Sólo quiero compartiros que estoy fascinada con la teta. Nunca me imaginé que fuera tan bonito amamantar a mi hijo. Yo que pensaba que lo de la teta era cuestión de tres meses y luego directos al bibe, mi peque me ha hecho aprender las maravillas de la lactancia materna.
Al principio era alimento, calor, seguridad. Llega el verano y se convierte en apaciguador de sed, llega el invierno y se convierte en calefacción. Empieza a comer y se convierte en postre. Para la siesta y la hora de domir es magnífico somnífero (para mí y para él). Ahora que camina y se da golpes se ha convertido en anestesia.
En fin... que nos encanta.