niños que en esta tarea hayan logrado un progreso respecto a sus posibilidades anteriores.

Para que sean eficaces, los refuerzos han de ser proporcionados inmediatamente después de la aparición de la conducta que se quiere reforzar.

RECUERDA: las recomendaciones del foro NO PUEDEN sustituir a la consulta con un medico (NI LO PRETENDEN)
por Esther.
#152594 Sole, lo pongo también en Educar con Cariño. :fl

Esther, Pau i Carla

Imagen

Imagen