"Una mañana llegué, dispuesta a abrir la puerta de entrada, normalmente corría hasta quedarme sin aliento para llegar cuanto antes, dentro me sentía tan feliz que no podía desperdiciar un solo minuto, me gustaba exprimir todo el tiempo al máximo, escuchando, leyendo, observando, siempre había alguien nuevo, algo que aprender, algo que probar, algo que entender, algo que compartir, alguien al que saludar después de un tiempo, alguien al que poner al día de tus alegrías, alguien con quien sobrellevar las penas.
Desde fuera todo se veía igual. Abrí sonriente pero algo había cambiado. Que extraño estaba todo. El hogar estaba triste y solitario, algo más frío que de costumbre, el fuego de la chimenea se estaba apagando. Aun se veían brasas pero apenas calentaba. Intenté avivarlo pero las brasas no tenían apenas fuerzas. Me preocupé, ¿qué sería de una casa tan grande con un fuego tan pequeño? Como volvería a templar ese espacio? Por qué no oía risas? Por qué no oía murmullos? Donde estaba todo el mundo? El fuego era calor, era vida, el fuego reúne a la gente, sobre todo en el frío invierno, y te libra de la soledad.
Soplé y soplé, tenía que intentarlo, y de pronto sentí que alguien más soplaba a mi alrededor, y alguien más y alguien más….. y de fondo sonó una tímida sonrisita y una voz susurró, “¡más fuerte, ánimo!” y los soplos se convirtieron en aire, un aire que renovó las cenizas, que se volvieron rojizas, calentaron y se convirtieron en pequeñas llamas y vi que las llamas volvían a calentar la casa, el hogar. Los cientos, miles de soplos se convirtieron en risas y las risas en aplausos y el hogar volvió a ser cálido, el hogar se volvió a llenar de susurros, de confesiones a media luz, de intercambio de experiencias y juegos, de cafés y dulces, de armonía y felicidad compartida."
"Gigoló" (vividora) de la maternidad
¡Va por Queli!
Yo de mayor quiero ser.... EMPODERANTE
¡Va por Lolilolo!