- Dom, 10 Ene 2010, 17:42
#355707
Hola,
personalmente soy partidaria de explicarles las cosas hasta la extenuación, de contar hasta 10 o hasta 10.000 antes de perder los estribos y creo que es más efectivo dialogar que imponer (por cierto, estoy harta de que me pregunten mi opinión al respecto y cuando la doy la gente me venga con el "será que tu hijo nunca ha cogido una perra de tirarse al suelo"
... pues sí, las ha cogido, pero no creo que darle un azote sea forma de resolverla
perdón por el desahogo).
En fin, es una etapa complicada, habrás oído decir que los 2 años suelen conllevar muchas rabietas, incluso cuando no es así es una época en la que tratan de afirmar su independencia, la manera más fácil de hacerlo es diciendo que NO a todo. Además, aunque intentemos hablar con ellos, con esa edad su vocabulario se les suele quedar corto, puesto que no consiguen expresar lo que sienten, a menudo lo externalizan de forma contundente (llorando, gritando, pegando, etc.).
No me gustan los castigos, eso no quiere decir que no los vaya a aplicar nunca, pero prefiero dejarlos como última opción, si todo lo demás me falla. Además, un niño más mayor puede entender que lo que ha hecho está mal, pero cuando son pequeños simplemente creen que es algo curioso o divertido, no lo entienden, y si les castigamos les parecerá una reacción desproporcionada.
Con eso no quiero decir que lo hagas mal, pero si le acabáis amenazando con la trona cada vez que hace algo que no debe, con el tiempo dejará de ser eficaz.
Para los ejemplos que pones, te recomendaría lo siguiente:
- SE SIENTA EN LA MESA DEL SALÓN: la explicación me parece muy bien. A continuación, pídele que baje, si no hay forma bájale tú. Y sí, lo volverá a hacer, una y otra vez, hasta que encuentre algo más divertido.
- NO QUIERE CAMBIARSE EL PAÑAL: si se reafirma en jugar primero, puedes intentar hacer un trato con él, y ofrecerle algún juguete para entretenerse mientras le cambias. Si no quiere, te sientas tranquilamente y le explicas varias veces que primero hay que cambiarse el pañal para estar más cómodo y que no pique el culito, hasta que no se lo cambie no puedes jugar con él. Puedes volver a proponerle el trato por si cambia de idea.
- NO SE QUIERE MONTAR EN LA SILLA DEL COCHE: cuando pasamos por esa etapa salíamos de casa con muchísima antelación para poder llegar a tiempo
. Entiendo que es más fácil perder los nervios cuando tienes que ir a algún sitio a toda pastilla que si solo vais a dar una vuelta. A mí lo que me funcionaba era entrar en un bucle los dos, hasta que no te sientes no nos vamos, por lo general se entretenía subiéndose al asiento etc., si era un sitio al que de verdad quería ir acababa cediendo y se dejaba sentar.
Sé que no es tan fácil. Admito que más de una vez he perdido la paciencia en situaciones similares
. Ayuda mucho verlo desde su punto de vista, si tuvieras su edad ¿por qué lo harías? Trabajando desde allí es más fácil llegar a un acuerdo.
Muchas veces se tiende a pensar que nos están retando o desafiando, que su petición carece de fundamento o que simplemente nos quieren imponer su voluntad. En cambio, creo que sus motivaciones para ellos son fundadas, evidentemente para nosotros a veces no son aceptables, pero el primer paso es reconocer su derecho a pedir lo que piden, aunque no se lo podamos dar.
Si vosotras no recurrís al castigo, por ejemplo como cuando hoy ha tirado el agua, ¿como lo haceis? solo le regañáis?? es que me da la sensación que si solo le regaño no nos va a hacer caso más tarde.
Por lo general, voy por grados. Empiezo diciéndole tranquilamente que eso no se puede hacer por una razón x, si insiste se lo digo de manera más firme, si insiste le cojo y le aparto o le bajo o le dejo en otro sitio.
Igual no te hará caso más tarde, pero te hará caso más adelante, si le acostumbras a razonar, a dialogar, a dar y pedir explicaciones, será más fácil reconducirle, porque ellos a su vez aprenderán a pedir o a negociar en vez de montar un número sin más. No digo que no habrá rabietas, pero serán más llevaderas.
Un ejemplo: el otro día mi niño se subió al respaldo del sofá. Le pedí que se bajara porque se podía hacer daño. Empezó a negociarlo (vale, me subo pero sin hacerme daño; solo un ratito; solo una vez). Seguía diciéndole que no, y me dio sus razones: que es algo que no ha hecho nunca y quiere probar, que le parece muy divertido y que en realidad no es el sofá, porque está jugando a ser un pirata y el sofá es el barco al que se va a subir para escapar del tiburón que le persigue
). Desde su punto de vista, el argumento es impecable, es más, es mejor que el mío porque yo solo le he dado una razón y él tiene nada menos que tres.
Pactamos que al sofá no se puede subir y finalmente decidimos usar la cama como barco pirata.
Hace año y medio habría sido impensable, habría acabado bajándole del sofá, él llorando, yo explicándoselo una y otra vez y así. Creo que se empieza a notar diferencia cuando aprenden a hablar y pueden empezar a explicarse.
Creo que la única forma de que hagan caso inmediatamente es metiéndoles miedo en el cuerpo, y por allí no voy a pasar. Prefiero que haga o no haga algo porque ha entendido el motivo, no por miedo a las consecuencias si desobedece. Soy consciente de que lo primero es infinitamente más difícil.
Perdón por el rollo, y besos.
♥ Mamá de dos polluelos que dieron forma a mis sueños y los hicieron realidad ♥
Escritora, bloguera, traductora, y un montón de cosas más... Mi blog: El mundo de Kim