Siempre escribo en el subforo de "Educando con cariño y respeto" y algunas veces en "Primera infancia", pero esta vez vengo por un consejo personal, si alguien me lo puede brindar estaría infinitamente agradecida. Gracias anticipadas por leer.
Pues mi caso es el siguiente....estoy en medio de una situación que ya me sabe conocida, ya van 2 veces que me separo de mi marido, la primera de 6 meses y esta ultima de 1 año, dentro de ese tiempo mi marido no ha parado en tratar de que regrese con el y nos visita cada fin de semana y si puede pues mas (el vive en una ciudad a 1 hora de aqui, misma donde yo vivi 4 años con el).
Ahora estoy por regresar a vivir alla y no se si este tomando una buena desicion, ya las cosas estan demasiado avanzadas, mi hija esta inscrita en el cole y el ya se ha llevado la mitad de mi mudanza, pero me siento insegura, las razones por las que me voy es porque no pude mantenernos yo sola a mi hija y a mi, y mi hija esta mas feliz alla, ella misma me lo ha dicho.
Yo aun no se si sigo amando a mi marido, conforme ha pasado el tiempo me he decepcionado mas de el, llevamos 9 años juntos y ya no lo amo como al principio, lo quiero como un amigo, ademas me siento muerta por dentro, no siento nada ni bueno ni malo...ya estoy llendo con una psicologa y me estoy tratando.
Quiero irme para tener oportunidad de terminar mis estudios, ya que alla cuento con el apoyo de mi marido, pero todos me dicen que no me debo ir si no lo amo, pero aqui no tengo apoyo ni quien me ayude a cuidar de mi hija, aca esta mi familia pero mis papás trabajan demasiado y no me la pueden cuidar.
Algo que me hace sentirme mal es que estoy cambiando a mi hija de cole y no quiero arrepentirme y volverla a cambiar, mi hija no puede tener una vida tan inestable, pero yo no he encontrado mi felicidad y la quiero buscar pero no me quiero llevar a mi hija entre las patas, ella merece ser feliz tambien.
Perdon pero estoy hecha un lio, no se si se entiende lo que trato de decir, espero que si. Gracias de nuevo por leer.
"Hemos de empezar a ver a los niños como si de una argamasa se tratara que necesita de unas manos dóciles, amables y cuidadosas para moldearla. Cuanto más dulces sean estas manos, cuanto más cercanas y comprensivas sean con las irregularidades que la argamasa pueda provocar, mejor será el resultado final."