- Lun, 05 Ene 2009, 21:33
#302632
A mí me ha parecido un relato muy emotivo, como dice el título, y creo que a pesar de su crudeza induce a la reflexión.
Si me hago un examen de conciencia, tengo que admitir que a veces mi actitud no ha sido la correcta. No he cometido nunca ninguna barbaridad, pero en ocasiones mi comportamiento ha dejado mucho que desear. Esa vez que le regañé porque no quería merendar y empezó a lanzar la fruta por toda la cocina. El dia que tuvo un sinfín de rabietas en la calle y al llegar a casa le dije, alterada, que se quedara en el sofá reflexionando sobre lo mal que se había portado. Una ocasión en la que le levanté la voz porque quitó su sábana de la cama y se puso a pisotearla. Cosas así, quizás detalles sin importancia, pero que, pasado el mal momento, hicieron que me sintiera un fracaso total como madre y como persona.
Él se había limitado a ser un niño, a ir formando su personalidad, lo que implica ser a veces desobediente y revoltoso. Y yo había incumplido mi deber de adulto, había sido incapaz de reconducir sus actitudes negativas y había perdido la paciencia, cuando se supone que, como adulto, debo ser quien matiene el control.
En lo que no me identifico con el padre, en absoluto, es en "dejar que mi alma se quebrante" sin hacer absolutamente nada. Cuando ha venido a abrazarme, le he abrazado a mi vez, y le he devuelto cada beso que me ha dado multiplicado por cinco.
He intentado hablar con él y explicarle las cosas. Le he pedido perdón cuando he pensado que mi reacción había sido desproporcionada, y le he explicado por qué no me había gustado su comportamiento. Lo sé que parece ridículo, al fin y al cabo no tiene ni tres años, y no sé hasta qué punto me ha entendido. Pero quiero que entienda que todos, incluso los padres, nos equivocamos, y cuando lo hacemos hay que admitirlo y rectificar. Errar es humano, perdonar es divino.
Si me hago un examen de conciencia, tengo que admitir que a veces mi actitud no ha sido la correcta. No he cometido nunca ninguna barbaridad, pero en ocasiones mi comportamiento ha dejado mucho que desear. Esa vez que le regañé porque no quería merendar y empezó a lanzar la fruta por toda la cocina. El dia que tuvo un sinfín de rabietas en la calle y al llegar a casa le dije, alterada, que se quedara en el sofá reflexionando sobre lo mal que se había portado. Una ocasión en la que le levanté la voz porque quitó su sábana de la cama y se puso a pisotearla. Cosas así, quizás detalles sin importancia, pero que, pasado el mal momento, hicieron que me sintiera un fracaso total como madre y como persona.
Él se había limitado a ser un niño, a ir formando su personalidad, lo que implica ser a veces desobediente y revoltoso. Y yo había incumplido mi deber de adulto, había sido incapaz de reconducir sus actitudes negativas y había perdido la paciencia, cuando se supone que, como adulto, debo ser quien matiene el control.
En lo que no me identifico con el padre, en absoluto, es en "dejar que mi alma se quebrante" sin hacer absolutamente nada. Cuando ha venido a abrazarme, le he abrazado a mi vez, y le he devuelto cada beso que me ha dado multiplicado por cinco.
He intentado hablar con él y explicarle las cosas. Le he pedido perdón cuando he pensado que mi reacción había sido desproporcionada, y le he explicado por qué no me había gustado su comportamiento. Lo sé que parece ridículo, al fin y al cabo no tiene ni tres años, y no sé hasta qué punto me ha entendido. Pero quiero que entienda que todos, incluso los padres, nos equivocamos, y cuando lo hacemos hay que admitirlo y rectificar. Errar es humano, perdonar es divino.
♥ Mamá de dos polluelos que dieron forma a mis sueños y los hicieron realidad ♥
Escritora, bloguera, traductora, y un montón de cosas más...
Mi blog: El mundo de Kim
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