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por Papagena
#43513 Hola:

En la revista UNICA de este mes, han publicado el siguiente artículo sobre la violencia, que me ha parecido interesante, y quisiera compartirlo.
La autora es Laura Gutman, autora de "La maternidad y el encuentro con la propia sombra"

A ver que os parece:

"Resulta más fácil comprender la violencia en el adulto cuando uno comprende al niño que pervive en él.

Personalmente creo que todas las formas de violencia, pasivas o activas, se generan a partir de la falta de "maternaje”: es decir, a partir de la falta en la calidad de atención, calidez, amor, brazos, altruismo, generosidad, paciencia, comprensión, cuerpo, mirada y sostén... recibidos (o no) desde el nacimiento y durante la infancia.

Desde el punto de vista del bebé, toda experiencia sin suficiente apoyo y sostén es violenta porque actúa en detrimento de las necesidades básicas. Sencillamente, un bebé pequeñito llega al mundo sin ninguna autonomía; adquiere la capacidad de desplazarse por sus propios medios alrededor de los nueves meses, gracias al gateo; y tarda alrededor de dos años en tener conciencia de su ser separado. Necesita del adulto para sobrevivir. Por supuesto que requiere que se le procure alimento, higiene, calma y silencio para dormir. También precisa contención, calor, cercanía de otro cuerpo, mirada, palabras y. sobre todo, a alguien que haga de mediador entre él y el mundo externo. Si no recibe una calidad de atención acorde con sus necesidades básicas, esa falta la vive como violenta. Es la violencia del desamparo.

El bebé que no está en contacto con el cuerpo de su madre experimenta un inhóspito universo vacío que lo va alejando de su anhelo de bienestar que traía consigo desde el período en que vivía dentro del vientre amoroso de su madre. El recién nacido no está preparado para un salto a la nada: a una cuna sin movimiento, sin olor, sin sonido, sin sensación de vida.

Cuando las expectativas naturales que traía el pequeño son traicionadas, aparece el desencanto, junto al miedo de ser nuevamente herido. Y después de muchas experiencias similares, llegan reacciones dolorosas para el alma como el enojo, el miedo y la resignación. Luego se convertirá en un ser humano sin confianza, sin espontaneidad y sin arraigo emocional.

Todos los bebés son valiosos, pero sólo pueden saberlo por el modo en que son tratados. Los niños sostenidos, acariciados y respetados están en paz consigo mismos. No necesitan luchar por un territorio emocional, porque les sobra. No existe guerra interna ni externa que librar. Los niños amparados y fusionados saben que obtendrán lo que necesitan: así es como se establece la seguridad interior. y posiblemente ya no se mueva nunca más de las entrañas de estos seres.

Un niño no satisfecho es un niño que desarrollará mecanismos de supervivencia para sufrir menos, e insistirá en conquistar lo que necesitó genuinamente. Así crecerá, se convertirá en adolescente, en joven y en adulto: como un ser necesitado. Entonces golpeará a otros, robará, manipulará situaciones, se convertirá en víctima de otros, enfermará o luchará por obtener lo que creerá imprescindible para su supervivencia emocional. Aunque habrá olvidado lo que siempre quiso pero ya no podrá conseguir, por más fuerte y poderoso que devenga: no podrá obtener más mamá."

Un abrazo,

Mónica

Mónica y Alejandro

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por hijomama
#44102 Es un artículo para no pasar por alto, es bien sabido que la violencia en todas sus caras es falta de amor, de ahí la importancia de muchos mimos y contención desde el nacimiento y tal vez antes. Creo que por esta razón es cada veza más difícil solucionar temas de violencia ¿que hacer con delincuentes, asesinos o drogados? si la causa principal va más allá de lo que vemos. Me parece desesperante la violencia del desamparo y muchas mamis no nos damos cuenta de la necesidad del recién nacido de estar en contacto continuo con el cuerpo de su madre, que como dice el texto ellos no están preparados para un salto a la nada..
Gracias por compartir este artículo y reflexionemos para que nuestros hijos sean felices. un beso grande