Pablete llevaba varios días sin ver a su padre, tema trabajo. El Jueves ya estaba durmiéndose cuando le escuchó entrar: ¡Es papá!, "si mi vida, ahora viene a darte un beso"... y los dos nos quedamos dormidos. Su padre no entró por no despertarle (ultimamente nos cuesta alrededor de una hora que se duerma, "dormir le aburre" dice).
El Viernes el padre llegó cuando le estaba poniendo el pijama, para el peque tarde, y según le ve le suelta un TONTO de órdago. El padre se da media vuelta y se va.
No se hablaron, ni se miraban. Le digo a mi marido que eso no es normal y me dice que él sabe como tiene que tratar a su hijo. Paso de discutir y nos vamos a dormir como si el padre no estuviera.
Al día siguiente, Sábado por la mañana, le digo a Pablete que es fiesta y que papá está en la cama (siempre corre a despertarle) pues ni se acerca a la habitación, al rato, yo como si nada le insisto que papá está durmiendo y me dice que no quiere ir a despertarle, comienzan las preguntas y respuestas, no va porque papá no le da beso por la noche. Le explico que sí, que estaba dormido.
A partir de ahí todo un despropósito: Pablete como un perrillo detrás de su padre y el padre sigue en sus trece sin hablarle. Hago que recojo cosas del salón y fulmino al padre con la mirada (ésto va demasiado lejos) y le digo: no es así, que tienes cuarenta años, ya te vale. Se lo digo con la voz mas dulce que puedo para que el niño no se entere.
Salgo del salón y oigo a Pablete: ¿Estás enfadado?¿Por qué tienes la cara seria?....el padre no contesta...y su hijo le dice "Papá no estes serio te quiero mas que a nada".
Al padre no le quedó mas remedio que claudicar ante esta lección magistral de amor.
Mi reflexión: el padre no tenía que haber recibido esta lección, tedría que haberla dado. Es triste, muy triste, sigo llorando.