El caso es que cuando fuimos a comer a una zona de meses, al llegar había un grupito de gente con un bebito en su carro y estaba llorando, según fue psando el tiempo, el nenín seguía llorando y NADIE LE HACÍA CASO. Al final, cuando nos fuimos después de más de una hora, el nene seguía llorando . QUE SENSACIÓN DE IMPOTENCIA
Qué fuerte, estaba indignada y me costó no decir nada, pero... Toño y mis cuñados estaban también muy nerviosos por la situación (como veréis hemos enseñado muy bien a mis cuñaditos, a ver si el día que tengan un nano se acuerdan) y nos fuimos con muy mal rollo.
HAY GENTE PARA TODO, VERDAD?