- Vie, 02 Feb 2007, 23:32
#104706
Durante mi segundo embarazo lo he pasado bastante mal a nivel emocional, tenía muchos miedos, no como los del primer embarazo, miedo al cambio de vida, a si sabré cuidar al bebé, etc. Esta vez mis miedos eran si querría a mi segunda hija o si simplemente había decidido tener otro hijo buscando una nueva Ainara, miedo a no ser estar a la altura que esta hija merecía por compararla con la anterior y buf, un montón de cosas más. En los momentos peores mi marido, el psicólogo incluso la matrona o el gine, me decían que esas dudas eran normales que cuando la tuviera en brazos todo desaparecería.
Y así fue. Cuando tuve a Leire en mis brazos me volví a sentir feliz de nuevo. Ya no era una madre incompleta a la que le faltaba su hija, de nuevo sentía esa sensación tan maravillosa como es la de tener un hijo.
Y así empecé la segunda etapa de mi vida, con una preciosa niña entre mis brazos y su hermana en mi corazón. Y le agradezco a Leire que haya demandado mi presencia constantemente a diferencia de su hermana que desde el primer día se durmió solita, nunca lloró para dormir, ni nada. Porque cuanto más me necesitaba Leire más segura en mí misma me sentía yo como madre. Todos esos momentos que he pasado (y sigo pasando) con ella en mis brazos, acunándola, meciéndola, besándola me han servido para unirme más a ella si cabe. No sé si me explico, a veces me expreso muy mal, lo siento. Quiero decir que tenía tanto miedo a no ser la madre que ella se merece que el ver que ella me necesitaba tanto, notar que se tranquilizaba con sólo oir mi voz o sentir mi cuerpo que ha dado la seguridad que necesitaba, no sé necesitaba una señal de que lo estaba haciendo bien, que mi hija se sentía bien conmigo.
Así que gracias hija mía por ayudare día a día a ser una buena madre para ti.
Y así fue. Cuando tuve a Leire en mis brazos me volví a sentir feliz de nuevo. Ya no era una madre incompleta a la que le faltaba su hija, de nuevo sentía esa sensación tan maravillosa como es la de tener un hijo.
Y así empecé la segunda etapa de mi vida, con una preciosa niña entre mis brazos y su hermana en mi corazón. Y le agradezco a Leire que haya demandado mi presencia constantemente a diferencia de su hermana que desde el primer día se durmió solita, nunca lloró para dormir, ni nada. Porque cuanto más me necesitaba Leire más segura en mí misma me sentía yo como madre. Todos esos momentos que he pasado (y sigo pasando) con ella en mis brazos, acunándola, meciéndola, besándola me han servido para unirme más a ella si cabe. No sé si me explico, a veces me expreso muy mal, lo siento. Quiero decir que tenía tanto miedo a no ser la madre que ella se merece que el ver que ella me necesitaba tanto, notar que se tranquilizaba con sólo oir mi voz o sentir mi cuerpo que ha dado la seguridad que necesitaba, no sé necesitaba una señal de que lo estaba haciendo bien, que mi hija se sentía bien conmigo.
Así que gracias hija mía por ayudare día a día a ser una buena madre para ti.
)
que después d todo lo q habreis pasado, aún tienes tanto...tanto...amor que dar, que Leire es el mejor resultado!!!!
