Al final tuve que dar el primer paso (como siempre), y sorprendentemente me pidió que cambiara , así que aluciné. Le dije que vale, que estoy dispuesta a recapacitar, pero que si él no es capaz de cambiar su comportamiento cuando se enfada, por qué iba yo a tener que cambiar mi forma de pensar y de actuar. Le dije que pensara en eso también.
Que podía cambiar sobre todo en lo de decirle las cosas a solas, pero que no me exigiera cambios que él no ha estado nunca dispuesto a aceptar.
Y además que le había echado de menos en esos días (al final lo arreglamos el sábado).
Lo de hablar con él largo y tendido es imposible. Hablo yo, (mientras respiro profundamente, que si no me embalo), y él responde con monosílabos.
Joel se ha llevado todo mi cariño estos días (no tenía con quien compartir todo el amor que llevo dentro), así que ya sabe cuánto le quiero, abre los bracitos y me dice TUCHOOOO (es mucho).
Bueno, este es el fín de la historia de momento.
Besitos,
Eva