Respira. Serás madre toda tu vida.
Enséñale las cosas importantes, las de verdad: a saltar en los charcos, a observar a los bichitos, a dar besos de mariposa y abrazos muy fuertes.
No olvides esos abrazos y no se los niegues nunca. Puede que dentro de unos años los abrazos que añores sean los que no le diste.
Dile cuánto le quieres siempre que lo pienses.
Déjale imaginar, imagina con él.
Déjale llorar, llora con él.
Las paredes se pueden volver a pintar, los objetos se rompen y se reemplazan continuamente, los gritos de mamá duelen para siempre.
Puedes fregar los platos más tarde: mientras tú limpias, él crece.
Él no necesita tantos juguetes. Trabaja menos y quiere más.
Y sobre todo, respira.
Serás madre toda tu vida, él solo será niño una vez.
Escritora, bloguera, traductora, y un montón de cosas más...
Mi blog: El mundo de Kim