Keira se plantó delante de mí y con una percha en la mano me dijo: “Mamá…Percha…Armario”.
Se me pusieron los ojos como platos, hasta ese momento decía palabras sueltas como mamá, papá, agua, leche, llaves… Pero estaba delante de su primera “frase” y además con palabras difíciles.
Empecé a decirle más frases y empezó a repetirlas y ahora no hay quien la pare, es toda una parlanchina y es divertidísimo hablar con ella.
En aquel momento pensé que seguramente hacía tiempo que podía haber empezado a hablar, pero supuse que simplemente no le apetecía o no se sentía del todo segura para soltarse.
Para mí lo importante es que todos hablemos y nos sintamos cómodos con lo que decimos, no importa cuanto tiempo necesitemos.
Saludos, abrazos y besos para tod@s de Juanma y Keira (os dejamos elegir)