- Lun, 04 Jun 2007, 17:00
#147509
Esta es la campaña que comenzaron hoy:
http://www.elcomerciodigital.com/200703 ... 21359.html
No es muy estensa la informacion.
y os pego un cuento que e encontrado relacionado con el tema, como no, se titula CADA GOTA CUENTA:
En Ratonópolis vivía una ratona llamada Tona. Tona era divertida y resabiada, pero bastante atolondrada y terriblemente despistada. Un día se duchó dejando correr el agua mientras cantaba los cuarenta principales. Y desde entonces los verdes campos se habían convertido en áridos secarrales.
Sus vecinos le montaron una trifulca y ella prometió no volver a hacerlo nunca. Pero sus despistes con el agua se sucedían día tras día.
En otra ocasión se dejó la manguera abierta al ir a cerrar la puerta. Y se olvidó de que estaba regando el jardín en cuanto vio aparecer a Ton con su bombín. Los dos se pusieron a charlar y, por su culpa, los vecinos estuvieron un mes sin poderse duchar. Todo esto es tan cierto como que Ratonópolis se estaba convirtiendo en un desierto. ¡Menudo problemón! Y el caso es que los vecinos no daban con ninguna solución.
Pero un buen día en el techo de la casa de Tona se formó una gotera y apareció Gotinga, un gota muy severa. En cuanto Tona iba a cometer alguna tropelía, enseguida aparecía Gotinga y le soltaba una de sus letanías: “ Si los dientes te vas a lavar, con un vaso te los enjuagarás”. “Si los cacharros quieres fregar, cierra el grifo para enjabonar”. “Regando las plantas de noche ahorrarás agua a troche y moche”…
Hoy Tona tenía una merienda muy importante y Gotinga no se podía despistar ni un instante. Tona quería que todo saliera muy bien, pero empezó el día con mal pie.
- ¡Me pondré la camiseta que me regaló Ton! –exclamó con emoción.
Pero enseguida comprobó que tenía una mancha que era bastante ancha.
- La pondré en la lavadora y estará lista en una hora.
- ¡Eh tú, rabisalsera! Ni se te ocurra poner la lavadora con solo cuatro prendas de ropa –la reprendió Gotinga con razón por su falta de consideración.
Tona no tenía más ropa que meter. ¿Qué diablos podía hacer? Pensó un minuto, pensó dos y enseguida dio con la solución. Por las casas de sus vecinos daría un pasada y se ofrecería a hacerles la colada.
A Ratinga no la encontró por ningún lado, así que cogió toda la ropa sucia que ella misma había apartado. Tampoco estaba Ratancho, pero se llevó todos sus calzones y un pijama muy ancho. En casa de Ratiplón se hizo con todas sus camisetas de Superratón. Y en la de Ratoncia arrampló con sus sábanas, sus toallas y su camisón.
Ahora Gotinga no podía protestar porque la lavadora estaba llena a reventar.
Mientras la ropa se lavaba, Tona decidió hacer una tarta confitada. ¡Cómo se puso de harina: sus cuatro patitas estaban la mar de cochinas!
- ¡Eh, tú, bigotuda! Para lavarte las patas aprovecha el agua de haber lavado la verdura. Y aparta una poca para fregar el suelo después de pasar la mopa.
- ¡Cuánta razón tienes, Gotinga, para todo encuentras solución! Sin ti, mis vecinos ya me habrían echado de aquí.
Tona fregó la cocina, tendió la ropa en el patio y limpió sus zapatos. Después de tanto trabajar, una ducha se quiso dar. Quería causarle una buena impresión a su gran amigo Ton. Era un ratón muy elegante que siempre llevaba bombín y guantes.
Pero cuando Tona se iba a enjabonar, a Gotinga oyó gritar:
- ¡Eh, tú, rabinocha! Mientras te enjabonas, cierra el agua de la alcachofa.
Tona se enjabonó con el grifo cerrado. Pero antes de aclararse, se acordó de algo muy importante: no había comprado té y Ton era un perfecto lord inglés.
Tona salió de la ducha toda enjabonada, resbaló y se dio una tremenda culada.
Pero eso no fue lo peor. Con las prisas, Tona entró corriendo en el supermercado y se hizo un enorme chichón. Parecía que en su cabeza le hubiera crecido un melón.
- ¿Qué voy a hacer? –lloriqueó Tona-. No quiero que me vea así mi lord inglés.
Pero Gotinga enseguida encontró la solución. Se metió un rato en el congelador y se quedó hasta la hora de la merienda sobre su chichón. Así, para cuando llegó Ton, ya había desaparecido aquel horrible melón.
- ¡Qué haría yo sin ti, Gotinga! El hielo ha sido la mejor medicina. ¡Qué importante es el agua! Sin ella no somos nada.
- Por eso es esencial no desperdiciar ni una gota, mi ratonocha.
- Hola, ratoncita mía, qué bien hueles a jabón –la saludó Ton-. Y te sienta muy requetebién la camiseta que te regalé.
Tona le cogió su bombín con esmero, se lo colocó en el perchero y le dijo a continuación:
- Mi querido Ton, vayamos a tomar el té. ¿Lo quieres con limón?
La merienda hubiera resultado perfecta de no ser porque todos los vecinos vinieron a aporrear su puerta. Estaban terriblemente enfadados con Tona, pues pensaban que les había robado la ropa. Y es que Ratancho la había visto secándose en su patio.
Tona tembló como una hoja de papel por el rapapolvo que le iba a caer.
- ¡Alto ahí, rabitópteros! –la defendió Gotinga con ardor-. Tona tenía buena intención. Solo quería ahorrar agua al hacer la colada. Necesitaba para la ocasión lavar la camiseta que le regaló Ton, pero ni juntando la ropa toda tenía para una lavadora.
Ton se puso rojo de la emoción. ¿Querría decir eso que le gustaba a Tona más que el queso? Y en un arranque de valor, allí mismo se le declaró. Naturalmente Tona le dijo que sí, finalmente el día no había podido ser más feliz.
Y tú, ya sabes, cada gota de agua vale por mil.