El niño desconectado
Despegado desde el principio
Imaginad que unos padres, por miedo a malcriar a su bebé o a permitir que les manipule, se resisten a responder a su llanto y llevan a cabo una crianza más distante y con poco contacto. ¿Qué ocurre entonces? El bebé tiene que llorar más fuerte y de forma más molesta para que se satisfagan sus necesidades o rendirse y retraerse. En ambos casos, descubrirá que el mundo de sus cuidadores no le responde. Finalmente, ya que nadie responde a sus señales, aprende a no dar señales. Nota que falta algo en su vida. Se enfada y se vuelve abiertamente hostil o retraído. En el primer caso, no es agradable tenerle cerca, y los padres buscan maneras de evitar al bebé. En el segundo, es más difícil conectar con el bebé y de nuevo, los padres y el niño se disfrutan mutuamente menos.
En ambos casos, será un niño difícil de educar. Llega a pensar que la protección y la seguridad no dependen de nadie excepto de si mismo. Cuando un niño crece pensando que solo puede confiar en si mismo, desarrolla problemas de relación. Puesto que los padres no se permiten responder de forma intuitiva a las señales del bebé, se vuelven menos sensibles, pierden confianza en sus habilidades paternales, otro escenario para problemas de disciplina.
La apariencia despegada
Se puede distinguir al bebé desconectado por su expresión - o falta de la misma. No busca el contacto visual y no suscita esa ternura tan evidente con los bebés conectados. "Parece perdido" es un comentario que oímos en una ocasión acerca de un bebé desconectado. También se puede distinguir al bebé desconectado por la manera en la que permanece erguido, como si estuviera acostumbrado a su silla y no a unos hombros mullidos.
A medida que el niño desconectado crece, pasa mucho tiempo portándose mal, y suele recibir reprimendas constantes; o se desconecta y parece vivir en su propio mundo. A este niño se le considera hosco, un mocoso, un quejica o un mimado. Estos comportamientos indeseables son en realidad estrategias que el niño utiliza para buscar una conexión. El niño desconectado no sabe cómo recuperar un sentido de bienestar porque no tiene parámetros para medir el apego. Tiene dificultades para encontrar una conexión porque no sabe exactamente qué ha perdido. Este panorama resulta en crianza "a parches", puede que empleando mucho tiempo en consultas de terapeutas.
El niño triste
El niño desconectado tiene menos motivación para complacer; no es tan agradable tenerle cerca. Como resultado, los padres desconectados no se sienten satisfechos en el área doméstica, así que buscan sentirse realizados en el trabajo y en relaciones que no incluyan a su niño. El niño y los padres se separan aún más. A diferencia del niño conectado que es una compañía agradable y desarrolla amistades sanas, los compañeros pueden rehuir al niño desconectado. Puede incluso desanimar a las personas que pueden ayudarle a conectar. Los que son emocionalmente ricos se vuelven más ricos, y los emocionalmente pobres se vuelven más pobres.
Con ayuda profesional, los niños y los padres pueden empezar a conectar y adaptarse a un estilo de disciplina que saque lo mejor de cada uno. Requiere mucha energía conseguirlo en un momento en el que es natural que ocurra. Los recién nacidos prefieren ser cogidos más que los niños de 6 o 9 años. La mejor oportunidad para permanecer conectados más adelante es conectarse desde el principio.
http://www.askdrsears.com/topics/attachment-parenting/unconnected-child
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