- Jue, 18 Ago 2011, 12:19
#395218
En mis vacaciones he sufrido una de las peores pérdidas que se pueda tener: ha fallecido una gran amiga y compañera mía con 36 años.
Desde Septiembre que le diagnosticaron leucemia está luchando. Trasplante de médula en diciembre, otro intento en junio que no se pudo llevar a cabo y muchas, muchas, muchas horas de tratamientos durísimos que no sirvieron de nada. Falleció el 11 de agosto, mientras yo pasaba mis vacaciones en la playa junto a mi familia. No tenía hijos, pero estaba casada con un hombre maravilloso que nada más verme, me pidió perdón por haberme tenido que llamar para darme una noticia así.
Lo hizo todo a su forma, organizando el mínimo detalle antes de pedirle a los médicos que la dejaran descansar, que ya no podía más y que quería morir en paz. Pudo despedirse de cada miembro de su familia, pudo decirles a cada uno de ellos que disfrutaran de la vida y que no sufriesen, que para ella lo mejor que podía pasar era eso que pedía, morir. Dejó escrito sus últimos sentimientos, sus últimas sensaciones, sus últimas plegarias...y se fue calladita, como siempre fue ella, sin llamar la atención, sin decírselo a nadie (sólo dejó escrito una lista de 5 ó 6 nombres entre los que se encontraba el mío). Pudo decidir por ella misma, pudo hacer las cosas como ella quiso, pero le faltó tiempo para otras que deseaba por encima de todo: ser madre.
La conocí 9 años atrás, cuando empezó a trabajar en la academia conmigo. Ha sido una excelente compañera, una gran amiga, la mejor esposa y la mejor hija del mundo. Sólo la vi llorar una vez porque siempre me decía que había que agradecerle a Dios y a la vida la suerte de tenernos los unos a los otros y poder compartir esos cafés que tantos secretos nos han hecho ser un trío invencible. Siempre, por encima de todo, recordaré su risa, y su desorden, y su "merchandaisin", y su ayuda en los cumpleaños de mi hija, y sus regalos, y sus aplomo a la hora de tomar decisiones. Éramos tres grandes amigas y hoy nos falta una pieza esencial en nuestro puzzle. Parece que las cosas no podrán volver a encajar como antes y tenemos que tener la alegría de haberla conocido, pero ahora mismo sólo puedo maldecir a la suerte por haberla dejado de lado en la flor de la vida.
Estoy muy triste, mucho. Tengo un pellizco en el alma que tardará muchísimo en cicatrizar.
Yo te querré siempre, Lydia, y aunque no crea en ese Dios al que tú adorabas, estoy segura de que a ti te habrá ayudado en tus últimos momentos.
Y a mi otra alma gemela, mi amiga, compañera y "hermana" Raquel, decirle que esto es una gran lección que nos ha dado la vida para que aprendamos a disfrutar cada segundo de nuestra amistad, de nuestro cariño, de nuestra confianza y de nuestras familias.
Desde Septiembre que le diagnosticaron leucemia está luchando. Trasplante de médula en diciembre, otro intento en junio que no se pudo llevar a cabo y muchas, muchas, muchas horas de tratamientos durísimos que no sirvieron de nada. Falleció el 11 de agosto, mientras yo pasaba mis vacaciones en la playa junto a mi familia. No tenía hijos, pero estaba casada con un hombre maravilloso que nada más verme, me pidió perdón por haberme tenido que llamar para darme una noticia así.
Lo hizo todo a su forma, organizando el mínimo detalle antes de pedirle a los médicos que la dejaran descansar, que ya no podía más y que quería morir en paz. Pudo despedirse de cada miembro de su familia, pudo decirles a cada uno de ellos que disfrutaran de la vida y que no sufriesen, que para ella lo mejor que podía pasar era eso que pedía, morir. Dejó escrito sus últimos sentimientos, sus últimas sensaciones, sus últimas plegarias...y se fue calladita, como siempre fue ella, sin llamar la atención, sin decírselo a nadie (sólo dejó escrito una lista de 5 ó 6 nombres entre los que se encontraba el mío). Pudo decidir por ella misma, pudo hacer las cosas como ella quiso, pero le faltó tiempo para otras que deseaba por encima de todo: ser madre.
La conocí 9 años atrás, cuando empezó a trabajar en la academia conmigo. Ha sido una excelente compañera, una gran amiga, la mejor esposa y la mejor hija del mundo. Sólo la vi llorar una vez porque siempre me decía que había que agradecerle a Dios y a la vida la suerte de tenernos los unos a los otros y poder compartir esos cafés que tantos secretos nos han hecho ser un trío invencible. Siempre, por encima de todo, recordaré su risa, y su desorden, y su "merchandaisin", y su ayuda en los cumpleaños de mi hija, y sus regalos, y sus aplomo a la hora de tomar decisiones. Éramos tres grandes amigas y hoy nos falta una pieza esencial en nuestro puzzle. Parece que las cosas no podrán volver a encajar como antes y tenemos que tener la alegría de haberla conocido, pero ahora mismo sólo puedo maldecir a la suerte por haberla dejado de lado en la flor de la vida.
Estoy muy triste, mucho. Tengo un pellizco en el alma que tardará muchísimo en cicatrizar.
Yo te querré siempre, Lydia, y aunque no crea en ese Dios al que tú adorabas, estoy segura de que a ti te habrá ayudado en tus últimos momentos.
Y a mi otra alma gemela, mi amiga, compañera y "hermana" Raquel, decirle que esto es una gran lección que nos ha dado la vida para que aprendamos a disfrutar cada segundo de nuestra amistad, de nuestro cariño, de nuestra confianza y de nuestras familias.
QUÉ SUERTE HAY QUE TENER AL NACER.- (SKA-P)
" Una parte de mi se ha ido contigo, una parte de ti, quedará siempre en mi!!!!" 
