Está claro que juntitos estamos todos mucho mejor. La familia del chiste necesita de todo el calor humano y animal para superar el gélido invierno, pero en la mayor parte del mundo no necesitan excusas porque el 80% de los niños pequeños duermen con sus padres.
En Japón, Suecia, Noruega o Finlandia el colecho (dormir con los hijos) es una práctica habitual y expertos británicos en el tema lo recomiendan hasta los 5 años como parte de la crianza de niños sanos, tranquilos y felices, porque la ansiedad de la separación es muy traumática para muchos bebés y niños pequeños en sus continuos despertares nocturnos.
Por supuesto, practicar colecho no es imprescindible si nuestros hijos están bien atentidos y consolados cuando lo necesitan, pero la sociedad y los pediatras deben aceptar que es una opción mamífera y natural y en absoluto escandalosa o negativa, sino lo contrario. Es una fuente de seguridad emocional y apego, y facilita la lactancia materna.
Continuamente leo en revistas o en blogs que nunca hay que dejar a los niños ir a la cama de los padres y que les debemos acostumbrar/adiestrar a que se independicen en sus dormitorios desde bebés. Esto es absurdo. Que los papis, adultos maduros, duerman juntos y los niños, seres vulnerables, solos es una ley inconsciente de la sociedad patriarcal en la que vivimos como bien explica Casilda Rodrigañez en sus obras.
Lo que algunos necesitan es una ola de frío siberiano para abrazarse mucho a sus hijos por la noche como los padres y madres de este precioso vídeo, y perder todos los tabús.
¡Bye, bye método Estivill y Ferber y bienvenidas camas de 2 metros¡