encantados de la vida, en paz y amor, cuidando de sus
bebés.
En la aldea cohabitaban diversos tipos de duendes, hadas, y
demás criaturas maravillosas, pero había un duendecillo muy
especial, un duendecillo llamado Iri,
Iri és un trasto, le encanta hacer pués lo que hacen los duendes,
se mete en todos los lios de la aldea, és el peregil de todas las
salsas, pero también és verdad, que cuando Iri calla, la aldea se
entristece y la echa de menos.
Un día andando por el bosque, vi a Iri de espaldas, sentada a orillas
de nuestro lago, meditando.
Me acerqué despacito y solo acerté a ver su reflejo en el agua, y
cuál no sería mi sorpresa cuando vi......
Me quedé impresionada, ese duende inquieto y revoltoso, era una
preciosa hada, entonce me di cuenta, de que solo veíamos a Iri en su
exterior, y que tenía un interior maravilloso que nos estábamos perdiendo.
Desde entonces, la miré con otros ojos, aunque ella siguió con sus
trastadas, sus bromas y sus frases burlonas,pero nunca más se me
olvidó su luz interior.
Iri, con todo mi cariño.