Nenes... estamos cambiando el mundo!!!
Muchas conductas patológicas actuales son formas de defensa
ante una sensación desolada de abandono materno
· Luis López-Yarto, profesor emérito de Comillas, afirmó que “Vivimos a la
búsqueda de una madre, nos afanamos por encontrar un padre y somos
incapaces de establecer buenas relaciones con nuestros hermanos”
· “El ideal de felicidad impuesto a las personas de nuestro tiempo nos sitúa casi
siempre al borde del fracaso”.
· Los hijos prolongan su estancia en casa y no solamente por razones
económicas. En realidad “a muchos les atenaza el miedo a entrar en una
sociedad para la que nadie es capaz de prepararles del todo”.
· “Nuestra cultura del cultivo personal y la autorrealización, ha provocado con
frecuencia un alarmante descompromiso social”
MADRID (16-03-07).- “La aceleración del cambio”, el narcisismo y la ansiedad
son características que, según el profesor emérito de la Universidad Pontificia
Comillas Luis López-Yarto Elizalde, SJ, describen nuestro tiempo. López-Yarto
impartió la primera conferencia de la segunda jornada del Congreso Internacional
“Trastornos Psicológicos en el siglo XXI”. Durante su intervención, se refirió a tres
hipótesis concretas de la situación actual: “Vivimos a la búsqueda de una madre,
nos afanamos por encontrar un padre y somos incapaces de establecer
buenas relaciones con nuestros hermanos”. “En un mundo de presencia
maternal ansiosamente anhelada –puntualizó López Yarto- amenaza seriamente
una sensación desolada de abandono. Muchas conductas patológicas no son sino
formas de defenderse provisionalmente de ella”.
Con este punto de partida, el profesor emérito de Comillas se detuvo en el
concepto de “desconexión social” y aseguró que “los procesos de urbanización y
especialización parecen haber acabado en una desconexión social profunda”. “La
amistad ya no es sólo algo provisional sino que ha perdido inmediatez. Debe
realizarse a excesiva distancia en la mayoría de los casos”.
Recordando un estudio de Richard Senté, López-Yarto se refirió al fenómeno
de la “familia intensa”. “En lo que toca a la disminución de puntos de contacto,
también él nota que la desconexión existente tiene que ver con los cambios que se
han producido en la familia”. En este sentido, habló de una peculiar forma de “vida
familiar intensa” que “aparece como defensa a la amenazante vida urbana”. Este
tipo de familia se caracteriza porque las interacciones son consideradas “como un
microcosmos”, ya que “no se espera encontrar nada fuera de la familia que no se
pueda encontrar dentro de ella”. Además, “la vida familiar intensa reduce a los
integrantes a niveles de igualdad. Los padres tratan de ser camaradas de los
hijos. Encontramos que la familia intensa es una familia sin madre y también una
familia sin padre”.
López-Yarto se refirió también a los peligros de la búsqueda incesante del
ideal de realización personal. “Perseguir sin más anclajes la realización del
propio yo como ideal de felicidad es lanzarse a la búsqueda de algo difuso, que no
se puede referir a parámetros visibles”. Por ello, consideró que “el ideal de felicidad
impuesto a las personas de nuestro tiempo nos sitúa casi siempre al borde del
fracaso”.
Para el conferenciante, “nuestra cultura del cultivo personal y la
autorrealización, ha provocado con frecuencia un alarmante descompromiso
social con instancias que están más allá de nuestra propia piel. La proclamación
gozosa de que cada uno es responsable de su propio bienestar, libera
sospechosamente del compromiso de implicarse en el bienestar de los demás”.
El padre: líder dimisionario
Otro aspecto de nuestra realidad es la ausencia del padre. “El padre que nos guía
no es en general un líder autoritario; se ha convertido más bien en un líder
dimisionario”. Sin embargo, “una sociedad sin padre es una sociedad sin
suficiente soporte para afrontar los desafíos de un mundo que avanza muy rápido
en complejidad”. Por ello, “quizá ningún personaje de la tragicomedia actual
compete tanto el calificativo de ‘desbordado’ o de ‘saturado’ como al padre
de nuestros días”.
“El desarrollo de la investigación y la ciencia ha sido espectacular (…). El
ciudadano normal está huérfano. Carece de la formación científica suficiente, y lo
sabe. Le dicen que la carrera del progreso le puede conducir a la destrucción final,
pero ni siquiera es capaz de medir los riesgos de la modernización imparable
que se le va imponiendo”.
En nuestro mundo, según López-Yarto, se hace cada vez más trabajoso
“elaborar una identidad personal”. Los hijos prolongan su estancia en casa y no
solamente por razones económicas. En realidad “a muchos les atenaza el miedo a
entrar en una sociedad para la que nadie es capaz de prepararles del todo.
Los hermanos no han desaparecido, sino que nos invaden hasta el infinito”.
Tres problemas son, según las conclusiones del psicólogo, las que imperan
en el mundo actual: andamos “a la búsqueda de una madre acogedora y un
poco asfixiante, de la que también surja el impulso para un día escapar a toda
prisa; carecemos de una figura “coherente de padre, firme, motivadora,
contra la que, a la vez, poder rebelarse sin miedo a destruirla”; y, por último, el
tener que “presenciar impasibles la quiebra de una más cercana y auténtica
fraternidad”.
Sentido del humor
Para ponerle solución, López-Yarto abogó por “recuperar el grupo”. “Necesitamos
el roce del grupo: de un grupo humano en el que es posible dialogar, encontrar una
ubicación satisfactoria, y mantener una identidad personal sin diluirse en un todo
mayor que nosotros mismos. De un grupo en el que emerja con vigor (y sin pudor)
el liderazgo, y en el que se permita que surjan modelos de identificación
abarcables. Un grupo en el que podamos recibir información y podamos establecer
vínculos sin sentirnos desbordados”.
López-Yarto instó a “recuperar la búsqueda de la identidad”. “Quizá si
reconocemos la razón de nuestra inquietud más profunda, podremos encontrar
razones válidas para esperar que una identidad habite en nosotros. Nuestra
cotidianeidad siempre urgente ha perdido de vista que, teniendo tantas necesidades
satisfechas, tenemos sin embargo hambre de sentido”, aseguró. Junto a esa
búsqueda de la identidad, el psicólogo mencionó la necesidad de “volver a adquirir
compromisos” y “reinstalar en nuestros ordenadores interiores el sentido del
humor”.
· OFICINA DE COMUNICACIÓN DE LA UNIVERSIDAD PONTIFICIA COMILLAS-Javier Laquidain – 91 540 62 56 – 610 472 994
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- Psicóloga
Creadora de DormirSinLlorar.com (2004)
Coautora del libro Dormir sin llorar (2014)
Docente en Curso Sueño Infantil para Profesionales en TerraMater.es (2018)
Codirectora en Centro de Estudios Sueño Infantil CESI
Monitora de Lactancia Materna
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