- Dom, 25 Mar 2012, 23:04
#405362
Muchas gracias a las dos por vuestras respuestas tan rápidas.
Os cuento. A ver, estaba convencida de que estaba a gusto con él, lo que pasa es que llevo algún tiempo sin ir (cada sesión me cuesta 85 euros y llevaba 4 años sin trabajar para estar con los peques así que para nuestro nivel económico es un gran esfuerzo aunque ahora hace unos meses que trabajo. También he de decir que siempre me ha dejado claro que el dinero no es importante y que puedo pagarle cuando pueda pero es que me da cosa ir sino dispongo del dinero). En un principio me hizo explicarle los pros que le encontraba a la crianza con apego y los contras de ésta. Me dijo que si usaba palabras que no me gustaban y me resultan incómodas que se lo hiciera saber porque las cambiaría y encontraríamos un lenguaje que me fuera cómodo. Por supuesto que ha usado palabras que no me gustaban y las hemos ido cambiando pero hace días que reflexiono y pienso que aunque cambiemos esas palabras el fondo es el mismo. Me dijo que la crianza con apego le parecía buena, que lo estaba haciendo bien pero que había que reforzar algunas cosas. Que no era perfecta y que yo tenía que encontrar en ella mi propio camino. Me pareció muy coherente. Yo iba porque tengo muchas cargas negativas de mi infancia. El psicólogo me ha explicado que mi esquema familiar ha sido no el peor pero si uno de los peores ya que por circunstancias mis padres jamás ejercieron como tales si no más bien como mis hermanos y he crecido sin unas figuras paternas como referencia. A parte mi madre era la típica de zapatilla, cinturón o torta y además siempre por tonterías. Mi adolescencia con ellos fue un infierno y aunque ahora nuestro trato es constante y "cordial" (siempre estamos discutiendo y hablándonos mal pero es que es como ellos me han enseñado a relacionarme con ellos. Este fue uno de los motivos de ir al psicólogo porque me gustaría poder perdonarlos y sentirme a gusto con ellos y de momento me es imposible. La vida pasa y no quiero que un día se vayan sin haber solucionado esto. Además creo que mis hijos vean que nos tratamos así no es muy educativo para ellos). Soy una persona que siente mucha ira y enfado y depende del momento (ovulación, menstruación sobretodo) me cuesta un infierno controlarme. Quería aprender a gestionar mis emociones de una forma mejor, aprender lo que nadie hasta ahora me ha enseñado. Soy gritona por naturaleza pero es que en casa de mis padres hasta para dar las gracias parece que te estás insultando. No recuerdo ni las décadas en las que mis padres no me dan un beso ni yo a ellos excepto los de adiós y hola cuando nos vemos cada x tiempo ya que vivimos en comunidades diferentes. En cambio con mis peques nos comemos a besos. La cosa es que hasta los dos años lo de los gritos lo llevaba bien y casi nunca había levantado la voz. Pero últimamente a veces me parece que sólo grito, cuando me doy cuenta pido disculpas y bajo la voz cambiando el tono pero a veces parezco una histérica o por lo menos yo me veo así. Unai ha pasado un tiempo, desde los dos años y medio hasta hace unos meses, con unas rabietas terribles. Podía pasarse una o una hora y media (de reloj) llorando, gritando y golpeando. Yo consideraba que era normal y siempre he intentado calmarlo hablando y hablándole sobre lo que sentía, que estaba enfadado, que la gente cuando se enfada no pega ni golpea. Habíamos llegado a una situación terrible, el lloraba y me pegaba, si le decía que no iba a permitir que me pegara que me iba a otra habitación y que si quería que volviera y estuviera a su lado no tenía que pegarme. Que le quería pero que no iba a permitir que me pegara. Entonces, en cuanto me daba la vuelta daba patadas al armario, golpeaba la mesa de cristal, etc. Algo que sabía que me hacía volver al segundo y entonces me volvía a pegar. Llegamos a tener por todo, por subir las escaleras, por que no quería algo, porque quería algo, etc. Eran constantes en el día. Yo estaba continuamente muy nerviosa, tenía miedo de decirle que no a cualquier cosa. Siempre he intentado negociar con él y cuando el hacía lo que quería no pasaba nada pero como fuera algo que yo no podía dejarle hacer ya fuera por que era peligroso, porque no era el momento o porque no debía se liaba la marimorena. Muchas veces llegábamos a esa situación porque yo ya estaba nerviosa viendo como se desarrollaban los hechos y ya sabía dónde íbamos a terminar cosa que me ponía muy tensa. A la vez, cuando mi marido intentaba intervenir de una forma más autoritaria y fuerte yo me lanzaba a su yugular, diciéndole así no ! Vamos que ha sido un año y medio muy, muy duro (con todas las cosas buenas ¿eh? que también las ha habido y muchas). Por otro lado tenía el problema añadido de que Unai no quería hacer cacas ni en el pañal ni en el baño. Decía que le daba asco y no quería. Se llegaba a pasar 5 días sin ir al baño con el consiguiente dolor de barriga. El día que hacía caca estaba muy bien pero a partir del 3 era horroroso. Todo el rato lloraba, estaba en la calle jugando y de repente le dolía la tripa y empezaba a sollozar y a decir: vámonos a casa, vámonos a casa. Si estábamos en casa hasta se tumbaba para que se le pasara. Yo le veía así y sufría viéndole con semejantes dolores y que no quería hacer caca. Al final accedía y le ponía un pañal y hacía caca. Así que yo intentaba tranquilizarle, hablar con él, abrazarle, darle besos pero esto suponía más presión en mi olla. Empecé a perder los nervios con facilidad ( no con las cacas sino con las rabietas) a gritar como una posesa y como no quería pegarle golpeaba algún cojín o le daba a él con éste. Esto fue principalmente lo que me llevó a decidirme ir al psicólogo. He de añadir que hasta hace muy pocos meses, unos seis, que se despertaban aún muchas veces por la noche. Practicamos colecho y aún toman tetita aunque ahora duermen prácticamente toda la noche de un tirón.
El psicólogo me dijo que le motivara con un cuadro de cruces y que a medida que fuera cumpliendo objetivos le fuera premiando, que le sentara todos los días un rato hasta que cogiera costumbre. Esto fue muy difícil porque se enfadaba y dejé de hacerlo pero aún así finalmente ha funcionado y aunque aún no me pide caca cuando yo veo que empieza a estar nervioso le propongo sentarse y aunque remolonea lo hace y hace cacas en el baño.
Lo de las rabietas es lo que me produce más remordimientos y preocupaciones. El psicólogo me dijo que el problema no lo tenía yo con mi actitud, que no me echara las culpas sino que el comportamiento de Unai no era el adecuado y que no podía bajo ningún concepto permitir esa situación. Me explicó que para Unai la imagen de pegar a su madre es muy perjudial para su desarrollo, que debía cortar la rabieta al principio como fuera y que no debía dejar que pasara de 5 minutos. Que esa tensión no era buena para ninguno de los cuatro. Mi pobre nena se retiraba de la situación y la pobre se ponía a jugar en un rincón sola en otra habitación porque Unai empezaba a gritar, vete, vete, vete, tata fuera, papá fuera como un loco y al final todo el mundo desaparecía y estaba yo con él sola. El psicólogo me explicó que esto es lo que quería, tenerme en exclusividad, que tenía complejo de Edipo y que debía enseñarle que mamá no era suya sólo, que mamá también podía ser de tata y de papá, que iba a ser duro para él darse cuenta de que mamá puede estar con más personas. Me explicó que tenía que dejar claro que en esa situación lo que importa es lo que dice mamá. Mientras conversábamos yo le dije que no quería soltarle una torta pero que a veces tenía que hacer un gran esfuerzo para no hacerlo. Él me dijo que si era necesario le podía llegar a dar un cachete para parar la situación pero sólo si yo creía que ese era el camino. Antes siempre que ocurría una situación en la que yo perdía los nervios al momento le pedía disculpas por perder los papeles. El psicólogo me sugirió que dejara de hacerlo debido a que le estaba confiriendo al peque un poder muy grande, el tenía el poder de perdonarme o no. Que podía seguir pidiéndole disculpas, que era bueno reconocer los errores, pero no siempre. Que debía enseñarle que no le iba a permitir esta actitud con mamá, que si pegaba a mamá me iría un rato y no le abrazaría y daría besos enseguida. Que le quería mucho pero que no le iba a tolerar esa actitud. También me dijo que cuando mi marido interviniera que me uniera a él aunque no me gustara lo que estaba diciendo, que le dejáramos claro a Unai que papá y mamá somos un equipo, que trabajamos juntos, que no podía echarle. Así que... en la primera que tuvimos y que encima fue en la calle acabé dándole no uno sino tres cachetes. Nunca olvidaré su cara y como me insultaba llamándome tonta e idiota y me gritaba ordenándome que le pidiera perdón. Fué horroroso. Estaba tan mal que llamé a mi hermana y se lo conté. Me dijo que porque no le daba en el culete (cosa que tampoco había hecho jamás) y me pareció "menos" agresivo. Así que las siguientes fueron en el culo, y yo mostrando mi cara más fea, mis gritos, etc... veía a mi madre...me daba horror. Finalmente encontramos un camino que creo que fue el acertado y es que Santi lo cogía para que no golpeara nada y no me cogiese a mí y yo salía la habitación durante un tiempo, si volvía y me insultaba o me pegaba me volvía a marchar. Si la cosa se alargaba mucho pués a lo mejor también le daba en el culo. El psicólogo me recomendó que le pusiera yo motivo a la rabieta aunque no fuera el cierto ya que él a los dos minutos ya no sabía ni porqué lloraba. Unai no sabía decir que estaba enfadado. Nunca lo decía, si algo le parecía mal directamente gruñía y empezaba a pegarme. Yo sabía que ahí estaba parte del problema. Como él no quería estar con papá en esos momentos en los que se enfadaba la cosa empezó a resultar. Las rabietas se fueron reduciendo en tiempo y en días. Hace ya bastante que no se coge ninguna, se enfada y lo dice, no echa a nadie de su lado. A veces cuando levanta la mano le digo: Unaiiii, ya sabes que no se pega y la baja. Nuestra vida sinceramente ha cambiado mucho no, muchísimo. Lo que pasa que cada día me pregunto a qué precio. Me he visto haciendo cosas que jamás pensé que haría. Me doy cuenta que últimamente hablo como mis padres, como si hubiera adoptado el roll con el cuál me han criado. Esto lo haces porque te lo digo yo y si no te enteras. Muchas frases hechas de toda la vida que hasta hace poco me ponían enferma. Fuí al psicólogo para cambiar algo de mí que no me gustaba y creo que he salido con armas nuevas para justificarlo. Yo no quiero ser así, intento no ser así pero creo que desde que voy al psicólogo me justifico a mi misma con sus palabras en vez de cambiar. No sé si era la única manera de solucionar el problema con Unai pero a mí no me ha gustado el camino aunque sí el resultado. A veces lo miro y tengo ganas de llorar. Le he hecho daño y encima queriendo y sabiendo que no lo hacía bien.
Por todo esto dudo de si volver o no. No lo tengo claro. Quizá era la única manera... no lo sé y me atormenta.
Siento el rollo tan gordo pero creo que era la única manera de intentar expresar que es lo que pasa por mi cabeza.
Me siento fatal.