Título: "la capacidad de cuidar a los otros"
15 de marzo de 2010
La capacidad de cuidar a los otros
Por Ileana Medina Hernández
El concepto de maternidad está indudablemente muy relacionado con la CAPACIDAD PARA CUIDAR A LOS NIÑOS PEQUEÑOS. Una madre puede no haber engendrado, no aportar sus genes, no haber gestado, no haber parido, no haber amamantado... Pero si algo es una "madre", es alguien capaz de querer, cuidar, proteger y educar a sus hijos (también eso es un padre).
La capacidad de cuidar a las personas más frágiles (niños, enfermos, ancianos...) es una cualidad humana de las más importantes -si no la más- que la "civilización occidental" no valora.
En la sociedad moderna lo único importante es la PRODUCTIVIDAD, entendida como capacidad de GENERAR DINERO, y todas otras aquellas actividades que no generan ganancias monetarias, no son prestigiosas. El único valor existente es el valor mercantil (tanto tienes tanto vales).
Los afectos, las emociones, la amistad, la capacidad de cuidado, los placeres, el arte por el arte, la seducción (Baudrillard), la libido, el amor, la autoestima... no tienen precio en el mercado, y por tanto, quedan fuera de la agenda de los políticos, de los titulares de los periódicos y de todas las instituciones creadoras de prestigio social.
El cuidado de los niños pequeños, ancianos y enfermos, ha quedado además, confinado entre las más desprestigiadas tareas: junto a lavar, limpiar, fregar... forma parte de las "tareas domésticas" que nadie quiere hacer, ni siquiera por dinero. Los trabajos invisibles, sin nombre.
Las educadoras infantiles están entre las trabajadoras peor pagadas de la sociedad. Las cuidadoras de la guardería (centro infantil) privada al que acude mi hija cobran un salario de 600 euros al mes, por debajo del salario mínimo interprofesional. La mayoría de las cuidadoras a domicilio de niños y ancianos son mujeres inmigrantes, sin seguridad laboral ni contratos de trabajo en condiciones, en los últimos eslabones del prestigio social. Luego decimos que son trabajos que necesitan vocación, formación, entrega y responsabilidad, pero la sociedad no los remunera ni los valora. (Últimamente han saltado varias noticias de maltratos en centros infantiles -no "guarderías de chinos", sino centros importantes en capitales de provincia españolas- que demuestran que el sistema institucionalizado de cuidados de bebés puede tener siempre graves agujeros.)
¿Cómo es que hemos permitido que las labores más importantes para la sociedad en su conjunto, como el cuidado de niños, enfermos y ancianos -que somos todos en algún momento de nuestras vidas- se convierta en una tarea tediosa, insoportable, aburrida, sacrificada, desprestigiada y mal pagada?
¿Cómo es que hemos desterrado de nuestro hogar toda posibilidad de cuidar de los nuestros, pagando por ello a personas ajenas, que nunca lo harán con el mismo mimo, afecto, respeto?
¿Cómo y cuándo hemos perdido la capacidad de permanecer un par de horas en casa, interactuando con nuestros hijos y/o ancianos, sin desquiciarnos, sin hacer nada productivo, sin salir a consumir, simplemente disfrutando los unos de los otros?
La capacidad de cuidar de los otros se engloba entre las virtudes ancestralmente consideradas "femeninas". Esto es así precisamente porque todo comienza con el cuidado de los bebés. Amamantar, tomar en brazos, acompañar el sueño, ofrecer mirada mientras juegan, acompañarlos, estar disponible... eso es criar. Esto ha sido siempre desdeñado por el mundo masculino, y hoy es también desdeñado por la mayoría de las mujeres, inmersos todos en la dínámica del sistema productivo patriarcal. ¿En manos de quién nos vamos a quedar?
Escucho con frecuencia el consejo "debes respetar a los demás para ser respetado", y pienso que está frase es muy cierta, excepto en el origen de todo: los bebés. Los bebés -que aún no pueden saber respetar, sino que solo necesitan ser satisfechos en sus necesidades- deben ser respetados, para luego poder respetar a los demás. Ahí está el origen de la cadena del amor y del respeto.
Del cuidado, amor y atenciones que reciban los niños pequeños DEPENDERÁ SU CAPACIDAD FUTURA DE CUIDAR, AMAR Y BRINDAR ATENCIONES. El bebé y el niño pequeño que desde el primer día de nacido es amamantado, porteado, tomado en brazos, atendido, acompañado a dormir, cuidado y respetado, será en el futuro un ser humano saciado y paciente, que podrá cuidar, amar y atender a los demás desde adentro, no porque se lo enseñe una asignatura llamada Educación para la Ciudadanía ni una Religión ni porque se lo digan unos padres que no predican con el ejemplo, sino porque estará LLENO de cuidados, amor y sostén emocional, que podrá brindar a los demás.
El trato que la sociedad da a los ancianos, está directamente relacionado con el que da a los bebés. Los bebés que ahora criamos no serán personas capaces de cuidarnos a nosotros cuando estemos viejos. Los criamos para ser competitivos, para llegar a la universidad, para ocupar puestos bien remunerados... pero no para ofrecer su tiempo, su mirada, su escucha, su paciencia y su amor a los otros.
La capacidad de cuidar de los otros es de la misma naturaleza que la generosidad, la empatía, la paciencia, el amor, la entrega, la solidaridad...Es la misma cualidad. Una cualidad "yin" absolutamente escasa en la sociedad de consumo, donde todo ha de ser un bien mercantilizable y gastable rápidamente.
El afecto, el amor, no es algo que sintamos en abstracto, una idea romántica que vibra en nuestro interior. Es algo que hacemos por los otros. Y es una necesidad primaria del ser humano. Todos lo necesitamos, pero estamos cada vez más impedidos para ofrecerlo. Coincido con estos autores en que el afecto, considerado como conducta evolutivamente útil, es todo acto (comportamiento) de ayuda, protección, cuidado, etc., que contribuya a la supervivencia de otro ser vivo. Capacidad de cuidado y amor es lo mismo, no son dos cosas diferentes.
No podemos decir que amamos a nuestros hijos si no cuidamos de ellos, si le dedicamos cada vez menos tiempo y atención, o pagamos a otros para que lo hagan. Tal cosa, mirad por dónde le entra el agua al coco, es lo que han hecho siempre las clases altas con sus descendientes-herederos, cuya misión principal en la vida ha de consistir en multiplicar el patrimonio familiar. Pero un bebé, un niño, solo se sentirá amado por aquel que lo atiende, que le dedica tiempo, mirada y contacto físico; por quien satisface sus necesidades afectivas.
Eso es el amor, la nutrición emocional. Lo que nos convierte en lo que somos y lo que seremos.
"Gigoló" (vividora) de la maternidad
¡Va por Queli!
Yo de mayor quiero ser.... EMPODERANTE
¡Va por Lolilolo!