Estoy eternamente agradecida a todas aquellas personas que me ayudaron en el camino, que me hicieron sentirme segura, a todas aquellas que me brindaron toda la información para que pudiese estar segura de que hacía lo mejor, a las que me apoyaron, a las que me escucharon...
Y gracias, sobre todo, a mi hija, por haberme dado esos momentos tan mágicos y de tanta complicidad de ambas, por haberme dejado disfrutar todas estas horas del calor de su cuerpo, por hacerme sentir tan importante, por hacerme sentir casi imprescindible (que, al contrario de lo que todo el mundo piensa, para mí es algo precioso).
48 meses, madre mía...cómo pasa el tiempo