"Cuando pensabas que no te miraba, vi cómo colgabas mi primer dibujo en la nevera e inmediatamente quise hacer otro.
Cuando pensabas que no te miraba, vi cómo alimentabas a un gato perdido y aprendí que es bueno portarse bien con los animales.
Cuando pensabas que no te miraba, vi cómo hacías mi pastel favorito y aprendí que las pequeñas cosas pueden ser las más especiales.
Cuando pensabas que no te miraba, vi cómo preparabas comida y se la llevabas a una amiga enferma y aprendí que tenemos que ayudarnos los unos a los otros.
Cuando pensabas que no te miraba, vi cómo ofrecías tu dinero y tu tiempo para ayudar a gente que no tenía nada y aprendí que los que tienen algo deben compartir con los que carecen de todo.
Cuando pensabas que no te miraba, vi cómo me dabas un beso de buenas noches y me sentí querido y seguro.
Cuando pensabas que no te miraba, vi cómo cuidabas de la casa y de los que vivimos en ella y aprendí que tenemos que cuidar de lo que se nos da.
Cuando pensabas que no te miraba, vi cómo asumías tus responsabilidades, incluso cuando no te encontrabas bien, y aprendí que cuando fuera mayor sería responsable.
Cuando pensabas que no te miraba, vi lágrimas en tus ojos y aprendí que a veces las cosas duelen, pero que se puede llorar.
Cuando pensabas que no te miraba, vi cómo te preocupabas por mí y quise llegar a ser todo lo que pudiera ser.
Cuando pensabas que no te miraba, aprendí la mayoría de las lecciones que necesito para ser una persona buena y de provecho cuando crezca.
Cuando pensabas que no te miraba, lo hacía y quería decirte “gracias por todas las cosas que vi cuando pensabas que no te miraba".
Cada uno de nosotros, padres, abuelos, familiares o amigos, tenemos influencia sobre la vida de un niño. Puede que sólo seas “alguien” en el mundo, pero hay alguien para quien tú eres el mundo.