El jueves me llamó para decirme que habían vuelto a ingresarlo. En su voz la noté triste y me explicó que lo habían ingresado porque estaba reteniendo mucho líquido y era incapaz de expulsarlo.
Como daba a luz el lunes, llamé a su casa el domingo por la noche para desearles suerte. Salu estaba en la ducha así que hablé con su marido. Aprovechó para decirme que el padre estaba muy mal, que tenía metástasis en el hígado y estaba sedado pero no le habían dicho nada a Salu porque preferían que estuviese tranquila al entrar en quirófano.
Ayer dio a luz a la pequeña. Hablé con ellos varias veces y parecían más animados.
Por la noche me llamó un amigo común, el padre de Salu había fallecido la noche anterior al parto, pero nadie le había dicho nada.
Su madre no había podido llorar la muerte de su marido por acompañar a su hija en el parto, su hermana estaba rota y su marido se sentía fatal por hacer teatro delante de ella.
Por unas horas ese hombre no ha conocido a su primera nieta. Por unas horas mi amiga no ha podido despedirse de su padre, ni tan siquiera hoy que lo han incinerado ha podido estar a su lado porque los puntos se lo impedían.
Es lo más duro que pueda vivir una familia, chicas, esa mezcla de sentimientos encontrados que hacen que el día más feliz de tu vida se torne el más triste.
No me cogen el teléfono así que no sé si debería pasarme por la clínica a ver a mi amiga o dejarla que descanse, ya que creo que la situación sobrepasa al que sea.
ME siento muy triste, mucho. Quería tanto a ese hombre, era muy amigo mío. Acababa de jubilarse y aún iban alumnos suyos de hace 20 años a visitarlo.
Donde quieras que estés, un abrazo enorme, José María.