- Vie, 23 Feb 2007, 22:54
#111780
En parte estoy de acuerdo contigo y en parte no. Es cierto lo de la doble moral y es cierto que eran las empresas del primer mundo (es triste, pero ¿quién investiga?) las que producían las semillas transgénicas y se vendían al tercer mundo (en parte porque iban dirigidos a ellos). Y por parte de la UE es muy bonito decir de repente (después de décadas) "huy, los transgénicos son malos, ya no los queremos", poner campañas en todos los medios, como si fueran cancerígenos, y no es así. Por otro lado nunca los ha comprado,es excedentaria en casi todo y siempre ha dado prioridad a sus propios productos (de allí la necesidad de los acuerdos del GATT para poder vender dentro de la UE). En cuanto a los sistemas de agricultura del tercer mundo y de los países en desarrollo no lo simplificaría tanto. No se trata de que ellos cultivaban sus alimentos de forma natural como hacen los indígenas y en las últimas décadas llegamos nosotros y les enseñamos a cultivar a nuestra manera. Allí tb existen latifundios "desde siempre". Es más, más que aquí por lo grande de sus extensiones.
Los agricultores de los otros países no sólo aceptaron las semillas transgénicas porque el primer mundo las vendió bonitas. Como ya he dicho arriba los transgénicos permiten cultivar en lugares de sequía, en lugares de enfermedades endémicas, y reducen los costos de los cultivos (las semillas son caras, pero el cultivo se abarata, con lo que algunos agricultores pobres se los pueden permitir).
Por parte de Greenpeace yo estoy a favor de algunas campañas que hacen, pero de otras no. Y esta es una de ellas. Como aquella vez que no permitía la entrada de un barco cargado con toneladas de trigo de Argentina: ¿a quién hacen daño, a la UE que no sabe qué hacer con su propio trigo o a los agricultores argentinos?
La FAO es para la agricultura como la OMS lo es para la medicina. Como cualquier organización cuenta con técnicos y médicos, y es bastante crítica en muchos aspectos. Ella apoya a los transgénicos y la investigación en ese sentido (sin embargo ya escribí que con la LM echaba un rapapolvo a los países desarrollados).
Escribo algunos párrafos del enlace que pasé.
Estos productos y procesos (resistencia a insectos; resistencia a herbicidas; cambios en la composición de aceites; poscosecha prolongada) están coadyuvando a reducir los costos de producción de soya, maíz y algodón; a prevenir la erosión del suelo en combinación con la tecnología de siembra directa en el caso de la soya; y a reducir sustancialmente la aplicación de insecticidas en el caso del algodón y del maíz.
Se han asimismo elevado argumentos a favor de la utilización de la herramientas biotecnológicas en pro de una mayor y más estable seguridad alimenticia, aportando ventajas agronómicas y nutricionales a mediano y largo plazo especialmente para pequeños productores localizados en zonas sometidas a estreses de sequía, salinidad de suelos y bajo el constante ataque de plagas que disminuyen significativamente la producción, afectan la calidad y son causa del desmedido uso de insecticidas que afectan negativamente a la salud humana y al ambiente.
Más allá de estos espectaculares avances, especialmente los cultivos transgénicos, se han despertado preocupaciones a nivel del público y de los medios de comunicación existiendo dilemas asociados a la introducción de cultivos transgénicos en los sistemas agrícolas o en las cadenas de alimentos. Estos dilemas han dividido a la opinión pública en una disputa muy árida y muchas veces violenta que se está radicalizando en muchos países de América Latina. Sin embargo, como ha sido el caso de la adopción de otras tecnologías, la humanidad siempre se ha resistido a los cambios sometiéndolos a diferentes visiones y perspectivas éticas.
Falta de datos científicos, opiniones y visiones no basadas en información confirmada, riesgos potenciales no identificados e ignorancia sobre los temas biológicos confunden la discusión racional concerniente a la liberación de las plantas transgénicas. Casos críticos de oposición política que han sido secundados por pensamientos e información no confirmada han causado la prohibición de la investigación y de la evaluación de los riesgos de las plantas transgénicas en algunos países de la región (América latina y el Caribe).