Mi sensación es que las mamás somos todas sosiego y tranquilidad a la hora de dormirles, si les contamos cuentos es para que se relajen y concilien el sueño, en cambio los papás les cuentan cuentos divertidos aunque se revolucionen... o por lo menos es lo que nos pasa a nosotros.
En nuestro caso, vamos a la cama los tres, papá le cuenta un cuento y luego se va, el peque le acompaña a la puerta y vuelve a la cama a dormir (esa es mi intención aunque no siempre la suya) conmigo. El cuento de papá es "a demanda", Elías dice de qué quiere que vaya el cuento y papá se lo inventa.
Anoche pidió un cuento de cerditos, y aquí va lo que se le ocurrió a papá:
Erase una vez un pequeño cerdito, que vivía con una mamá cerdito y un papá cerdito. Una noche, mamá cerdito preparó sopa para cenar y puso a cada uno un plato de sopa. Mamá cerdito era muy correcta y sorbía la sopa sin hacer el más mínimo ruido; en cambio, papá cerdito era muy maleducado y cada vez que tomaba una cucharada de sopa hacía SSSSCHLURRRRPPPP. El pequeño cerdito encontraba muy divertido lo que hacía papá cerdito y con cada cucharada intentaba hacer SSSSSCCCHHHHLUUURPPPP más alto y más fuerte que su papá.
Al día siguiente, el pequeño cerdito volvió del colegio con una nota de la maestra en el bolsillo del baby, en la que la maestra pedía a los papás del cerdito que fueran un poco más educados porque esa no era forma de tomar la sopa.
Así que por la noche, mamá cerdito volvió a ponerles un plato de sopa, y después echó una buena bronca a papá cerdito por enseñar esos modales al niño. Obligó a prometer a papá cerdito que comería sin hacer ruido. Papá cerdito lo prometió, pero como era muy, muy maleducado no pudo evitar volver a hacer SSSSSSSCCCCHHHLUUUURRRPPPP con cada cucharada. Así que mamá cerdito se enfadó más todavía y envió a papá cerdito al baño, que es donde comen los gorrinos, mientras que los cerditos educados comen sentados a la mesa. Aún así no tuvo éxito porque papá cerdito seguía haciendo SSSSSSCCCCCCHHHHLURRRRRRRPPPPPPP con cada cucharada y mamá cerdito y el pequeño cerdito le oían desde la cocina.
El enano se partía de risa. El cuento de los cerditos me costó más de una hora para tranquilizarle y que se durmiera, tuve que contarle dos veces el mismo cuento, lo intentaba hacer de forma más tranquila pero me interrumpía (mamá, se te ha olvidado decir que el papá cerdito hacía SSSSSSCCCCCCCCCCCCCCHHHHHHHHHHHLURRRRRRRRRRRRRPPPPPPPPPPP).
Pero tengo que admitir que al escuchar el cuento a mí también me entraba la risa , no sé si por el cuento en si o por las carcajadas del peque.
Una curiosidad: ¿vuestros maridos también les cuentan cuentos así?
Besos.
Escritora, bloguera, traductora, y un montón de cosas más...
Mi blog: El mundo de Kim