Pero esta mañana todo se me ha ido torciendo, y cuando hemos llegado a casa no quería dormir, ni me dejaba hacer nada, y de pronto no he podido evitarlo y he empezado a llorar desconsoladamente, al principio Sara se reía, creía que era un juego pero después ha empezado a llorar ella también... Dios mio, que mal me he sentido.
La abracé, empecé a calmarme, le di un poco de teta y se durmió, pobrecita .
No puedo pemitir que esto me pase más veces, me imagino, que el cansancio y la falta de sueño nos ponen al límite, y cualquier contrariedad añadida desencadena lo peor que hay en nosotras.
En fin, cuando se ha despertado, apenas ha comido, nos hemos ido al parque y ya jugando se ha pegado una merendola, y está feliz
Es una maravilla lo pronto que nos perdonan...