Desde que nació he llevado a mi hijo tres o cuatro veces a cortar el pelo. Al principio lloraba a ratos pero el otro día ya fue tremendo. Lloró como un loco, no se quería quitar el abrigo, ni quería que le cogiese, en fin, que no quería salir de la silla. Y eso que le enseñé una bolsa de gusanitos que había llevado como señuelo...
El caso que me tuve que ir de la peluquería sin cortarle el pelo. El problema es que el flequillo se le mete por los ojos y pasa el día frotándoselos con las manos con el consecuente peligro de conjuntivitis. Hoy he logrado cortárselo en un descuido con unas tijeras de manualidades! y bueno, digamos que me ha quedado un flequillo un poco moderno...
¿Odian también vuestros peques las peluquerías?? ¿Cómo los convencéis? ¿O es que mi hijo tiene complejo de Sansón???