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por solecilla
#204019 SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 31-13, 13

Hermanos:
Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional.

Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden.

Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada.

Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve. El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.

Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.

El amor no pasa nunca. ¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El saber?, se acabará



no. no es que de repente haya sentido una revelación. o si. esta fue la lectura del evangelio que se hizo el dia de mi boda. y posiblemente en la de muchas de vosotras ya que es bastante tipica. la recordé el otro dia leyendo un capitulo del libro "tu hijo, tu espejo" (marta alicia chavez, editado por grijalbo en españa). alguien hace poco hablaba en el foro de que nuestras tecnicas no le funcionan. otras madres hablan de nuestro metodo.me apetece mucho compartir con vosotras este capitulo porque es realmente una reflexión que todas debemos hacer. quedaos sobre todo con la ultima frase.


Amalos y haz lo que quieras

El amor es la fuerza más poderosa del Universo, mil veces más que la ira, el resentimiento y el temor. Un solo acto de amor puede cancelar miles de actos de naturaleza inferior.
El amor todo lo cura; el amor todo lo puede. Lo único que importa en la vida es el amor. El poder sanador del amor es infinito.
La solución nunca está en el plano del problema, la solución es siempre el amor, que está más allá de los problemas.



Hermosas verdades leídas y escuchadas aquí y allá, a lo largo de mi incansable búsqueda de aprender a amar.
Me encanta ser madre y me encantan los padres y las madres. He trabajado con cientos de ellos en terapia, cursos y conferencias y siempre me he encontrado con seres que, como yo, están en constante búsqueda del por qué, del qué hacer y cómo hacerlo mejor en su función de padres. A veces bromeo con ellos respecto al hecho de que no importa cuál sea el tema del curso o la conferencia, siempre acaban preguntando cosas relacionadas con sus hijos. Cómo ayudarle a resolver tal problema; por qué su hijo se comporta de tal forma; qué hacer con su hijo para cambiar tal situación. Y aun cuando les hago ver cómo los hijos pueden ser grandes distractores para no vernos a nosotros mismos, y aun cuando los invito a verse a sí mismos a la luz del tema que estamos revisando, las preguntas acerca de sus hijos siempre son contestadas y respetadas, porque sé que son el reflejo de una honesta intención de ser mejores padres.
Efectivamente, los padres nos preocupamos demasiado de qué hacer y cómo hacerlo. Conozco padres expertos en el manejo del lenguaje asertivo con sus hijos, en la comunicación empática, en la perfecta formulación y negociación de normas y límites, pero aun con todas esas habilidades técnicas las cosas no les funcionan; el dolor y el desamor reinan en sus hogares, la distancia emocional con sus hijos es inmensa. ¿Qué pasa entonces? Demasiada técnica, poco amor.Existen familias donde la falta de amor salta a la vista.
Algunos padres usan toda su energía en intentos de solución, que repiten una y mil veces, pero no funcionan. Lo que están haciendo estos padres es tratar de resolver el problema en el nivel más externo y superficial, como es el de los comportamientos, pero sin llevar a cabo ninguna transformación en los niveles más profundos, como el lo son el emocional, el mental y el espiritual. Están demasiado interesados en la parte técnica de la paternidad, mientras que la parte profunda está desatendida.
No hay duda, sin embargo, de que los cambios en el nivel de comportamientos son importantísimos y muchas veces van a ser el disparador de cambios más profundos. No quiero negar o minimizar la importancia de los «cómos» en el trato de los hijos, esto es vital y existen excelentes libros para ayudarnos a desarrollar habilidades, pero ello, sin amor, se convierte sólo en técnicas que producirán soluciones superficiales y transitorias a un problema, mientras surge otro o el mismo con diferente disfraz. Los padres necesitamos trabajar en los planos internos, porque a fin de cuentas, los externos son reflejo de los primeros.
Estoy absolutamente convencida de que, no importa cuál sea el problema que un hijo presente: el amor incondicional de los padres será indispensable para resolverlo.
No te preocupes tanto por el porqué de tus errores; preocúpate, o mejor ocúpate, por acrecentar tu capacidad de amarlos; es posible hacerlo, trabaja duro en ello y todo lo demás vendrá solo. Porque un padre que ama profundamente a un hijo sabe por intuición qué hacer y qué no hacer, cuándo dar y cuándo pedir, cuándo ayudar y cuándo dejar, cuándo hablar y cuándo callar, cuándo retener y cuándo soltar. Y cuando un padre no sabe qué hacer, se centra entonces en su corazón y le pregunta al amor, y el amor siempre le responderá, no importa qué error cometa, su impacto sobre el hijo será suavizado por el amor, porque los errores que un padre amoroso comete no dejan esas dolorosas heridas que tanta gente va cargando por la vida.
Recuerdo algo que dejó una imborrable huella en mí.
Sucedió hace unos ocho años en la sala de espera de un consultorio. Frente a mí se encontraba sentada una joven madre, era obvio por su aspecto y su lenguaje que se trataba de una persona humilde, sin preparación académica... Sin embargo, desde entonces, he querido parecerme a ella, aunque sea un poco.
Su hija de unos 8 o 9 años padecía una enfermedad muy notoria a simple vista: una desviación de la columna vertebral que aun a su corta edad ya había provocado un importante grado de deformación en su cuerpo. Su cara era extraña, aunque no podría decir qué clase de patología era, su boca estaba torcida y sus ojos ubicados de forma totalmente asimétrica en su carita.
Lo esperado, desde un punto de vista fríamente psicológico, sería que esa niña presentara ciertos rasgos de personalidad como inseguridad, timidez, hostilidad e incluso sería comprensible si tuviera síntomas de agresividad e incapacidad de socializar; producto, sin duda, de ir por la vida con esas diferencias físicas tan notorias que por lo general animan crueles bromas de otros niños y las miradas punzantes de la gente.
Pero para mi sorpresa, encontré en esa niña a la criatura más dulce, amorosa y luminosa que he conocido. Sigilosamente se acercaba a cada una de las personas que estábamos en esa sala de espera —gracias a Dios, incluyéndome a mí— dedicándonos unos minutos para preguntar: « usted enfermo? ¿De qué? ¿Le duele mucho?», y luego expresaba su compasión de la manera más hermosa que he visto: «Ay, pobrecito, pero pronto se va a curar; sana sana, culito de rana...», y finalmente contaba brevemente su propia historia y que estaba ahí porque un doctor muy bueno le iba a hacer una operación.
Todos, absolutamente todos los que la veíamos estábamos fascinados. Esa niña rompía mis esquemas y yo en secreto me preguntaba cómo era posible que una niña con toda esa deformidad física fuera como ella, y mientras más la veía en acción mayores eran mis interrogantes, pero al girarme para ver a su madre todas mis dudas y cuestionamientos fueron contestados. Nunca he visto a una madre mirar a su hijo de la manera en que ella lo hacía; toda su cara reflejaba tanto amor y sonreía levemente y sus ojos brillaban de amor mientras observaba a su hijita interactuar con la gente y, de vez en cuando, con una dulce y aprobatoria voz le decía: «Ya, hija, deja al señor en paz». Entonces la chiquilla corría a abrazarla efusivamente y le decía «Te quiero» en las formas más graciosas y hermosas imaginables, para luego volver a hablar con el siguiente paciente. Entonces entendí de inmediato que la diferencia entre un niño feliz y psicológicamente sano y un niño infeliz y enfermo estriba en la aceptación y el amor incondicional de sus padres.
Amar y aceptar incondicionalmente a un hijo no significa permitirle todo, no ponerle límites, no levantarle nunca la voz, no ser firme, no experimentar jamás sentimientos como el enfado o el resentimiento; sino más bien, significa amarlo como es, aun en los momentos en que te encuentras verdaderamente molesto con él, y aunque tu cuerpo, tu voz, tu respiración, tus gestos y tu energía estén mostrando esa molestia, ahí en el fondo, en tu centro, está tu amor por él y tu hijo lo siente desde su centro, y responde a él, porque quien se siente amado está más abierto y dispuesto.
En el capítulo 5 hablamos del rechazo y cómo, se exprese o no, el hijo lo siente, lo sabe de una forma muy visceral, lo percibe en cada interacción de la relación. También comentamos que cuando un hijo con frecuencia lanza un reproche «No me quieres» o «Prefieres a mi hermano», realmente está percibiendo esa verdad y aunque el padre se pase la vida asegurándole lo contrario, el hijo no le cree, simplemente no se convence. Pues ocurre igual con el amor puedes hacer lo que sea, decir lo que sea, equivocarte de la manera que sea y tu hijo siempre percibirá tu amor.
Hace tres años, cuando me preparaba para ejercer como terapeuta en alcoholismo y adicciones, tuve el privilegio de conocer y trabajar con decenas de adictos y conocer sus historias alrededor de esta enfermedad. Si bien la adicción es una enfermedad primaria —que no se deriva de otras—, con componentes de tipo genético, orgánico, psicológico, familiar y social, se ve fuertemente i pactada por aspectos mucho más profundos, como el sentido de la vida, la espiritualidad y, por supuesto, el amor o el desamor.
Lo que descubrí repetidamente en esas dolorosas historias fue la profunda e importantísima influencia que ejerce en el proceso de recuperación del adicto, el amor de los padres y familiares, aun con todo el dolor, la impotencia, el enojo y la frustración que puedan sentir. Si bien es cierto que la recuperación de un adicto depende sólo de él y de su propio deseo, determinación y compromiso para salir adelante, creo realmente que el amor de sus seres queridos lo ayudan sobremanera. Este comentario no tiene ninguna base de investigación científica o estadística y sólo muestra mi propia percepción y mí propia opinión al respecto.
Reducir pues la paternidad a un conjunto de técnicas, fórmulas y comportamientos es ignorar el poder curativo del amor.

RECUERDA: las recomendaciones del foro NO PUEDEN sustituir a la consulta con un medico (NI LO PRETENDEN)
por guiomar
#204048 "Ama y haz lo que quieras" San Agustín.

Ser madre es la única profesión que no es posible aprender en los libros, Sole, por más que tratemos de leerlos todos.

Necesitamos tener recursos peros sobre todo necesitamos aprender a amar y a comprender a nuestros hijos.

Y pensar bien de ellos. Siempre pensar bien.

Solo con la mente abierta a nuestros hijos seremos capaces de que crezcan sanos y felices.
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por cristi5
#204051 Pues muy bueno.

Creo que hay está la clave, el amor incondicional, y sin esperar ningún pago a cambio.

Alguien que está educado en el amor sólo puede emanar amor, mientras que quien está educado en el dolor y el desamor difícilmente podrá ofrecer otra cosa distinta a lo que ha recibido.
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por belfi
#204056 que bonito sole, debo estar sensiblona hoy porque me he emocionado..

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por nuriah
#204068 :110:

NÚRIA - Mamá y Asesora de lactancia materna
ALBA Lactancia Materna

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HUGO (21/01/2005)
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EMMA (25/08/2009)
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por mariquilla
#204069 una vez hablaba yo con cani de estas cosas. MIs padres no han leído jamás nada de educación. NAda. Y antes lo pediatras no s emetían en chorradas (Además, los pediatras veían a los niños enfermos, punto)

Y yo me he sentido siempre querida, escuchada, respetada y feliz.
El amor ha guiado los pasos d emis padres. Siempre hemos sido lo primero para ellos. Y además, han sabido decírnoslo. Nos abrazamos mucho, nos besamos y nos decimos muchas veces lo que nos queremos.

Gracias, sole, por recordar que el corazón manda :fl

Mamá de JULIO (3/12/2004)
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por mami cris
#204077 Sole, también fue la lectura de mi boda, realmente es un bestseller!!!! ;-) :mrgreen: :mrgreen:
Ahhhh!!! También se leyó en la boda de Letizia y el Principe :mrgreen: :mrgreen: :mrgreen:
A mi me encanta esta frase, se la digo muchisimo a Aurora "AMAR ES COMPARTIR!!" :fl :fl

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por athena
#204079
solecilla escribió:[i]Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.
El amor no pasa nunca.


esta fué también la lectura de la boda de una grandísima amiga mía. Aún hoy la leo y me emociono, fue un momento super especial.

Y respecto a la experiencia con adictos pues desgraciadamente tengo una vivencia, con un primo hermano míos. Su madre (mi tía y madrina) que es una persona muy importante para mi, lo está pasando fatal, rota, triste, pero ha dado todo para que él pudiera recomponerse, meses lleva con esto (toda la familia bolcada). La veo y veo una madre de un niño de 37 que dá todo para que se ponga bueno, con 4 hijos más a los que les cuida los niños (sus nietos). Es una madre coraje. :fl

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por nang
#204088 Es la lectura de muchas bodas y fue el texto de mis postales de Navidad de hace dos años, recordarle a la gente el amor es necesario de vez en cuando.
por maras
#204118 Pues yo en mi boda, me pasé más tiempo diciendole a mi padre y a mi maridín que dejaran de hablar de las llaves del coche que se habían perdido, que atendiendo...sí, mi boda fue puramente un antojo de mi marido no bautizado...sin comentarios :-|

Pero lo que has puesto Sole me ha encantado el amor lo puede todo, que gran razón, yo antes de tener a mi hijo quedarme sola por las noches me daba pánico por si entraba alguien, ahora, además de no estar sola nunca, soy muy fuerte por estar a su lado....
por nayma77
#204147 Gracias, sole.

Tambien fue la lectura de mi boda y la que lei en las bodas de todos mis cuñados.

Creo que ahi esta la clave de todo. Puedo leer todos los libros que me recomiendas, y leer hasta cansarme en este foro, y aplicar todo lo que me dices, porque si no lleno a mi hija de amor, no estare haciendo nada.

El amor mueve el mundo.

Muchas gracias.
Última edición por nayma77 el Mar, 01 Ene 2008, 01:13, editado 1 vez en total
por guiomar
#204183 Sole:
Yo no creo en el amor incondicional de las madres. Creo que somos más bien condicionadas en nuestra forma de amar. QUeremos a los hijos porque son nuestros, porque crecen con nosotros, porque nos vemos reflejados en ellos, quizá porque queremos vivir con ellos la niñez que hubiéramos querido.

Lo que creo también es que la base del amor es el perdón. Cuando alguien te ama, le perdonas los errores. Cuando sientes ese amor eres capaz de perdonar las nalgadas, los gritos, las separaciones, y en fin, los errores que hayan cometido con nosotros. (Normalmente como hijos).

Pero como madre yo no se si mi amor es incondicional. Se que les quiero, que esa es la razón por la que me esfuerzo para no repetir errores, para pedir perdón cuando me equivoco,... No sé si les tengo nada que perdonar. Si me dicen la verdad, a veces duele, pero me tengo que aguantar.

Les quiero porque son algo mío. Tiendo a pensar bien de ellos porque les amo, considero que son buenas personas, busco ver más sus virtudes que sus defectos. Trato de convertir los defectos en virtudes: no es cabezota, es tenaz, No es sensiblera, es tierna. No es desordenada, es creativa; no es hiperactivo, está descubriendo el mundo...

Y se que cada noche le doy gracias a Dios por tener a mis hijos y por las cosas que cada día aprendo con ellos. Con ellos estoy creciendo como persona integral.

El amor incondicional es generoso y en el caso de los hijos ser generosa con ellos, enseñarles a ser libres, a cuestionarme a ponerse al tu por tu, a veces resulta doloroso y la verdad, es que a mi todavía no me sale muy bien.






:roll: :roll: :roll: :roll:
por nayma77
#204191 Guiomar, lo siento pero no estoy deacuerdo contigo.


se que cada noche le doy gracias a Dios por tener a mis hijos y por las cosas que cada día aprendo con ellos. Con ellos estoy creciendo como persona integral.

El amor incondicional es generoso y en el caso de los hijos ser generosa con ellos, enseñarles a ser libres, a cuestionarme a ponerse al tu por tu, a veces resulta doloroso y la verdad, es que a mi todavía no me sale muy bien.


Claro que es doloroso, pero supongo que cuando le das las gracias a Dios, ya se te ha ido el dolor, pero no porque sean tuyos, sino porque les amas con todos los poros de tu cuerpo, con todo tu corazon, osea que al final si te sale bien, aunque a veces dudes.
Y cuando llega ese momento ya has sido generosa, precisamente por ponerte de tu a tu, con miedos, con dudas, pero te has puesto, y has estado ahi.
Y eso creo que es incondicional.

Claro que es doloroso, y cuando sean mayores y tomen sus propias decisiones en libertad, algunas no seran las que nosotros hariamos, pero aun asi y aun con el dolor estaremos ahi para ayudarles, y eso para mi es incondicional.

Creo guiomar, que tu amor como el nuestro es incondicional, no creo que debas dudarlo.
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por Alicita
#204205 Sabras que no te amo y que te amo (Pablo Neruda)
Sabrás que no te amo y que te amo
puesto que de dos modos es la vida,
la palabra es un ala del silencio,
el fuego tiene una mitad de frío.
Yo te amo para comenzar a amarte,
para recomenzar el infinito
y para no dejar de amarte nunca:
por eso no te amo todavía.

Te amo y no te amo como si tuviera
en mis manos la llave de la dicha
y un incierto destino desdichado.

Mi amor tiene dos vidas para amarte.
Por eso te amo cuando no te amo
y por eso te amo cuando te amo.

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por Yuziel
#204208
guiomar escribió:Sole:
Yo no creo en el amor incondicional de las madres. Creo que somos más bien condicionadas en nuestra forma de amar. QUeremos a los hijos porque son nuestros, porque crecen con nosotros, porque nos vemos reflejados en ellos, quizá porque queremos vivir con ellos la niñez que hubiéramos querido.


Hay veces que escucho que las madres quieren a sus hijos por el simple hecho de ser sus madres...y yo me pregunto: ¿y en mi caso qué ocurre?, es decir, ¿quiero yo menos a mi hijo por no ser biológicamente mío que su madre que está a 10.000 km y hace que no lo llama más de un mes?. No, seguro que no. De hecho dudo q lo quiera igual que yo.

QUÉ SUERTE HAY QUE TENER AL NACER.- (SKA-P)

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