El rincón de la tranquilidad no tiene absolutamente nada que ver con el rincón de pensar, se trata de habilitar un espacio en casa (un rincón, un sofá, una habitación, poner un colchón o cojín en el suelo, lo que sea) para serenarse. Todos pueden usarlo, padres e hijos; en cuanto a los niños, es importante que vayan voluntariamente, si se les manda allí se convierte en un castigo y no se trata de eso.
El que esté a punto de explotar, de gritar o de decir algo hiriente se retira al rincón de la tranquilidad, allí se queda reflexionando y calmándose; los demás tienen que dejar que se tome su tiempo, sin interferir ni interactuar con él hasta que no salga de él.
Lo bueno, que así aprendemos a reconocer nuestro punto de ebullición y a ponerle remedio; lo malo, que desde la ignorancia me parece que desprende cierto tufillo a conductismo.
Hay veces que me voy a la cocina para no ponerme en modo Belén Esteban, pero igual nos vendría bien acondicionar un rinconcito con unos cojines para sentarnos en plan zen o darles unas patadas cuando nos ponemos de los nervios.
¿Qué os parece? ¿Alguna experiencia?
Besos.
Escritora, bloguera, traductora, y un montón de cosas más...
Mi blog: El mundo de Kim