Lugar donde compartir el día a día de nuestros pequeños.

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por Nurita
#124302 Pues sí, mi peque tiene casi 19 meses y es cabezota hasta decir basta. Cuando no se sale con la suya se pone a llorar sin parar y es desesperante. Por ejemplo,le llevo al parque, pues cuando lleva un poquito se empeña en subir las escaleras y salirse fuera. Como intente volver a meterle dentro me monta unas. No se si será normal o es que me ha tocado un niño difícil
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por cani
#124322 Tu niño está pasando por lo que se llama la primera adolescencia. Está probando su independencia y eso lo hace llevandote siempre la contraria e intentando hacer las cosas por si mismo.

Hay que intentar cambiar el chip, ponernos en su lugar, comprenderlos y entonces pensar bien si lo que queremos es verdaderamente tan importante o si no sería mejor dejarles hacer a ellos.

Por ejemplo cuando salimos al paseo de la tarde
¿es tan importante que lleven la chaqueta azul y no la roja?
¿o ir al parque por la derecha en vez de por el camino de la izquierda aunque sea dando mil vueltas?
¿es primordial quedarnos en el parque si a él se le antoja salirse ya y dar una vueltita por otro lado?
Si total estamos paseando, no vamos a ningún sitio...

Y en caso que por alguna circunstancia no se pueda acceder a lo que quieren, siempre es mucho mejor el sentido del humor y la mano izquierda que un no rotundo y por obligación y además con enfado. Quizás ganarías más cogiéndole en brazos y haciendole cosquillas y así riendo riendo lo vuelves a llevar donde quieres. O le "sobornas" con un ratito a los hombros, que suele encantarles... Para volver a casa por ejemplo cuando no quiere regresar y está especialmente dificil le soborno con su cena preferida, y así lo tengo más fácil... Hay mil trucos para conseguir lo que queremos pero siempre desde el buen humor que siempre es la mejor forma de conseguir las cosas.

Nosotras somos las adultas y no debemos entrar en un juego tipo "a ver quien gana" o lucha de poder, sino comprenderles y tratar de darles la libertad que piden, al tiempo que luego cuando piden de nuevo estar pegaditos a nosotras porque les entra la mieditis estaremos allí para acogerles en nuestras faldas de nuevo.

Te pongo este artículo de Penelope Leach que expresa estupendamente cómo son los niños a esta edad y por qué...

EL NIÑO PEQUEÑO: DEL AÑO A LOS DOS AÑOS Y MEDIO

ME HA PARECIDO MUY ESCLARECEDOR DE CUALES SON LOS SENTIMIENTOS DE LOS NIÑOS EN ESTA EDAD DIFICIL PARA ELLOS Y PARA LOS PADRES. AYUDA VER LAS COSAS DESDE SU POSICIÓN, Y NO SOLO DESDE LA NUESTRA. ESPERO QUE OS SEA DE AYUDA EN ESOS MOMENTOS EN LOS QUE DESEAS QUE ALGO TE AYUDE A MANTENER LA CALMA.


EL NIÑO PEQUEÑO: DEL AÑO A LOS DOS AÑOS Y MEDIO

El niño pequeño ya no es un bebé que se siente parte de usted, que la utiliza como medio de control, como la persona que le facilita las cosas, como espejo de sí mismo y del mundo. Pero todavía no es un niño, dispuesto a veda como persona por derecho propio, a aceptar la responsabilidad por sí mismo y por sus acciones en relación con usted. Ha empezado a ser consciente de que usted y él son personas separadas. A veces afirma esta individualidad recién descubierta gritando «¡No!» y «jDéjame!», oponiéndose a su control y ayuda cada vez que surge un tema. Pero otras veces se aferrará a usted, llorará cuando salga de su habitación, extenderá las manos para que lo coja en brazos y exigirá, con la boca abierta, que lo alimente.
Su comportamiento intermedio es confuso para usted, pero es doloroso para él. Tiene que convertirse en persona por derecho propio, pero se siente más seguro si continúa siendo posesión de usted. Ha de empezar a rechazar su control total sobre él, pero le resulta más fácil aceptado. Tiene que desarrollar gustos y aversiones propias, perseguir sus propios fines, incluso cuando se contradicen con los de usted, aunque ese conflicto le parezca desesperadamente peligroso. Todavía la quiere con una pasión sin igual y depende por completo de usted para encontrar apoyo emocional. El imperativo del desarrollo de la independencia entra en conflicto con el imperativo emocional propio del amor.
Si espera que el niño pequeño siga siendo lo que fue, un bebé comparativamente manejable, tendrá que chocar directamente con usted. Él necesita su amor y aprobación, pero su impulso por crecer no le permitirán aceptados al precio de una excesiva dependencia. Si usted espera que se convierta de la noche a la g1añana en 10 que será (un niño sensible), él se sentirá inadecuado. Necesita de su ayuda y su consuelo, y si se 10 retiran, no sabe arreglárselas. Tratado como un pequeño, será rebelde. Tratado como mayor, será un quejica.
Hay un camino intermedio que le permite aventurarse, al mismo tiempo que le ofrecemos seguridades contra posibles «desastres»; ayúdelo a probar, pero amortigüe sus fracasos; ofrézcale una firme estructura para un comportamiento aceptable, pero de tal modo que no dañe su naciente sentido de ser dueño de sí mismo. Depende de la comprensión o del rechazo para que no se deje engañar por las apariencias. En muchos aspectos parece bastante más crecido de lo que él mismo se siente. Su capacidad para hablar, caminar y jugar se ha desarrollado hasta el extremo en que parece haber pocas diferencias con respecto a un niño de tres años, pero su com
prensión y su experiencia todavía no están a esa altura. Si lo trata como un
bebé, lo frenará. Tiene que aprender a comprender. Debe adquirir experiencia. Pero si lo trata como lo haría con un niño en edad preescolar, lo someterá a una presión excesiva. Se le tiene que enseñar a comprender y sus experiencias tienen que ser manejables.
La clave para comprender al niño pequeño radica en comprender el desarrollo de sus procesos de pensamiento. Sólo en la medida en que éstos maduren, esas emociones conflictivas y habilidades engañosas se unen para formar un todo razonable y manejable en que ya se ha convertido el niño.
La memoria del niño pequeño, por ejemplo, no funciona todavía como lo hará cuando sea mayor. Recuerda a personas, lugares, canciones y olores tan bien como usted, pero su memoria para algunos detalles sigue siendo muy corta. Cuando era un bebé y hacía cosas propias de bebé, eso no era importante ni parecía muy evidente. Pero ahora trata de hacer cosas de niño mayor, de una forma vital y cuidadosa. Día tras día tropieza y se cae
con el escalón que hay entre la cocina y el salón. Irritada y preocupada por los golpes que se da en la cabeza, usted se pregunta si aprenderá alguna vez. Aprenderá, pero necesitará su tiempo. No puede «llevar el escalón en la cabeza» hasta que la experiencia repetida le haya dado finalmente un lugar permanente en su memoria. Cuando era un bebé, su tarea fue evitar que se cayera.. Ahora, cuando ya es un niño pequeño, su tarea consiste en indicarle
. la presencia del escalón. Pero en estos momentos la tarea principal consiste en modificar los dolorosos resultados de esa serie de experiencias y refrescar esa memoria. Puede que tenga que acolchar el escalón y a continuación recordarle su presencia.
Del mismo modo que el recuerdo de las cosas ocurridas en el pasado es selectivo, también lo es su capacidad para la premeditación. Aunque entiende que usted se va a trabajar al verla con el maletín en la mano, no prevé los resultados de su propio comportamiento. Si es capaz de subir esa escalera de mano que tanto le atrae, lo hará. No puede pensar por adelantado en el problema de cómo volver a bajar. A menudo, las dificultades con la memoria y con la previsión se combinan para producirle problemas. Se le ha reñido una y otra vez por girar los botones de la televisión, pero cuando hoy se acerque al aparato no recordará los regaños anteriores ni preverá el próximo que se le avecina. Esos botones lo atraen como un imán.
Como no puede pensar por adelantado, apenas es capaz de esperar para hacer lo que sea. Si quiere algo, lo quiere ahora, y sus gritos empiezan incluso cuando la ve quitar la envoltura del anhelado polo. Incapaz de esperar por las cosas que le gustan, no soporta ni siquiera la pequeña incomodidad
actual para estar más cómodo un poco más tarde. Gimotea desconsolado porque el polo lo ha dejado pegajoso y, sin embargo, se opone al paño húmedo con el que se le pretende lavar la cara y que le producirá alivio. Sólo tiene la posibilidad de vivir el momento presente.
Otro tipo de inmadurez similar en su pensamiento hace que también tenga problemas en sus relaciones con las personas. La quiere a usted. Todo el mundo le dice que él la quiere mucho. Él mismo también se lo dice y al recibir usted su enorme abrazo y su sonrisa maliciosa o su risa de satisfacción, puede estar segura de que la ama. Y sin embargo, a menudo no puede comportarse de la forma en que los adultos pensamos como «cariño». No puede ponerse en lugar de usted, ni ver las cosas a través de sus ojos. Detestará que usted se ponga a llorar, pero serán los sentimientos que provocan sus propias lágrimas lo que le disgustará, y no los sentimientos que la presencia de esas lágrimas representan en usted. Su tarea todavía no consiste en tener en cuenta los sentimientos de otras personas; antes tiene que reconciliarse con los propios sentimientos. Si él le pega, y usted le devuelve el golpe para demostrarle «lo que se siente», le habrá dado una lección que no está preparado para aprender. Llorará como si golpear fuera una idea totalmente nueva para éL No establece relación alguna entre lo que le hizo y lo que usted le ha hecho a él, entre los sentimientos propios y los de usted.
A menudo incluso sus propios sentimientos son un verdadero misterio para éL No sabe lo que siente ahora, yeso, combinado con su incapacidad para recordar lo que sintió la última vez, o para predecir lo que sentirá después, hace que le sea tremendamente dificil tomar decisiones. «¿Quieres quedarte conmigo o ir a la tienda con papá?», parece una elección sencilla e insignificante, pero no es ni tan directa ni tan poco importante para el niño pequeño. ¿Con quién de los dos disfrutará más? ¿Con quién disfrutó más la última vez? ¿Qué tiene ganas de hacer ahora? No lo sabe y no puede saberlo. Vacila en su decisión, y sea ésta la que fuere, se siente desdichado.
Tendrá que aprender a tomar sus propias decisiones. Nadie puede madurar si alguien toma todas las decisiones por éL Pero practicar la toma de decisiones debería hacerse con aquellas en las que no tenga nada que perder. Si tiene que elegir entte dos dulces, «¿Cuál te comerás primero?» es la pregunta que él puede considerar sin sentir tensión alguna. Al fin y al cabo, tiene los dos a su disposición. Nadie le quitará el dulce que decida no comerse primero. Y puede cambiar de opinión seis pegajosas veces si así lo quiere.
El lenguaje del niño puede causarle problemas al sugerir que su comprensión es mayor de lo que es en realidad. Aprende palabras nuevas y las verbaliza cada vez más libremente, pero a muchas de ellas todavía les faltan los ~cados más sutiles. Puede utilizar la palabra «promesa», por ejemplo, posiblemente no comprenda el concepto que suele transmitir esta palabra. Si le ofrece cinco minutos más de juego, prometerá irse a la cama inmediatamente después. Pero tras esos cinco minutos quiere otros cinco. Entonces no entiende el reproche de su voz cuando le dice: .Pero me has promerido......

Las palabras también le producen problemas con la verdad. Quizá ho..:- = ya con la suficiente fluidez como para expresar frecuentes acusaciones negativas cuya exactitud todavía no significan nada para él. Habla según lo que siente. Puede que haya sido el perro el que haya causado ese charcc =
desea que hubiera sido así, y lo dice de ese modo. Cuando, en el transcurso de una pelea con su hermana se cae y se hace daño en una rodilla. ~: que ella lo empujó. En realidad, ella no le hizo nada, sino que más bien ~ rió sus sentimientos. Lo que dice es una especie de verdad sentida, que resulta ser bastante diferente que la verdad de los adultos.
Más adelante podrá usted demostrarle el valor de las promesas hechas responsablemente y mantenidas a rajatabla, de la verdad dicha y de las mentiras que hay que evitar. Pero todavía es demasiado pronto. No lo atosigue
con conceptos que no puede comprender. Está haciendo lo mejor que puede por agradar, pero si espera demasiado de su nivel, fracasará.
El ritmo evolutivo del niño le ha indicado que ya es hora de dejar de ser un bebé y progresar hacia el esta tus de individuo. Si lo trata como a un bebé, luchará con usted a lo largo del camino y, al final, se ganará su independencia, porque eso es lo que debe hacer. Pero la ganará a un precio terrible, pagado en forma de amor perdido.
Ese ritmo evolutivo todavía no equivale a «niñez», por lo que tampoco serán efectivos los intentos por disciplinarlo como se disciplina a un niño. Se enfrentará usted a una falta de comprensión que parece como si fuera un desafio, y cada batalla en la que participe terminará con amor perdido. Así pues, no intente conseguir el control absoluto y no participe en batallas morales. El pequeño será «bueno» si tiene la sensación de hacer lo que usted desea de él y no tiene ganas de hacer cualquier cosa que a usted le disguste. Con un poco de astucia, puede organizar su vida y sus temas en particular como un todo, de tal modo que ambos deseen lo mismo la mayoóa de las veces. El pequeño tiene los cubos de plástico desparramados por el suelo, y usted quiere que la habitación esté ordenada. Si le dice que los recoja, probablemente se negará. Si insiste, se entablará una pelea que usted no puede ganar. Si le grita o le castiga, lo reducirá al desconsuelo, pero nada de eso hará que recoja los cubos del suelo. En cambio, si le dice: «Apuesto a que puedes guardar todos esos cubos en la bolsa antes de que yo haya terminado de recoger estos libros», habrá convertido todo el asunto en un juego. Entonces él deseará hacer lo que usted quiere que haga, y lo hará. No lo hará «por mamá», y tampoco por ser un «buen chic~»,sino porque usted ha conseguido que desee hacerlo. Y en eso consiste el truco. En dirigir su vida al prever las dificultades y soslayarlas, al evitar las órdenes absolutas que serán absolutamente rechazadas, al dirigir y guiar al niño hacia el comportamiento que desea que muestre, porque nada le ha hecho desear comportarse de otro modo.
La recompensa es diversión para todos, en vez de enfrentamiento. Pero la recompensa que se obtendrá después es mucho más importante. Este niño pequeño, que todavía no sabe distinguir lo correcto de lo incorrecto, que no puede elegir entre comportarse bien y mal, está creciendo. Llegará el momento en que comprenderá cuáles son los sentimientos y los derechos de usted, que recordará las instrucciones que se le han dado, que preverá los resultados de sus acciones, comprenderá las sutilidades del lenguaje cotidiano y reconocerá los sentimientos y los derechos de los demás. Cuando llegue ese momento, podrá ser «bueno» o «revoltoso» a propósito. Lo que elija entonces dependerá en buena medida de lo que sienta sobre sus adultos «especiales». Si llega a esa siguiente fase del crecimiento con la sensación de que ustedes son básicamente cariñosos, que aprueban lo que hace y que están de su parte, querrá agradarles (en la mayoría de las ocasiones).Así pues, y con numerosos lapsos, se comportará como ustedes desean. Pero si llega a esa fase con la sensación de que son ustedes abrumadores, incomprensibles y que están contra él, quizá ya haya decidido que no vale la pena intentar agradarles porque se enfadan a menudo con él, y porque es demasiado peligroso amarles, debido a que con mucha frecuencia ha tenido la impresión de que ustedes no le amaban.
Si alguna vez se preguntan si están siendo demasiado débiles y condescendientes con su hijo pequeño, o si alguien les sugiere que ha llegado el momento de ser más duros con él, miren hacia delante. Si el niño cumple sus tres o cuatro años sin buscar su aprobación, sin sentirse cooperativo, sin
seguridad de amar y ser amado, habrán perdido la base para una «disciplina» facil y efectiva durante toda la infancia. En esta fase de su desarrollo, un niño feliz es un niño fácil de llevar ahora, y un niño fácil de llevar ahora,
también lo será en el futuro.


Este y otros artículos sobre crianza y educación muy interesantes los puedes encontar aquí...
http://www.dormirsinllorar.com/foro/vie ... 5db4b025dd

Cani+Patri 9/12/2004
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por PilarBcn
#124339 Fantástico libro el de Penélope Leach de donde está sacado este artículo. Me lo regaló mi marido al nacer nuestra hija, y es un excelente libro de consulta. Se lo recomendé a Rafi para la tienda, pero no lo debe haber encontrado... Lástima, porque es muy bueno y respetuoso. :fl

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por Nurita
#124360 Gracias Cani por este estupendo artículo. La verdad es que yo pierdo pronto la paciencia y encima me parece que mi peque es el más rebelde de todos porque lo manifiesta todo con mucha energía.
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por mariquilla
#124371 El libro "el mundo emocional del niño" es fantástico. Lo recomiendo encarecidamente.

Mamá de JULIO (3/12/2004)
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por PilarBcn
#124602 Gracias por la recomendación, Mariquilla. Yo "El mundo emocional del niño" no lo he leído.

Al que me refería era a "Bebé y Niño: Guía esencial para padres" Penelope Leach, Ed. Grijalbo, S.A. (España) ISBN 84-253-3459-4.

Pongo todos los datos por si a alguien le interesa. El artículo de Cani está extraído de él.

Besos :fl

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por mariquilla
#124622 A mí misma, pilar :mrgreen: , gracias :fl

Mamá de JULIO (3/12/2004)
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por Mirellagm62
#125577 Alex es más pequeño, aun ni ha echo el año....y ya es cabezota como adulto. Si no le dejas hacer lo que el quiere hay veces que se pilla unos rebotes......y esto que es? una "primera adolescencia" prematura?? yo creo que es de ideas fijas porque su padre y yo somos así también...... :oops: Que le vamos a hacer......
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por cani
#125587 Todos los niños son de ideas fijas y a ninguno le gusta que le contrarien. Lo que hay que hacer a estas edades tan tempranas es distraerles con alguna otra cosa que les guste, por suerte su capacidad de concentración es muy pequeña y en dos segundos ya están preocupados por alguna otra cosa, así que distraerles con un año es facilísimo.

Del mismo post que puse al principio de educar con cariño y de la misma autora:


OTRO FRAGMENTO DEL LIBRO BEBÉ Y NIÑO DE PENELOPE LEACH, ED GRIJALBO:

EL BEBE DE 6 A 12 MESES: COLERA Y FRUSTRACIÓN

Una vez que el bebé puede ir a lugares diferentes y hacer cosas a su voluntad, le resulta cada vez más frustrante que los adultos se LO impidan. Para cuando cumpla su primer año, esa clase de frustración puede ser la causa más común del llanto.
El bebé que gatea y explora debe ser controlado constantemente, por su propia seguridad y la de los objetos.Apartarlo ocho veces en diez minutos de la puerta de la nevera quizá la vuelva loca, pero a él también lo desespera. Lo que quiere es abrir esa puerta, y aún le faltan muchos meses para comprender por qué no debe hacerlo o incluso para recordar que usted no se lo permitirá. Cuanto mayor se haga y más cosas descubra, más deseará explorar y hacer, y más se enfadará cuando se le impida hacerlas, ya sea por parte de usted o como consecuencia de su propia incompetencia.
Debe detener al bebé e impedir que haga cosas que no son seguras o que pueden ser destructivas. Y él tiene que tratar de realizar tareas enloquecedoramente difíciles para aprender. Así que es inevitable que se produzca algún que otro llanto de cólera y frustración. Pero un bebé que se siente obstaculizado en sus acciones por los adultos que lo limitan, o que sale continuamente derrotado por su propia inmadurez, no adelantará mucho en su desarrollo. Tiene que encontrar un cierto equilibrio entre demasiada frustración y muy poca.
Si usted o su cuidadora tienen que frustrar al bebé porque lo que desea hacer es peligroso o le puede causar daño, utilice la gran facilidad con la que se le puede distraer. No hay necesidad de entablar una larga pelea con él por la puerta de la nevera. Sáquelo inmediatamente de la cocina y, tras una breve explosión de cólera, él se olvidará del asunto... por el momento. Esa noche, ponga en la puerta un seguro a prueba de niños y cuando a él se le ocurra volver a abrirla al día siguiente, sólo se sentirá momentáneamente furioso al comprobar que no puede. Una vez que sepa que no puede hacerlo, dejará de intentarlo y dedicará su atención a otra cosa.
Cuando el bebé se frustre a sí mismo, le cabe a usted juzgar si puede aprender algo de la situación en que se ha metido, o si es mejor dejar que se desfogue con una llantina de furia frustrada. Si hace esfuerzos por abrir la tapa de la caja de juguetes y hay una buena posibilidad de que lo consiga, déjelo hacer. El éxito hará que haya valido la pena el esfuerzo. Pero si se da cuenta de que no lo conseguirá por sí solo, ayúdelo pronto antes que tarde. N o ofenderá su dignidad al interferir. Para él todavía no es importante arreglárselas por sí solo. Lo único que quiere es abrir esa tapa, sin importarle cómo.
Algunos bebés parecen tener mayor tolerancia que otros a la frustración; un revés que hace aullar a uno, sólo provoca una sonrisa en otro. Los padres no pueden hacer gran cosa respecto a estas diferencias innatas, por lo que no vale la pena preocuparse por ellas. Por otro lado, no llegue tampoco a la conclusión de que como son parcialmente innatas, hará mejor en resignarse a ellas para siempre. Es un error tan grande considerar el temperamento del bebé como innato en este segundo semestre como lo fue en el primero. Puede desarrollar una paciencia y tenacidad excepcionales, aun cuando ahora se sienta facilmente frustrado. Por otro lado, ser plácido ahora no garantiza que no afronte la vida con energía después. Al sintonizar semana a semana con las actitudes del bebé y manejarlas del modo que sugieren las pistas que transmite, estará usted haciendo las cosas lo mejor posible.
Pero aunque algunos bebés lloran más facilmente que otros y es inevitable que se produzcan esas llantinas, la cantidad general de llanto del bebé constituye una especie de índice de lo satisfecho que se siente con la vida. Si para él nada parece salir nunca bien durante más de cinco minutos seguidos, vale la pena sentarse y pensar qué es lo que le altera con mayor frecuencia. Aparte del dolor, la. enfermedad, el cansancio, el hambre o la sed, su llanto es más probablemente una reacción ante la sensación de soledad, separación o temor, una señal para que usted haga algo en su nombre, o una explosión de frustración y cólera. Si logra descubrir cuál es la emoción que causa la mayoría de los llantos del bebé, quizá pueda ofrecerle lo que más necesita, ya se trate de una sensación de seguridad extra, de una respuesta más rápida o de una mayor libertad que lo transforme en un bebé más feliz y por tanto de trato más facil.

Cani+Patri 9/12/2004