esta es una carta de despedida que te debo. ¡Quién lo iba a decir cuando empezó nuestra relación! Allá por el mes de Abril, cuando por desgracia me tuve que incorporar a trabajar, me negué a introducir leche artificial a mi hijo, así que hice con la infraestructura que me permitiera continuar dandole leche materna en el tiempo que yo podía estar con él: un bolso discreto, una neverita, un fresquito (jamás he sabido como llamarlo), unos cuantos biberones, bolsitas para conservar la leche... y también una gran dosis de paciencia para aguantar a todos aquellos que me taladraban los oidos diciendo que no merecía la pena... Pero qué equivocados estaban!
Y empecé los primeros días, dejé de desayunar y tener comidas tranquilas para poder sacar ratitos para que tú y yo estuviéramos juntos. ¡Qué manía te tenía al principio! Recuerdo la angustia de no conseguir la cantidad de leche que necesitaba para el día siguiente, los miles de métodos que probé para relajarme: respirar profundo, ver fotos del bebé, vídeos, cerrar los ojos, viajar con la mente... Los primeros días fueron difíciles. El entorno tampoco acompañaba, jeje, encerrada en el cuarto de baño, mientras oía cómo las compañeras entraban en los de al lado, peleando con la luz del mío, que insistía en apagarse, y diciéndole a la de la limpieza cuando aporreaba la puerta que no podía salir... En fin, que no invitaba precisamente a relajarse.
Poco a poco la teta y tú empezasteis a coger confianza y todo empezó a fluir. Yo cogí la rutina y empecé a ver como normal ir cargada con los dos bolsos y haber cambiado cafelito y charlita con los compis para pasar un rato junto a tí.
Y así han ido pasando los días y los meses. Hoy será el último día que voy a pasar un ratito contigo. Coincidiendo con este día gris lleno de lluvia, hoy termina en mi trabajo la jornada intensiva de verano, y el lunes empiezo con la jornada reducida. Como no me lo han puesto precisamente fácil y además voy a estar fuera de casa menos horas, después de mucho pensarlo he decidido poner fin a nuestra relación. A partir del lunes nos apañeremos sin tí.
Y ¿sabes una cosa? Después de todo, con la manía que te tenía al principio y lo que protestaba por tenerte que llevar conmigo a todos sitios, creo que te voy a echar de menos. Echaré de menos ese ratito en el que por fin pude disfrutar, porque lo tomé como un paréntesis que dedicaba a pensar en mi pequeño y olvidar por completo por un momento las preocupaciones del trabajo. Te lo confesaré: me siento nostálgica.
Por último, necesito darte las gracias, gracias porque a través de nuestra relación amor-odio mi pequeño ha podido recibir durante todos estos meses lo que en mi casa llamamos oro blanco.
Hasta siempre querido sacaleches.
(Perdón, por el tostón... pero necesitaba expresarme. También lo hago para dar una palmadita de ánimo a las que están empezando con a utilizarlo y desesperan porque no sale nada. Tranquilas, que se consigue... y fijaos, cuando lo dejas de usar lo echas de menos... que tontería más grande!!)