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por Siempremami
#319319 Qué tipo de castigos se pueden hacer a una niña de dos años y medio?, ( el mes que viene los hará).

Esta mañana me ha sacado de mis casillas, la paciencia de tanto usarla hay días que desaparece, y esta niña para lo pequeña que es tiene ya muchas leyes, parece que me tome el pelo, o me lo toma.

Total que esta mañana la dije que estaba castigada sin huevos sorpresa, ( que a veces la compramos), y sin dibujos.

Mi pregunta es que no sé hasta que punto puede ser consciente de lo que significa un castigo, si hago bien en castigarla por ejemplo sin dibujos a la hora de comer, o como ya han pasado unas horas desde que se portó mal, no relaciona el castigo, (yo la explico cuando me los pide porque no sé los pongo).

:roll:

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por m jose
#319323 yo en el momento de hacer lo que sea, lo siento en la silla de reflexion durante dos minutos mas o menos, por lo que tiene que dejar de jugar y asi se va dando cuenta de que ha hecho algo mal, si al levantarse vuelve a lo mismo pues otra vez y asi, pero la verdad es que lo entienden rapido por lo menos el mio, ya mas mayorcito pues lo castgo sin dibus o algo asi pero al principio la "silla" era mejor.
de todas formas no quiero parecer un ogro, tampoco es que lo castigue muy a menudo, solo intento educarlo.

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por Yuziel
#319396 Hasta los tres años no se les debe castigar porque si bien su memoria puede recordarlo de una vez para otra (esto no ocurre siempre, de ahí que hagan una y otra vez las mismas cosas), a veces son más rápidos sus propios impulsos que su mente. Efectivamente, Mónika, como dices, si la castigas a las dos horas de que haya pasado, no tendría sentido porque no sabría relacionar lo uno con lo otro.

Es más lógico que en momento en el que haga algo inapropiado, le expliques que eso no está bien y le des una explicación del porqué (esto es lo realmente importante, explicarles por qué no está bien). Si es algo que pueden remediar (por ejemplo, han caido un poco de agua) acompáñala a coger un papel de cocina para que ella mismo lo seque. Tienes que reflexionar si realmente lo que ha hecho es "tan grave" como para castigarla :roll: (seguro que no). En la mayoría de los casos ocurre que somos nosotras mismas las que por una cosa u otra tenemos el límite de la paciencia mermado ese día.

Busca los artículos de educar con cariño que se explica todo esto mucho mejor que como yo lo acabo de hacer :oops: . Léelos y ponlos en práctica, será mejor para ambos ;-)

Un beso.

QUÉ SUERTE HAY QUE TENER AL NACER.- (SKA-P)

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por Yuziel
#319397 10 FORMAS DE EDUCAR


1-. CONECTESE TEMPRANAMENTE

Es fundamental en una relación sana entre padre y niño. Para saber cómo disciplinar a su niño usted debe conocer primero a su niño. Esta clase del conocimiento reside profundo en las mentes de los padres. Usted le podría llamar intuición, pero ese término tiene una especie de mística que confunde a los padres. “¿Cómo puedo confiar en mi intuición? ¡no sé si tengo!") La "conexión" es más fácil de entender. Con el estilo de cuidar de los niños de alto-contacto llamado Attachement parenting, usted puede construir y reforzar esta conexión entre usted y su niño, colocando la base para la disciplina. Los padres conectados llegan a ser sus propios expertos en su propio niño, así que ellos saben qué conducta es apropiado esperar y cómo transmitir estas esperanzas. Los niños conectados saben que conducta esperan los padres y hacen un esfuerzo de comportarse esta manera porque ellos quieren complacer sus padres. Juntos estos padres y los niños desarrollan un estilo de educación que funciona para ellos. Describimos los instrumentos para conectar con su bebé y niño pequeño para que usted pueda leer su conducta de niño y responder apropiadamente, de forma que los dos den lo mejor de si mismos.


2. CONOZCA A SU NIÑO.

Estos son las palabras más útiles en la educación. Estudie a su niño. Sepa sus necesidades de niño y capacidades en varias edades. Sus técnicas de educación serán diferentes en cada etapa porque las necesidades de niño cambian. Una rabieta en un niño de dos años necesita una respuesta diferente que en uno de ocho años.

Conozca la conducta apropiada para cada edad. Muchos conflictos surgen cuándo los padres esperan que los niños piensen y se comporten como adultos. Usted necesita saber qué conducta es usual para un niño en cada etapa del desarrollo para reconocer la mala conducta verdadera. Encontramos que la educación era mucho más fácil con nuestro octavo niño que con nuestro primer niño, principalmente porque nosotros ahora tenemos un asidero: conocemos que conductas requieren instrucción, cuales la paciencia, y cuales el humor, y las que demandan una firme respuesta correctiva. Toleramos esas cosas que acompañan una edad de niño y etapa (por ejemplo, la mayoría de los niños de 2 años no puede sentarse todavía mucho tiempo en un restaurante), pero corregimos la conducta que es irrespetuosa o peligrosa para el niño o para otros (" Usted no puede subir sobre la mesa").

Vea por los ojos de su niño. Los niños no piensan como adultos. Los niños hacen y piensan locuras—por lo menos por estándares adultos. Usted lo manejará mal si usted juzga una conducta de niño de un punto de vista adulto. Un de dos años que corre hacia la calle es no es desafiante, él sólo quiere coger su pelota. La acción sigue al impulso, sin pensamiento en medio. Un niño de cinco años quiere el juguete de su amigo tanto que lo "pide prestado". Un adulto puede parar y pesar la necesidad, la seguridad, y la moral de un acto, pero de un niño pequeño no.

Nuestro hijo Matthew, era a la edad de dos años un niño que se concentraba con facilidad. El llegaría a ser tan absorto en una actividad de juego que era difícil para él dejarla cuando era hora de salir. Un día cuando él jugaba y era hora de partir (llegábamos tarde para una cita), Martha sacó a Matthew y lo llevó a la puerta. Matthew protestó con una rabieta típica de dos años. Al principio ella sintió el usual "Oye, aquí mando yo" y sentía que estaba justificado esperar que nuestro hijo dejara inmediatamente sus juguetes. Pero cuando Martha llevaba el niño fuera de la puerta, se dio cuenta de que su calibrador de la educación estaba desequilibrado y ella no manejaba las cosas de la mejor manera. Sus acciones eran un resultado de su necesidad de salir, pero ellos no tuvieron en cuenta la necesidad de Matthew de un aviso previo y una transición más gradual. Ella se dio cuenta de que no estaba en la naturaleza de Matthew cambiar engranajes rápidamente, incluso si tuviéramos una hora tope. El no la desafiaba. El era sincero consigo mismo. El necesitaba más tiempo para dejar sus actividades. Así que ella le llevó tranquilamente hacia la ubicación del juego, se sentó con él y juntos dijeron "Adiós juguetes, adiós camiones, adiós coches," hasta que él pudo liberarse cómodamente de sus actividades. Sólo tomó un par de minutos, el tiempo que de otro modo se habría malgastado en luchar con Matthew en el coche. Esto no era una "técnica" o "método"; esta acción disciplinaria evolucionó naturalmente del respeto mutuo entre padre y niño y el conocimiento que Martha tenía acerca de Matthew. Al final de este ejercicio Martha se sentía bien porque había logrado lo que ella quiso - que Matthew saliera de la casa con la menor la cantidad del jaleo. Ella aprendio un método de liberarlo de una actividad sin recurrir a una rabieta. Eso es la disciplina.

Darnos cuenta de cuanto mejor funcionaba la disciplina cuando teníamos en cuenta las necesidades de nuestros hijos fue un punto muy importante para nosotros. Inicialmente, tuvimos que tratar el temor de permitir que nuestros niños nos manipularan, porque habíamos leído, oídos de otros, y crecimos con la idea que los padres buenos tienen siempre el control. Encontramos, sin embargo, que acercar nuestro punto de vista la del niño realmente nos ayudó a hacernos cargo. Conocer a nuestros niños llegó a ser la llave de cómo educarlos. Ellos supieron que estábamos a cargo de la situación porque éramos capaces de ayudarlos a obedecen. Eso no dejó duda en sus mentes y las nuestras de que papá y mamá saben qué es lo mejor.

3. AYUDE AL NIÑO A RESPETAR LA AUTORIDAD,
Hágase cargo de a sus niños. Eso es básico en la educación. Pero ser una autoridad de confianza del niño no viene automáticamente con el trabajo de ser un padre. El niño que al que se le dice que debe obedecer "si no," puede comportarse bien, pero hace así por temor, no respeto. "Honra a tu padre y tu a madre" es una enseñanza sabia y comprobada con el tiempo; no los tema. El honor implica tanto la obediencia como el respeto.

¿Cómo obtiene usted respeto de sus niños? Una figura de la autoridad necesita ser a la vez tibio y sabio. Primero, conéctese a su hijo. Empiece como un confortador del bebé. A hacer esto, usted conoce a su bebé y su bebé confía en usted. El respeto a la autoridad se basa en la confianza. Una vez su niño confía en encontrarle cuando lo necesita, el confiará en usted para poner límites. Un día yo pregunté a una madre por qué ella sentía tan segura como una figura de autoridad. Ella dijo, "mucha de mi seguridad viene de conocer a mis niños." Porque ella entendía a sus niños, ella era capaz de indicarles sabiamente y saber que ellos seguirían. Muchos padres confunden está encargado con está en el control. En vez de controlando directamente a niños, las figuras sabias de la autoridad controlan la situación para hacer más fácil a los niños aprender a controlarse a sí mismos. Los niños responden con la confianza y el respeto genuinos antes que al temor y la rebelión.


4. FIJE LIMITES, PROPORCIONE UNA ESTRUCTURA

Establezca las reglas, pero cree al mismo tiempo las condiciones que hacen las reglas más fáciles de seguir. Los niños necesitan fronteras. Ellos no prosperarán ni sobrevivirán sin límites. Para aprender acerca de su ambiente, los pequeñines deben explorar y deben ser energéticos. Eso es su trabajo. El control ambiental es el trabajo de padres. Esto implica colocación los límites sabios y proporcionar la estructura, que significa crear una atmósfera en el hogar que hace estos límites más fáciles de respetar. La parte de poner límites es decir “no” a un niño que explora que explora que se dirige al problema; la parte de la estructura está en tener un hogar a prueba de niños y proporcionar a las mentes y los cuerpos un lugar seguro para jugar y aprender.


5. ESPERE OBEDIENCIA

Su niño será tan obediente como usted espera, o tan desafiante como usted permite. Cuándo nosotros preguntamos a los padres de los niños obedientes por qué sus niños obedecen, todos contestan, "Porque nosotros los esperamos”. Sencillo como suena, muchos padres permiten que este hecho básico de la disciplina se vaya. Ellos están demasiado ocupados, su niño es "de carácter fuerte;" ellos presentan disculpas: "Es apenas una fase de desarrollo."

Los niños de corta edad no sabne qué conducta es aceptable o inaceptable hasta que usted se lo diga. Una tarde en un restaurante “amigable con niños”, nosotros observamos dos familias que manejan la misma situación en dos maneras diferentes. El niño de dos años y medio en una familia subía incesantemente sobre el respaldo de su silla, y mantuvo esta conducta hasta llegar a ser molesta a clientes cercanos. "Prohibiciones" débiles de los padres no disuadieron al trepador persistente. Era claro que este niño no llegó a tener la menor idea de que subir era una conducta inaceptable. El obtuvo el mensaje, "preferimos que usted no suba, pero nosotros no haremos nada acerca de ello."

Otro niño de dos años y medio obtuvo un mensaje y una conducta diferente, mostrada de forma diferente. El padre se sentó al niño junto a él, se dirigió con frecuencia al niño, y lo mantuvo implicado en la conversación de la familia. Tan pronto como el pequeñín comenzó a subir, el padre inmediatamente lo redireccionó y plantó cortésmente al trepador en su asiento. Con una combinación de distracción creativa y restricción respetuosa, el padre transmitió al niño que esperaba de el que se abstuviese de subir porque subir perturbaría las personas do los sitios cercanos. El niño obtuvo el mensaje de que ningún esfuerzo por subir al asiento estaría bien. El niño archivó esta experiencia en su banco de la memoria, para ser recuperada la próxima vez ellos fueron a un restaurante cuando, presumiblemente, él hizo menos tentativas para subir sobre el asiento.

¿Exhibía el padre en la segunda familia control de la conducta? Sí, pero en el sentido correcto del término. El control abusivo es cuando usted impone forzosamente sus hechos sobre su niño, espera ser obedecido, pero en detrimento de su relación. Cuándo usted insiste en la obediencia y ayuda al niño para obtener el control de él mismo, usted utiliza su poder sobre el niño en una manera buena que ayuda a que él desarrolle los controles interiores. Recuerde, los niños quieren los límites para no sentirse fuera de control, y ellos quieren a los padres para que les paren en esos límites. Ellos van probando los límites para ver si usted los apoya. Cuándo usted no lo hace, el niño está inquieto porque nadie es suficientemente fuerte para contenerle. Para un niño, eso es espantoso.


6. SEA MODELO DE CONDUCTA.
Un modelo es un ejemplo que su niño imita. La mente de un niño creciente es una esponja, empapando experiencias de vida; es una videocámara que captura todo que un niño oye y ve, almacenando estas imágenes en una cámara mental para la recuperación posterior. Estas imágenes almacenadas, especialmente esas con frecuencia repetidas por personas significativas en la vida de niño, llegan a ser la parte de su personalidad—el ser de niño. Así, uno de sus trabajos como padres deberá ser proporcionar materia buena para que su hijo absorba.

"Pero yo no puedo ser perfecto." por supuesto que no. Ningún padre es perfecto. Al escribir este libro, Martha y yo a menudo decíamos, "sabemos todo esto y aún cometemos errores." De hecho, es poco sano ser modelo de perfección—una meta que ni el padre ni el niño pueden alcanzar (aunque muchos se paralizan tratando). Es la impresión general que su niño recibe lo que cuenta, no las pifias ni arrebatos ocasionales. Si un padre está por costumbre enojado, la cólera llega a ser la parte del ser de niño. El niño aprende que esto es la forma en que las personas tratan con la vida. Si un padre es modelo de felicidad y la confianza, con una enojada ocasional, el niño ve un modelo más sano: las personas son felices la mayor parte del tiempo, pero a veces las dificultades le hacen enojar. Usted maneja la situación y vuelve a ser feliz.

Los padres, ustedes, son las primeras personas que su niño conoce. Ustedes son los primeros cuidadores, las figuras de autoridad, los compañeros, masculino y femenino. Usted pone el estándar para la actitud del niño hacia la autoridad, su habilidad de jugar con iguales, y con su identidad sexual. Parte de usted mismo llega a ser parte de su niño. Sí, mucha de la conducta del niño es genética. Más de un padre ha dicho, "El vino construido de esa manera," pero mucho es influido también por los modelos de comportamiento del niño.


7. NUTRA SU CONFIANZA EN SI MISMO

La persona que crece con una imagen de sí mismo positiva es más fácil de educar. Ella piensa en si misma como una persona que vale la pena, y así que ella se comporta de una manera que vale la pena. Ella es capaz de privarse de alguna mala conducta con la voluntad de mantener este sentimiento de bienestar. Cuándo este niño se porta mal, vuelve más rápidamente al sendero correcto, con menos necesidad para de castigo.

No es así el niño con una pobre imagen de sí mismo. El niño que no siente que es bueno no actúa bien. Sus padres no confían en el, así que él no puede confiar en si mismo. Nadie espera que se comporte bien, así que él no lo hace. El ciclo de la mala conducta empieza: más mala conducta, más castigo, que intensifica la cólera de niño y baja el amor propio de niño, produciendo una conducta más mala. De ahí que nuestro enfoque para disciplinar se enfoca principalmente a promover bienestar interior en el niño desde el principio. A través de la vida su niño será expuesto a personas y acontecimientos que contribuyen a su auto-valor y a otros que lo astillan. Llamamos a estos constructores y destructores. Nosotros lo ayudaremos a poner las condiciones para que su niño esté expuesto a muchos más constructores que destructores, y, por supuesto, para ser un constructor usted mismo.


8. FORME LA CONDUCTA DEL NIÑO

Un padre sabio es como un jardinero que trabaja con lo que él tiene en su jardín y decide también lo que él quiere agregar. El se da cuenta de que él no puede controlar las características de las flores, cuando florecen, su olor y el color; pero él puede agregar esos colores que no tiene en su jardín, y él lo puede formar para ser más hermoso. Hay flores e hierbas en cada conducta de niño. A veces las flores florecen tan hermosamente que usted hace ni advierte las hierbas; otros tiempos que las hierbas alcanzan las flores. El jardinero riega las flores, pone guías a las plantas para ayudarlas a crecer rectas, y mantiene las hierbas controladas.

Los niños nacen con algunos rasgos conductuales que o prosperan o se eliminan, según cómo los niños sean atendidos. Otros rasgos se plantan y son alentados vigorosamente a crecer. Tomado enteramente, estos rasgos componen la personalidad eventual de niño. Su herramientas como un padre es las técnicas nosotros llamamos modeladores, las maneras probadas con el tiempo para mejorar su conducta de niño en situaciones diarias. Con ayuda de modeladores usted elimina esas conductas que aflojan a su niño hacia abajo y nutren esas calidades que ayudan a que él madure.

La mayoría del tiempo, formar la conducta de un niño es una reacción de cuando-entonces. (Cuándo la habitación de Billy es un lío, entonces Mamá dice "no más jugar fuera de hasta que se limpie.") Finalmente, el niño interioriza estos modeladores, desarrollando sus propios sistemas interiores de cuando-entonces, y aprende a tomar responsabilidad de las consecuencias de sus acciones. (" Cuando mi cuarto es un lío, no es divertido jugar allí, así que yo mejor lo limpio.") El aprende a formar su propia conducta.

En cada etapa del desarrollo, sus instrumentos de formación cambian, dependiendo de las necesidades de su jardín pequeño. En la sección de educación de este sitio, nosotros le damos tips de horticultura a ayudarle a formar seguramente la conducta de su niño y hacer que su personalidad trabaje para su ventaja, así él será una persona más amable que contribuye al jardín de la vida.


9. CRIE NIÑOS QUE SE PREOCUPEN.

Un niño moral es responsable, desarrollando una conciencia, y es sensible hacia las necesidades y derechos de otros. Un niño moral tiene un código interior del bien y la injusticia que va ligado a su sentido interior de bienestar. En el interior él mismo él sabe "yo me siento bien cuando actúo bien, y yo me siento mal cuando actúo mal." La raíz de es un niño moral es la sensibilidad a su ser y a otros, junto con la habilidad de anticipar cómo una acción afectará a otra persona—y tenerlo en cuenta antes de avanzar. Una de las habilidades sociales más valiosas usted puede ayudar a su niño a desarrollar es empatía—la habilidad de considerar los derechos y sentimientos de otras personas. Los niños aprenden empatía de las personas que los tratan con empatía. Una de las mejores maneras de resultar ciudadanos buenos deberá ser criar a niños sensibles.

A los niños además de enseñarles la conducta responsable hacia los otros y hacia las cosas, también hay que enseñarles a tomar responsabilidad de sí mismos. Uno de los instrumentos más valiosos para la vida usted puede dar a su niño es la habilidad de hacer las elecciones sabias. Usted quiere plantar un sistema de seguridad dentro de su niño que constantemente le recuerda:” piensa lo que estás a punto de hacer”. Aprendiendo a tomar responsabilidad de sus acciones siendo niños pequeños se preparan para hacer las elecciones correctas cuando las consecuencias son más graves. Nuestro deseo es ayudarle a criar niños cuidadosos.


10. HABLE Y ESCUCHE

Comuníquese con su niño de modo que no llegue a ser sordo para sus padres. Las mejores figuras de la autoridad se especializan en la comunicación con niños. La misma orden dada de forma considerada hace la diferencia en si un niño obedece o le desafía. Los educadores sabios saben cómo abrir a un niño que se cerró y considerar la Regla de oro: eduque a sus niños respetuosamente.

Además de aprender cómo hablar a un niño, es igualmente importante aprender a cómo escuchar. Nada gana más puntos sobre un niño (o adulto) más que transmitiendo que usted valora su punto de vista. Estar encargado de su niño no significa ponerle hacia abajo.

Cada uno de éstos puntos de disciplina depende de los otros. Deberá ser una figura de autoridad, un modelo bueno, un modelador de la conducta y maestro de obediencia y no podrá si usted y su niño no están conectado y usted no conoce a su niño. Usted puede saber los principios psicológicos de formar la conducta, pero el modelador no funcionará si usted no se puede comunicar con su niño. E incluso una relación conectada no garantiza a niños disciplinados si usted falla de transmitir su esperanza que su niño le obedezca. Estos diez componentes interdependientes forman la base del enfoque para educar, que proponemos en nuestra página. Póngalos todo juntos, y usted tiene un modelo para criar a niños que son una alegría para estar con ellos ahora y que le harán orgulloso en el futuro.

QUÉ SUERTE HAY QUE TENER AL NACER.- (SKA-P)

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por Yuziel
#319398 5 MANERAS EN LAS QUE LOS PADRES PUEDEN MANEJAR SU ENFADO

1-. CURE SU PASADO “ENFADOSO”:
Ser padre puede ser terapéutico. Puede mostrarle cuales son sus problemas propios y motivarle a arreglarlos. Si su pasado está cargado de ira no resuelta, inicie el camino para curarse usted antes de enfadarse y dañar a su hijo. Lo estudios de muestran que los hijos de madres que demuestran ira con frecuencia, son más difíciles de educar. Identifique problemas en su pasado que puedan contribuir a la ira del presente. ¿Fue usted maltratado o duramente castigado cuando era un niño?.¿Tiene usted dificultad para controlar su genio? ¿Nota usted una falta de paz interior?.Identifique situaciones del presente que le hacen enfadar: un trabajo poco satisfactorio, espos@, usted mismo, los niños. Recuerde que es usted espejo de sus emociones. Si su hijo ve una cara crónicamente enfadada, y oye permanente mente una voz enfadada, esa es la persona que será en el futuro con mayor probabilidad.

2-.MANTENGA LA PERSPECTIVA:
Todos tenemos un botón de “enfado”. Algunos padres son tan proclives a enfadarse que cuando explotan el perro se esconde. Pruebe este ejercicio: en primer lugar divida los malos comportamientos de su hijo en “pequeñeces” (molestias) que no merecen la pena el disgusto de enfadarse, y las cosas “grandes” (ponerse en peligro, dañar a los demás y la propiedad) que demandan una respuesta, para su propia tranquilidad y la de su hijo.

En segundo lugar condiciónese usted mismo para que las pequeñeces no le molesten. He aquí unas “grabaciones” que repetir en su mente la próxima vez que su hijo tire algo:
*estoy enfadado pero puedo controlarme
*los accidentes ocurren
*yo soy el adulto aquí
*me enfado con el hecho, no con el niño
*mantendré la calma y así todos aprenderemos algo

Repita estos ejercicios una y otra vez actuando. Añada algunas líneas para decir:
*ops! se te ha caído
*te alcanzo una toalla
*está bien: te ayudaré a limpiarlo

Notará usted un gran contraste entre esto y lo que oyó de pequeño. También se dará cuenta de que no es tan fácil como parece.

Cuando una pequeñez de la vida diaria se produce, usted estará más condicionado para controlarse. Puede respirar profundamente, alejarse, mantenerse frío, planee su estrategia y vuelva a la escena. Por ejemplo: un niño emborrona pintura en la pared: Usted se ha condicionado para no explotar, usted, naturalmente está enfadado y es útil para usted y su hijo mostrar su desagrado. Usted da como respuesta un no firme pero sin gritar. Usted pide un “tiempo fuera”. Una vez que se ha calmado, insístale al niño (si es suficientemente mayor) en que le ayude a limpiar. Tener el control sobre su ira le proporciona al niño el mensaje siguiente “mamá está enfadada, y con razón. No le gusta lo que he hecho pero me sigue queriendo y cree que soy capaz de limpiarlo solo”

Hemos encontrado que tener un enfado a veces es peor para nosotros que para el niño. Nos deja exhaustos. Con frecuencia es nuestro sentimiento tras el enfado lo que nos molesta más, más que el zapato arrojado al water. Una vez que nos damos cuenta de que podemos controlar nuestros sentimientos más fácilmente de lo que nuestros hijos pueden controlar su comportamiento, seremos capaces de sobrevivir a estas etapas de la infancia, y la vida con nuestros hijos será más fácil. Cuando enloquecemos por un niño, no dejamos que la ira crezca tanto que se convierta en furia contra nosotros mismos por la pérdida de control.

EL CÍRCULO DE LA IRA
*enfado con el niño
*enfado con uno mismo
*mas enfado con el niño por hacernos enfadar con nosotros mismos
*enfadado por estar enfadado

Usted puede romper este círculo en cualquier punto para protegerse usted y su hijo.

3-. HAGA DE LA IRA SU ALIADA:
Las emociones tienen un propósito. La ira sana le encamina a arreglas los problemas, en primer lugar porque no dejará el comportamiento de su hijo sin corrección y en segundo lugar porque no le gusta como su mal comportamiento le molesta. Esta es ira útil. Yo siempre he tenido una tolerancia muy baja para los chillidos de los niños. A la edad de 15 meses nuestro octavo hijo, Lauren, desarrolló un chillido que destrozaba los oídos, que hacía subir mi presión arterial como un cohete. O bien mi tolerancia estaba disminuyendo, o bien mis oídos se habían vuelto más sensibles con los años, pero el girito de Lauren pulsaba mi botón de enfado. No me gustaba mi hija por ello, ni me gustaba yo por no gustarme mi hija. Hubiera sido más fácil manejar el problema si yo no hubiera estado enfadado. Pero porque estaba enfadado y me di cuenta de que esto afectaba a mi actitud hacia Lauren, me sentí encaminado a hacer algo con sus gritos, que yo consideraba un comportamiento malo que no encajaba en su , por otra parte, encantadora personita. Así que en lugar de mantener el foco sobre lo mucho que odiaba esos sonidos, lo puse en las situaciones que producían esos chillidos, e intenté anticiparme a esas situaciones. Descubrí que cuando Lauren se aburría, estaba cansada, hambrienta o ignorada, chillaba. Es una personita que necesita una respuesta rápida, y sus chillidos la obtenían. Mi enfado me motivó a encontrar soluciones “para-chillidos”. Me convertí en un padre más sabio, y Lauren un bebé más agradable. Esto es ira útil.

La ira se vuelve dañina cuando no se entiende como una señal para arreglar la causa. Usted la deja crecer hasta que le disgustan sus propios sentimientos, usted y la persona que causa que usted se sienta así. Pasa usted su vida en una batalla por pequeñeces, que hubiera podido ignorar o grandezas que hubiera debido arreglar. Esta es ira dañina.

4-.DEJE DE DARSE PALIZAS:
A menudo la ira crece en el interior así como hacia el exterior, sobre algo que a usted no le gusta, pero como reflejo, después de gastar un montón de energía en la emoción usted se da cuenta de que la situación como está ahora es mejor para todo el mundo. Esta visión no hace empequeñecer, y nos ayuda a disolver futuras llamaradas. Nuestra frase para las equivocaciones irritantes es: nadie es perfecto, la naturaleza gana de nuevo.

5-. ESTÉ PREVENIDO PARA SITUACIONES CON ALTO RIESGO DE DESENCADENAR IRA:
¿Está usted en una situación vital que le enfada? si es así, está usted en riesgo de desahogar su ira con si niño. Perder un trabajo o experimentar un evento con similar pérdida de autoestima, le puede hacer enfadar, con razón. Pero tenga en cuenta que eso hace más fácil que comportamientos de otra manera tolerables de los niños “pequeñeces”, le lleven al límite. Cuando uno está enfadado las pequeñeces se convierten en grandezas. Si es usted repentinamente víctima de una situación que le lleva a estar enfadado, ayuda el preparar a su familia:”quiero que entendáis que papá puede estar preocupado de ahora en un par de meses. He perdido mi trabajo y estoy muy nervioso por ello. Encontraré otro y todo volverá a estar bien, pero mientras, si alguna vez me enfado, no es que no os quiera, sino que tengo problemas conmigo mismo”. Si usted no “vuela su techo” es sabio pedir disculpas a sus niños (y esperar disculpas similares cuando ellos pierden los papeles):”discúlpame pero estoy enfadado, y si no parezco racional o sensible es porque estoy luchando, no es por tu culpa. No me he vuelto loco por ti”. También ayuda ser honesto con uno mismo, reconocer su vulnerabilidad y mantenerse en guardia hasta que el problema causante del enfado se resuelva. Siempre habrá problemas en nuestra vida que no podemos controlar. A medida que nos convertimos en padres más expertos- y personas- aprendemos a darnos cuenta de que la única cosa en nuestras vidas que controlamos son nuestras propias acciones. Como usted maneje su ira puede funcionar en su favor o en contra suya y de su hijo.

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por Yuziel
#319399 EL NIÑO DE DOS AÑOS Y MEDIO A CINCO: aprender a comportarse

aprender a comportarse

A los adultos les resulta muy dificil convivir con los niños. De hecho, la verdadera razón por la que todo el mundo se muestra tan interesado por la disciplina al principio de la infancia no es porque los niños pequeños sean tan malos, sino porque el mundo de los adultos los encuentra agotadores. Los niños son ruidosos, sucios, desarreglados, olvidadizos, descuidados, consumen tiempo, son exigentes y siempre están presentes. A diferencia de las visitas que se quedan más tiempo, nunca se marchan de casa. No se les puede aparcar en una estantería durante unas semanas cuando se tiene un trabajo extra o una afición absorbente; ni siquiera se los puede ignorar, como pasa con los animales de compañía mientras se tumba el domingo a tomar el sol, porque tienen la infalible capacidad para hacer que los adultos se sientan culpables. Los rasgos de culpabilidad que provocan los niños son peores que los cuencos de cereales volcados sobre el suelo, los amigos mordidos o las paredes rayadas con pintalabios. Amar a los niños (como hacen casi todos los padres) magnifica el dolor que producen, así como el placer. Amados dificulta incluso el admitir que a veces son un verdadero fastidio.
Es importante poder admitido, al menos para sí misma y preferiblemente también ante su pareja o ante otra madre o padre. Todos tenemos días en los que escuchamos nuestras propias e incordiantes voces diciendo continuamente «No», «Ya basta», «No hagas eso» y en los que también escuchamos los sombríos silencios que se producen entre los estallidos. Todos pasamos por momentos en que apartamos a los niños de los objetos, o los objetos de los niños con un poco más de la fuerza necesaria, en los que tratamos a nuestros hijos de formas que recordamos de nuestra propia infancia y que juramos evitar, y en los que odiamos a esos niños por hacemos tan odiosos. Ayuda el saber que ésas son cosas que les suceden a todos los padres y ser conscientes de que no están causadas por delitos específicos de los niños, sino por una irritación general con su naturaleza infantil. Y ayuda a sus hijos porque si no pueden ser infantiles a los dos o a los cuatro años,
- ¿cuándo podrán serlo? La ayuda a usted al impedirle llegar a la conclusión de que sus hijos son especialmente desobedientes, indisciplinados y malcriados, echándose por tanto sobre sí la culpa por considerarse una mala madre o un mal padre, que es la mayor trampa de la culpabilidad. Y recuerda a todo aquel que entre en contacto con su hijo que no le aplique una etiqueta como niño problemático, que tan facilmente se convierte en una profecía que se cumple a sí misma. Dígale a un niño que es sucio y malhablado y él procurará ponerse a la altura de esa imagen, porque probablemente la compartirá y hará que también la compartan sus maestras en la escuela. Pero aténgase a la verdad de los hechos: que es muy pequeño, que la vida en familia resulta a veces dificil, que no es usted una persona perfecta y que no debería esperar sedo, y las cosas irán mejorando. Puede "estar segura porque lo único seguro es que, a medida que pase el tiempo, su hijo
se hara mayor.
La socialización que preocupa a padres y niños, que los transforma de bebés en niños muy pequeños, se centra en el dominio de sus propios impulsos y cuerpos y, en consecuencia, en el control de sí mismos dentro de los confines familiares del hogar o del cuidado diario y en relación con los miembros de la familia y las cuidadoras a las que ama. Una vez que los niños han alcanzado suficiente autonomía de ese tipo y están preparados para entrar en la infancia, ya estarán listos para salir de ese pequeño círculo. A partir de ahora, el niño necesitará cada vez más del mundo externo en el que se halla situado el hogar y, en consecuencia, es ahora cuando tiene que empezar a comportarse de formas que le permitan ser aceptado por personas no pertenecientes a la familia. Cada sodedad cuenta con innumerables expectativas con respecto al comportamiento de diferentes personas bajo circunstancias distintas, y nadie esperará que un niño de tres años las satisfaga todas al mismo tiempo. A pesar de todo, estos años de la primera infancia son el período ideal para reconciliarse con lo que se esperará de ellos en el futuro, así como para practicar los comportamientos que constituyen una prioridad social en estos momentos.
Los niños pequeños aprenderán casi cualquier cosa que los adultos traten de enseñarles porque desean saberlo todo. Desean saber, particularmente, cómo comportarse porque quieren ser como ustedes y complacerlos. Procuren que el proceso no se vea afectado por una palabra de carga tan pesada como «disciplina», con todos sus espectros relacionados, como la «desobediencia» y la «falta de sinceridad». Ese proceso debería ser siempre interesante y a menudo agradable, tanto para usted como para el niño.
Si les gusta su hijo, y si además de amado se sienten complacidos por haber realizado hasta el momento un buen trabajo como padres, quizá puedan pasar por su infancia sin pensar siquiera en la «disciplina». Si pueden hacedo así, háganlo. La ausencia de reglas y normas en el hogar no significa que sean ustedes negligentes. Su hijo experimenta distintos estados de ánimo y ustedes también. El niño comete equivocaciones, como ustedes y a veces hace lo que desea, en lugar de lo que debiera, como todo el mundo. Para poder llevarse bien en la vida, procuren tratarse unos a otros como seres humanos, y es posible que eso sea lo único necesario. Si las cosas funcionan de ese modo, no se moleste en leer este capítulo, destinado únicamente a los millones de padres que necesitan de una seguridad más estructurada con respecto a que sus hijos no se les «escaparán de las manos», o que ya experimentan la sensación de tener algunos problemas con la disciplina.
Los diccionarios definen la palabra como «enseñar reglas y formas de comportamiento mediante la continua repetición y el ejercicio», ya una persona disciplinada como alguien de cuya «obediencia no se duda». Pero no es eso lo que la mayoría de los padres modernos entienden por disciplina. Puede insistirse en la obediencia instantánea y en las buenas maneras formales, comprobar que su hijo se comporta como se le ha dicho y que teme disgustados. Pero nada de todo eso ayudará a que se comporte bien, se mantenga a salvo o sea honesto cuando no esté usted presente para decide lo que tiene que hacer. N o va a estar siempre a su lado. Los buenos padres son los que se van apartando lentamente de esa tarea.
Aunque todos los padres experimentan momentos en los que desearían que sus hijos les «obedecieran al instante», de tal modo que decides: «Siéntate y estáte quieto» produjera unos niños quietos y silenciosos, la única clase de disciplina que realmente merece la pena es la auto disciplina que algún día le permitirá hacer y comportarse como debe cuando no haya nadie para decide lo que ha de hacer o incluso observar si no lo hace. Aparte de la necesidad inmediata de mantenerlo a salvo, decide a un niño lo que debe y no debe hacer sólo es un medio para alcanzar ese fin. Sus continuas exhortaciones e instrucciones sólo son las materias primas, que sólo adquieren valor añadido una vez que él las asume y las convierte en sus propias instrucciones, en parte de su conciencia.
Aprender los rudimentos de la auto disciplina exige mucho más tiempo que los años de la primera infancia. Algunos niños no la adquieren a tiempo para mantenerse firmes a través de los trastornos de la adolescencia. El autocontrol de algunos individuos sigue siendo rudimentario, de tal modo que incluso como adultos nunca pueden confiar del todo en sus propios juicios de valor o control de sus impulsos. Cuando el niño era un bebé usted tuvo que ser él, actuar por él en todas aquellas formas en que no podía hacerlo por sí mismo, y en pensar por él cuando ni siquiera sabía pensar. Al convertirse en un niño pequeño, tuvo usted que combinar el permitirle empezar a ser él mismo con la conservación de un control total sobre su seguridad y aceptabilidad social. Ahora que ya es un niño en edad preescolar, está preparado para empezar a aprender a cuidar de su propia seguridad y aceptabilidad social. Le enseñará a comportarse en innumerables situaciones y circunstancias diferentes y le ayudará a comprender que todas esas formas diferentes de comportamiento se resumen en algunos principios básicos y vitalmente importantes, como la sinceridad o la amabilidad. A medida que-aumente su comprensión, irá usted retirando su control, paso a paso, confiando en que sea él mismo quien aplique los principios aprendidos porque hacerlo así ya no es una cuestión de obedecerle, sino de ser fiel a sí mismo.

«Mostrar» al niño cómo debe comportarse es clave porque el niño imitará ~ el comportamiento que le dé usted con su ejemplo, antes que adaptarse a lo que usted le diga. De hecho, si existiera un vacío de credibilidad entre lo que usted dice y lo que hace, él hará lo que usted haga, al margen de lo que le diga, así que tenga cuidado con las técnicas disciplinarias anticuadas como «devolver el mordisco» a los niños que muerden. El «cómo» también es un concepto importante porque a los niños les resulta mucho más facil comprender y recordar instrucciones positivas que negativas: es decir, recuerdan mejor lo que deben hacer antes que lo que no deben, y prefieren la acción a la inacción. Procure decirle: «Así» en lugar de «Así no», y decir «Sí» y «Adelante» al menos con la misma frecuencia con la que diga «No» y «Basta».
Cada padre es diferente y desea que sus hijos se comporten de formas, diferentes, pero hay algunas reglas básicas que pueden aplicarse en todos h sistemas de valores:
. «Haz a los demás lo mismo que te gustaría que hicieran contigo.» Su hijo no le ofrecerá mucha más amabilidad, consideración y cooperación de :.. que usted le ofrezca a él y es muy probable que reproduzca su misma forma de hablar (tanto buena como mala) y muchas de sus mismas actitudes. Aqui; no hay estándares dobles. Si usted siempre está demasiado ocupado para ayudarle a resolver un rompecabezas y le grita cuando tropieza accidentalmente con su pie, él no le ayudará a poner la mesa ni le perdonará fací!mente cuando el peine le tire de los cabellos enredados.
Procure recompensar el buen comportamiento y no el malo. Eso parece: algo evidente, pero no lo es tanto. Si se lleva al niño de compras y lloriquea pidiendo dulces, quizá decida comprárselos para tener paz. Pero si no llora para pedir los dulces, ¿recibe alguna recompensa agradable, ya sea el;¡ forma de dulces o con una excursión especialmente entretenida en Su': compañía?
. Recuerde que la atención adulta actúa como una recompensa y que los niños pequeños a menudo prefieren contar con una atención malhumorada, antes que con ninguna. Procure no adoptar una actitud sigilosa en sus relaciones con la farniIia. Si no hace caso de su hijo cada vez que está tranquilamente ocupado y sólo le presta atención cuando debe, estará recompensándole por molestar y castigándole por ser un placer.
. Procure ser positiva, además de clara. Ni siquiera las instrucciones positivas son muy eficaces si no son claras: «Compórtate» parece una instruccion:. positiva, pero no tiene significado alguno para un niño de esta edad. Lo que en realidad quiere decirle es: «N o hagas nada que no me guste», lo que es una orden imposible de cumplir porque él no sabe lo que no le gusta ; usted.
. Aparte de situaciones de emergencia en las que los razonamientos deban esperar para más tarde, dígale siempre por qué debe comportarse (o no) de determinada forma. No tiene por qué entrar en explicaciones complicadas para cada pequeña petición que le haga, y mucho menos en una discusión. pero si insiste en decirle «Porque lo digo yo», no podrá encajar esa instrucción concreta en la pauta general de «cómo comportarse» que se esúchando en su mente. «Vuelve a dejar esa pala donde estaba», le dice. ¿Por qué? ¿Porque es peligrosa, sucia, se puede romper, o porque quiere estar segura de encontrarla en el mismo sitio la próxima vez? Si le dice que pertenece a los obreros de la construcción a los que no les gusta que otros cojan sus cosas y las trasladen de sitio, también podrá aplicar ese mismo pensamiento a otras ocasiones. Pero si le dice: «Haz lo que te digo», no le esta enseñando nada.
. Reserve las negativas para las verdaderas reglas. Decirle al niño que no haga cosas sólo es eficaz cuando usted desea prohibirle una acción concreta de una vez por todas. Si sólo quiere prohibirle un determinado comportamiento ahora, en estas circunstancias concretas, será mejor darle la vuelta y expresarlo positivamente. Por ejemplo: «No me interrumpas mientras hablo» es inútil, porque hay muchas otras ocasiones en que desea usted que la interrumpa, para decirle, por ejemplo, que las patatas ya están hirviendo, que su hermana llora o que necesita ir al servicio. Es mucho mejor decirle: «Espera un momento a que hayamos terminado de hablar». Las negativas concretas se convierten en reglas. Mientras las reduzca a un mínimo es muy
probable que el niño las acepte con facilidad, sobre todo si le explica las razones. Dígale: «No subas nunca a ese árbol porque no es seguro. Si se atiene a ello y no le permite arriesgarse «ni una sola vez», ese árbol en particular se reconocerá como algo prohibido. «No cruces nunca la calle sin ir acompañado por un adulto», es otra regla útil para un niño de tres o Cuaatro años, que él aceptará siempre y cuando no lo envíe al quiosco de la esquina. a comprar el periódico porque la calle es pequeña.
Las reglas son muy útiles para mantener a salvo a un niño pequeño aunque, cuando esté en juego su seguridad, no puede confiar en su autodisaplina para que le obedezca, sin supervisión), pero no tienen mucha importancia a la hora de enseñarle a comportarse porque son demasiado rígidas e inflexibles como para ser útiles en la vida cotidiana. Así pues, intente que las reglas sean temas definitivos, aquí y ahora, y evite transmtirle reglas sobre temas de principios que le importarán durante toda su vida.
Evidentemente, no pueden enseñar al niño a comportarse si ustedes
mismos no estan seguros d e como deberia comportarse a gente, asl que es importante ser coherentes con sus propios principios. Su hijo no es un animal de circo al que se le enseña a responder siempre ante una señal determinada con un ejercicio en particular. Es un ser humano, enseñado a responder lo mejor que pueda ante una amplia variedad de señales, lo que implica el darse cuenta de que, a veces, las circunstancias alteran las situaciones. Aunque animar a un niño de dos años a dibujar en una pizarra colgada de la pared de su dormitorio hará que sea más probable que dibuje en las paredes del salón, es muy posible que a la edad de cuatro años, si los adultos se toman el tiempo para explicarle y comentar las cosas con él, termine por comprender dónde es correcto dibujar y dónde no. Los dulces repartidos generosamente en Navidad no le hará esperarlos una vez terminadas las fiestas y el permiso para saltar sobre la cama de la abuela no le hará olvidar que en su cama de matrimonio está prohibido ponerse a saltar.
Confie en que su hijo tiene buena intención, incluso cuando no la tenga. Si tiene la sensación de que siempre hay un adulto pendiente de él, preparado para corregido o darle instrucciones, probablemente no se molestará en pensar demasiado en lo que debe o no debe hacer. Dentro de los límites propios de su edad y de su fase de desarrollo, procure traspasarle toda la responsabilidad que pueda sobre su propio comportamiento y hacerle sentir que confia en él.
Si tiene que ir a casa de unos amigos, por ejemplo, no lo agobie con instrucciones tan estrictas como «Recuerda dar las gracias» y «No olvides limpiarte los zapatos al entrar». Si está dispuesta a dejado ir, también debe estado para permitirle que se haga cargo de sí mismo. Sus exhortaciones no le ayudarán a comportarse con amabilidad, sino que sólo le harán sentirse incómodo con la simple idea de ir.
Cuando se equivoque, y especialmente cuando tenga la sensación de ha ber sido injusto, admítalo. No permita que su falsa dignidad de adulto le impida demostrarle cuál es la forma correcta de comportarse. Hasta cierto punto, él la toma como modelo, por lo que es importante pedirle disculpas. Suponga que lo acusa de haber roto un vaso y no le cree cuando el lo niega. Mas tarde descubre que se ha equivocado. Según lo que usted trata de enseñarle, le debe a l niño una sincera disculpa. No hay forma de evitarlo, de salvar la cara. Usted se equivocó, fue injusta y se negó a creerlo cuando le estaba diciendo la verdad. Se le pide que la perdone por ello, el la respetará más, no menos.





PROBLEMAS DE COMPORTAMIENTO
Si piensa realmente en la «disciplina» como una cuestión de demostrarle a su hijo cómo comportarse, descubrirá que la mayoría de los «problemas de comportamiento» son en realidad de madurez, antes que de moralidad, y
que la mayoría de los temas problemáticos de disciplina se pueden resolver con facilidad. Un relativo nivel de comportamiento que «busca atraer la atención», por ejemplo, es una forma normal de responder ante la atención
racionada que recibe el niño por parte de adultos siempre muy ocupados. Si se puede aumentar la ración de atención agradable que le dedica, él no tendrá que llamar la atención para que usted le regañe.

DESOBEDIENCIA:
Probablemente la obediencia instantánea e incuestionable permitió a los padres victorianos de las familias numerosas llevar una vida pacífica, pero no puede producir niños capaces de pensar por sí mismos y, en consecuencia, de cuidar de sí mismos desde una temprana edad. La diferencia quedó nítidamente ilustrada cuando tres niñas pequeñas fueron secuestradas en un coche frente a su escuela. Una cuarta niña corrió a su casa y dio la voz de alarma tan rápidamente que el coche fue localizado y detenido y las niñas volvieron a estar en sus casas antes de una hora. Uno de los turbados padres preguntó: «Cariño, ¿por qué te fuiste con ese hombre en el coche? Siempre te hemos dicho que no vayas con personas extrañas». Con los ojos muy abiertos y una mirada de reproche, su hija le contestó: «Pero es que ese hombre me dijo: "Tu padre me ha dicho que vengas conmigo en seguida. Me ha enviado para recogerte". Así que me fui con él porque siempre me has dicho que debo hacer lo que tú digas». La niña que dio la voz de alarma fue interrogada por la policía: «¿Qué te hizo correr a casa en lugar de irte en el coche con tus compañeras?», a lo que la pequeña contestó: «Mi papá y mi mamá siempre me han dicho: "¡Piensa!". Así que pensé que si papá hubiera querido que fuéramos con él, habría venido a buscamos y que aquel hombre dijo que un papá le había enviado a buscamos, pero cada una de nosotras tenemos papás diferentes. Entonces pensé que sería mejor preguntárselo a mi mamá y eché a correr».
Si se deja de lado la cuestión de la «obediencia» y la «desobediencia», y en lugar de eso se piensa en lograr la cooperación del niño, se solucionan muchas cosas. A veces, el niño no hará lo que usted desea porque quiere hacer algo diferente. No se irá a la cama porque antes quiere terminar su juego. No es la desobediencia lo que causa el problema, sino un simple conflicto de intereses. En lugar de gritarle: «Haz lo que te digo ahora mismo», encuentre un compromiso, como: «Bueno, pero sólo cinco minutos más». En otras ocasiones no hará lo que usted desea porque no lo ha comprendido. Si se le dice que permanezca sentado ante una mesa hasta que se haya terminado de comer, quizá quiera levantarse en cuanto haya terminado su plato. N o había comprendido que usted se refería a cuando todos terminaran de comer. No la ha desobedecido, sino que simplemente no la había comprendido. A veces no hará lo que usted desea porque se dispone a fastidiarla. Siente ganas de demostrarle su independencia. Se siente revoltoso. Si le dice que no toque su libro nuevo, eso será lo primero que hará. De entre todos los ejemplos expuestos, éste y sólo éste es verdadera desobediencia. Se trata de un intento deliberado de provocarla y el éxito que tenga dependerá probablemente del daño que haya causado. Si ha arrancado la cubierta, se sentirá usted furiosa con él. Eso es una realidad. Él mismo se sentiría enfadado si usted hubiera estropeado algo suyo; su acción ha provocado una reacción humana universal. Pero el triste daño causado es lo que merece el regaño, no la «desobediencia». Si no ha causado verdadero
daño es mejor quitarle importancia al asunto y negarse a ponese a la altura de la provocación: «¿Te he dicho yo que hagas precisamente lo único <F te había pedido que no hicieras? Debes tener ganas de hacer tonterias”¿Dónde está la discusión que él andaba buscando?
Los niños viven en un mundo dificil de controlar, y en el que a menudo se les acusa de causar una u otra clase de daño. Negar una cosa mal hecha, por tanto, es la clase de mentira que les suele causar problemas. Su hijo rompe por error la muñeca de su hermana. Enfrentado al hecho, lo niega. Probablemente se enfada más con él por haber mentido que por el estropicio.
Si cree usted que el niño debe confesar cuando haya hecho algo mal, facilítele las cosas: «Esta muñeca está rota. Me pregunto qué habrá ocurrido. De ese modo, es más probable que diga: «Yo la he roto. Lo siento», que si le dice: «Has roto esta muñeca, ¿verdad, chico malo y descuidado?». Si el niño admite algo, ya sea porque usted lo obliga a ello o por iniciativa propia, procure no abrumarlo con expresiones de enfado o con castigos. La situación no acabará bien si pretende usted conseguir las dos cosas. Si desea que le diga cuándo ha hecho algo mal, no puede enfurecerse con él. Si se pone furiosa, él sería un estúpido si se lo dijera la próxima vez, ¿verdad?
A veces contar cuentos también causa problemas a algunos niños. Los que están en la edad preescolar no suelen saber diferenciar la realidad de la fantasía, o lo que desearían que hubiese ocurrido de lo que realmente ocurrió. Aceptan felices los cuentos sobre el conejo de Pascua, al mismo tiempo que tienen un conejo de peluche propio y nada mágico; no ven que haya contradicción alguna entre ambos.
Si está dispuesta a leerle cuentos de hadas y ayudarle a disfrutar de los Reyes Magos, no es razonable regañarle por mentir cuando llegue de un paseo contando una complicada historia sobre cómo se ha encontrado con un león y le ha sacado una astilla de la pata. Disfrute con la historia. Esa clase de fantasías no son mentiras en el sentido moral del término.
A veces los padres se preocupan porque sus hijos no parecen tener consideración alguna por la verdad. Quizá les oigan hablar del inexistente vestido nuevo de mamá, o anunciar que se sintieron muy malla noche anterior cuando no fue así, o decirle a un amigo que salieron para ir a una cafetería cuando no lo hicieron. Hay muchas razones que explican esta clase de conversación casual e inexacta, pero una muy importante es que los propios niños oyen decir esas cosas a sus padres. Los adultos mienten por tacto, amabilidad o deseo de no herir los sentimientos de otras personas, o para ahorrar tiempo. El niño los escucha. La oye a usted mostrarse de acuerdo con la vecina y lamentarse del mucho calor, cuando poco antes le ha dicho lo mucho que le agrada el calor. Si no le explica las razones de estas pequeñas mentiras inocentes, no cabe esperar que comprenda por qué él no puede exagerar o falsear nunca las cosas y usted sí.
Si el niño cuenta muchas historias inventadas y añade muchos detalles ficticios a lo que cuenta de la vida cotidiana, hasta el punto de que no puede usted estar segura de qué es verdad y qué no, ha llegado el momento de aclararle por qué importa la verdad. No caiga de nuevo en el error de decirle que contar mentiras es «malo». En lugar de eso, cuéntele la historia del pastor que gritaba: «¡Que viene el lobo!». Es un buen cuento y disfrutará oyéndolo. Indíquele que al no saber si lo que él le cuenta es cierto o no, tal vez no sepa cuándo le ha ocurrido algo realmente importante, o cuándo se ha sentido realmente enfermo. Lleve toda la conversación de modo que él tenga la sensación de que lo único que le importa a usted es que diga la verdad porque se preocupa por él y porque quiere estar segurá de que cui



da apropiadamente de sí mismo, de que se trata más bien de una cuestión de exactitud de la comunicación, antes que de «ser bueno».

ROBO
, Muchos niños en edad preescolar, sobre todo los que no tienen hermanos. mayores que les dicen continuamente: «¡Eso es mío!», tienen un sentido
vago de los derechos de propiedad como de la verdad. En la familia habrá muchas cosas que pertenecerán a todos, otras que serán de alguien en particular, pero que se pueden prestar, y unas pocas que serán «posesiones reservadas
que sólo pertenecerán a su dueño. Fuera de la familia también hay
complicaciones. Es correcto conservar la pequeña pelota encontrada entre
los arbustos del parque, pero no lo es quedarse con el dinero. Está bien traer a casa la pintura que se ha hecho en la escuela, pero no un paquete de plastilina. Se puede coger un folleto de una tienda (aunque no todo el contenido de la caja), pero no un paquete de sopa. Hasta que no sea capaz de comprender esto, no sirve de nada transformar en un tema moral el hecho ~ que el niño pequeño coleccione cosas que llamen su atención. No obsante, tampoco se puede afrontar el tema con frivolidad porque, incluso a los tres o cuatro años, los demás pueden considerarlo como un robo y armarán un gran jaleo.
Le será útil separar el tema de principios de las complejidades del comportamiento cotidiano. Hable de lo primero y establezca algunas reglas. como guía para lo segundo, como: no traigas nada de la casa de nadie sin pedir permiso. Pregúntale siempre a un adulto si puedes quedarte con algo que hayas encontrado. Nunca cojas nada de una tienda mientras un adulto no te dé el permiso para hacerlo. Procure no ser demasiado moralista con, respecto al dinero. Si el niño le coge algo del bolso, deténgase un momento
a pensar qué le habría dicho si se hubiera tratado de un lápiz de labios y luego dígale lo mismo sobre el dinero porque, para él, es lo mismo. Es un tesoro. Sabe que el dinero es precioso porque les ha escuchado hablar de él y ve que lo cambian por cosas agradables. Pero para él es como una de esas fichas que se ponen en ciertas máquinas. No tiene concepto alguno de lo que es el dinero real.
El niño que no hace más que coger cosas, comportarse como una urraca o coleccionar las posesiones de los demás en el fondo de un cajón, es muy posible que tenga problemas emocionales. Quizá intente, de una forma simbólica, tomar algo que no tiene la sensación de que se le dé, y ese algo de lo que carece quizá sea amor y aprobación. En lugar de mostrarse furiosa y alterada, y de hacerlo sentirse desdichado, intente ofrecerle lo que de verdad necesita. Si no puede y él continúa robando, probablemente sería sensato buscar ayuda profesional, antes de que el niño alcance la edad de ir a la escuela. Es mucho más Facil calificar a un niño de «ladrón» que quitarle esa etiqueta.
Última edición por Yuziel el Mar, 17 Mar 2009, 16:14, editado 1 vez en total

QUÉ SUERTE HAY QUE TENER AL NACER.- (SKA-P)

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por Yuziel
#319400 DISCUSIONES Y NEGOCIACIONES

, Todos los niños buscan evasivas cuando se les pide que hagan algo que no desean hacer. Puede ser enloquecedor hablar con un niño que no quiere
escuchar, o que dice «Está bien», pero no hace nada. Todavía es más irritante que un niño discuta ante cada sugerencia, petición o instrucción que se le hace. La vida sería corta si sólo tardáramos cinco minutos en convencer a un niño de cuatro años de que necesita ponerse zapatos para salir a la calle, y otros cinco minutos para conducirlo hasta la puerta... Pero vale la pena pensar en lo enloquecedor que tiene que ser para un niño pequeño, que ocupa un lugar tan bajo en la jerarquía familiar, que se le pueda interrumpir de lo que esté haciendo y que casi todos los adultos con los que se encuentra puedan darle órdenes. Un poco de toma y daca mutuo, basado en haz con los demás lo que te gustaría que hicieran contigo, ayudará mucho más que los gritos. Tambien ayuda ser consciente de que a muchos niños' pequeños les resulta difícil la transición de una actividad a otra. Necesitan numerosos avisos de que se acerca el momento de comer. de salir e de acostarse, así como mucho tiempo extra para empezar a moverse.

Algunos niños, sobre todo los muy inteligentes cpatan en seguida en seguida :a idea de que si usted desea que hagan algo que ellos no quieren hacer dJsponen de un cierto poder de negociación. En lugar de irse en silencio a su para cambiarse la camisa sucia. su hijo tal vez le pregunte: .Si me pongo la camisa limpia porque tú quieres, ¿me darás las pinturas porque yo quiero?». Lamentablemente, algunos padres la frecuente ímpresión de que eso es, de alguna forma, «descarado-. Creen tener derecho a decirle lo que tiene que hacer y no desean admitir que él tiene el mismo derecha «¡Haz lo que te dice tu madre y no discutas!., ruge el padre. Realmente volvemos al tema de la obediencia inmediata.Negociar es una forma muy útil de intercambio humano, como bien ha descubierto cada sociedad adulta a lo largo de la historia. Pero es evidente que usted terminará por hartarse si el niño siempre intenta obtener algo a cambio de cada cosa que se le recuerda que haga, sobre todo si es responsabilidad del niño, no de usted. ¿Por qué habría usted de pagar por eso? Procure limitar las negociaciones a las peticiones excepcionales o aquellas que sean inusualmente aburridas para el niño y luego úselas por iniciativa propia, en lugar de esperar a que sea siempre él quien las proponga.

PROBLEMAS CON EL TRATO
Hay una cierta ironía en el comportamiento de los niños pequeños: cuanto más se preocupe usted por un tema, sea cual sea, más esfuerzos hará por cambiado y tanto más empeorará la situación.

Por esa razón resulta más facil convivir con los niños cuando los adultos adoptan una actitud positiva con respecto a su comportamiento, al asumir que tienen buena intención, observar cuándo hacen bien las cosas, comprobar que comprenden lo que se desea de ellos en diferentes circunstancias y recompensar el buen comportamiento, de modo que se motive más de lo mismo. Los padres convencidos de que sus hijos se portan especialmente mal, o a los que parientes y cuidadoras así se lo dicen, se arriesgan a deslizarse hacia una forma negativa de tratados, que es lo opuesto a todo eso. La disciplina negativa se centra en el mal comportamiento, lo espera, lo vigila y lo castiga para motivar el cambio, pero lo único que consigue es más y más de lo mismo.

La idea del castigo formal encaja mejor con la de «disciplina» que con la de «aprender a comportarse». Las personas mayores, que saben cómo comportarse pero que no siempre están dispuestas a hacerlo así, quizá se vean persuadidas por los costes de una transgresión de las reglas, como una multa por aparcar en doble fila. Pero estas consideraciones no siempre son eficaces con los adultos y nunca con los niños pequeños, incapaces de sopesar los castigos futuros en comparación con los impulsos del presente. La única sanción fiablemente eficaz con niños menores de cuatro años o incluso de cinco es la desaprobación de los demás. Sea cual fuere el «castigo» que elija al enfadarse, es su enfado el que castiga. Y si esta afirmación la hace reír porque su hijo no hace más que poner a prueba los límites en una fase especialmente desafiante, piense en cómo reaccionaría ante un castigo formal anunciado de dos formas diferentes. El castigo consistiría en no tomar helado por la tarde. Dígaselo así con un tono natural y alegre, y verá como probablemente lo aceptará con una actitud impasible. (¿Toma habitualmente helado por la tarde? ¿Desea tomar especialmente helado por la tarde? ¿que merienda se le va a dar?) Pero si le dice enojada: «Ya está bien. Por lo que acabas de hacer, no tendrás helado esta tarde», lo más probable es que se ponga a llorar o tenga una rabieta. Tanto si esperaba o deseaba helado como: si no, lo que no desea es que usted se enfade con él..
Probablemente hizo esa afirmación enojada sobre el helado dejándose arrastrar por el acaloramiento (justo) del momento y eso ha tenido el efecto deseado de dejar bien claros sus sentimientos. Pero lo mismo sucedería si hubiera hablado de esos sentimientos: «Realmente, no disfruto con este paseo porque te portas como un estúpido, así que creo que será mejor volver a casa». El problema con la versión del helado es que cuando llegue el momento de la merienda ya habrá pasado mucho tiempo y se habrá olvidado todo el asunto. Pero para atenerse al castigo impuesto, tendrá que volver z sacar a relucir todo el episodio y, de hecho, castigado una segunda vez lo que habrá sido mucho más inoportuno si él se ha mostrado especialmente encantador y ha estado dispuesto a ayudada desde entonces.
Su desaprobación o enfado es la sanción más efectiva. Si eso la conduce a un «castigo» inmediato y espontáneo, de modo que el niño vea con claridad que ha sido su comportamiento el que lo ha provocado, el castigo puede fortalecer lo que usted intenta transmitirle. no hara cola para comprarle el helado cuando él se porta tan mal. así que no tiene helado ahora mismo. Así, ha sido su comportamiento de ahora el que le ha privado de el helado en lugar de ser «castigado» por ello. No puede permitir que siga cogiendo paquetes de las estanterías del supermercado, así que lo coge y lo pone en el carrito. Ha abusado de su libertad y, de ese modo. la ha sacrificado. ¿Son esas acciones de castigo? Lo serían si se llevaran a cabo de una forma fria y calculada y, como castigos fríos y calculados, probablemente no tendrian efecto. Pero como reacciones genuinas ante una situación inmediata son los resultados directos de las propias acciones desconsideradas del niño y ése es el único tipo de castigo eficaz.
Los castigos más comunes que se derivan del acaloramiento del momento (palmetadas en el trasero, gritos e insultos) no son el resultado directo de las acciones del niño y no son efectivos, aunque es posible que lo parezca en ese momento. Si su hijo hace algo realmente irritante come trastear con el televisor, el perro o el bebé) y ha intentado decirle que no le haga, lo ha apartado, lo ha distraído y a pesar de todo él vuelve a las andadas, gritarle o darle una palmetada hará que se detenga (y es posible que vea usted aliviados sus sentimientos) y quizá tenga la impresión de que eso ha sido mejor que esas otras técnicas. Pero al haber herido sus sentimientos y haberle golpeado en la mano le ha hecho llorar sin haberle enseñado con ello a trastear y sin evitar que vuelva a hacerlo de nuevo.
Parece evidente que darle a un niño una palmetada cada vez que hace algo mal le enseñará a no hacerlo. Pero ¿a no hacer qué? Ser «malo” en la primera infancia es un asunto complicado. Puede significar hacer algo peligroso para sí mismo (como cruzar la calle corriendo) o peligroso para otro (como apoyarse sobre el cochecito del bebé para mirar) o realizar toda una serie de cosas que (predeciblemente o sólo hoy) irritan, azoran o decepaonan a los adultos. Recibir una palmetada puede indicarle a un niño que ha hecho algo mal, incluso indicarle lo que ha hecho mal hoy, pero no le dici nada sobre lo que habría sido correcto y, ciertamente, no le inducirá a hacer un mayor esfuerzo por complacerla. Dar palmetadas a los niños no puede enseñarles a comportarse y la prueba es que una vez que el niño empieza a ser castigado de ese modo, recibirá palmetadas durante toda su niñez. De hecho, precisamente porque son tan inefectivos, los castigos físicos tienden a incrementarse. La mayoría de las travesuras del niño están provocadas por el impulso y el olvido. Hoy se ha pasado usted casi toda la tarde diciéndole que no corra por encima del macizo de flores. Le dice que salga de entre las flores pero como él está tan entusiasmado corriendo, se ríe y no le hace caso. Finalmente le da una palmetada, él se pone a llorar y entra en casa. A: día siguiente, nuevamente alegre y al aire libre, vuelve a hacer lo mismo..
Lógicamente tiene que volver a pegarle, sólamente que esta vez más duro. Una vez que se ha dejado atrapar en este círculo vicioso en particular, la palmetada de este año se transforma facilmente al año que viene en un verdadero golpe propinado con fuerza.
La investigación demuestra que los niños a los que se ha pegado no
recuerdan la razón por la que se les ha castigado. Los castigos físicos los dejan tan molestos e impotentes que continúan sintiéndose demasiado furiosos como para escuchar las explicaciones o lloran demasiado fuerte come para oírlas. Preguntados por qué se les ha pegado, los niños de cuatro y cinco años suelen contestar: «Porque te enfadaste».Así pues, no recurra a les castigos físicos para enseñar buen comportamiento a su hijo. No podrá obtener la cooperación que necesita simplemente mediante el uso de su fortaleza física superior.


Tenga cuidado también con su forma de utilizar su superior fuerza emocional. Los castigos diseñados para hacer que los niños se sientan estupidos o sin dignidad son tan inefectivos y emocionalmente peligrosos como los de tipo físico. Si le quita a un niño los zapatos porque echó a correr, o le obliga a ponerse el babero del bebé porque se ha manchado la ropa con comida, hace que se sienta impotente, sin valor alguno y totalmente incapaz de aprender las lecciones del crecimiento que trata de enseñarle. Si comer de forma desaseada le causa un verdadero problema de lavanderia.._lo que necesita es que le facilite la forma de comer. ¿Necesita quizá un cojin en esa silla ahora que ya ha dejado de utilizar la silla alta? ¿Se le permite utilizar los dedos, además de la cuchara?
Si trata de enseñar verdaderamente a su hijo a comportarse (en lugar ~ darle «su merecido» por su mal comportamiento), no tendrá ninguna necesidad de hacerle daño físico (sobre todo en estos primeros años), porque eso no hará sino inducirlo a escucharla menos y no más. La alternativa efectiva a castigar a los niños que se portan mal, de modo que se sientan mal, consiste en recompensar a los niños que se portan bien, de modo que se sientan bien. El niño aprenderá algo de las inevitables explosiones que ocurren cuando ambos han acumulado una determinada cantidad de tensión. cuando demuestra usted su descontento si él se porta mal, pero aprendera sobre todo cuando se vea alabado y felicitado por haberse comportado como usted desea.

Del mismo modo que el elemento principal de cualquier castigo es la desaprobación del adulto, el principal elemento de cualquier recompensa es la aprobación del adulto. Una recompensa le dice al niño: «Te amo, te apruebo, te aprecio, me gusta estar contigo». Las cosas tangibles, como dulces o regalos pueden transmitir esos mensajes, pero también las sonrisas, alabanzas y abrazos. Las recompensas de un niño, como sus castigos, son a menudo el resultado directo de su propio comportamiento, que le ha permitido a usted sentirse de buen humor: «Hemos pasado tan rápidamente la revisión del equipaje porque me .ayudaste a hacer la maleta, así que ahora disponemos de tiempo para tomar un refresco».
A veces, sin embargo, pueden ser muy útiles los sobornos materiales o, si le parece menos inmoral, los premios. Los niños pequeños poseen un sentido muy claro y sencillo de la justicia y son muy estrictos en cuanto a la buena voluntad de la gente. Si tiene que conseguir que el niño haga algo que detesta, otrecerle un premio por ello puede tener el efecto doble de conseguir que merezca la pena cooperar, al tiempo que se da cuenta de que está usted de su parte. Imagine, por ejemplo, que. hace una tarde muy calurosa y él está disfrutando en la piscina portátil. Se ha quedado usted sin patatas y tiene que ir a la tienda. No puede dejarlo porque no hay nadie más en casa. ¿Qué hay de malo en un simple soborno propuesto sin malicia?
«Sé que preferirías quedarte en casa, pero no podemos porque tengo que ir a comprar patatas, así que tendremos que salir. ¿Qué te parece si de regreso pasamos por la tienda para ver si ya tienen aquel nuevo vídeo de cuentos? ¿Te ayudaría eso?» Es un soborno, pero también una negociación perfectamente razonable.
A veces, ofrecerle un premio supone toda una diferencia para un niño que tiene que hacer algo que le resulta realmente desagradable, como que le pongan unos puntos en la cabeza. No es el objeto lo que importa (siempre y cuando no se trate de algo que esperaba de todos modos), sino el tener algo agradable que le espera después de esos malos y escasos minutos. Sin embargo, procure que esta clase de premios no se vea condicionada por el buen comportamiento. ofrecer un premio “si no arma ningún jaleo” lo pone bajo una considerable tensión. Quizás necesite armar jaleo. Y necesita saber que usted lo apoyará sea cual sea su comportamiento.

Todo el mundo sabe que los niños consentidos son una desdicha para si mismos y para los demás y la mayoria de la gente supone que reflejan el escaso buen juicio de los padres. Pero poca gente se detiene a pensar que hace considerar a un niño como “consentido”, o que le han hecho los padres para que sea así. cono consecuencia de ello , el consentido es como un espectro que acosa a los padres, que viven con el temor de escuchar esa palabra para referirse al niño o a su forma de tratarlo. Algunos llegan incluso a retirarle deliberadamente regalos “porque no queremos que sea un consentido”

Eso es una mala interpretación. Consentir no tiene nada que ver con gratificación y diversión, sino con intimidación y chantaje. No se puede consentir al niño por hablarle,jugar o reír mucho, por ofrecerle muchas sonrisas, abrazos e incluso regalos, siempre y cuando se los ofrezca porque desea hacerlo así. El niño no será- consentido porque compre usted dulces en el supermercado o le ofrezca quince regalos para su cumpleaños. Pero si puede serlo si aprende que tiene capacidad para chantajearla y obligada a echarse atrás, después de tomar la decisión de no comprarle dulces, por medio de una rabieta en público, o para conseguir cualquier cosa de usted limitándose a seguir y seguir. El niño más «consentido» que conozca quizá no obtenga mucho más, e incluso menos, que la mayoría de los niños, pero lo que consigue lo obtiene por medio de la intimidación ejercida sobre sus padres, en contra de su buen juicio. Consentir es el resultado de haberse desviado el equilibrio de poder dentro de la familia.

Los niños necesitan que los adultos tengan el valor de mantener sus propias convicciones y de establecer límites o trazar fronteras para ellos, dentro de las cuales sepan que están a salvo y que se sienten bien. Los límites no son algo que los adultos imponen a los niños. Todos tenemos que respetar los límites que marcan nuestro espacio con respecto al de otras personas, a veces tanto literal como figuradamente. Los niños necesitan de límites adicionales, trazados por padres y cuidadoras, que les mantengan a salvo mientras aprenden a permanecer a salvo por sí mismos, que los controlen mientras aprenden a auto controlarse, y que les impidan perder su propio espacio o penetrar en el de otras personas mientras aprenden las lecciones de la vida socializada, como «haz a los demás lo que quieras que te hagan a ti».

Los límites sólo son tales si los niños no pueden transgredirlos. Y sólo ofrecen una libertad de acción segura si saben que no pueden traspasarlos. Los padres que dicen que sus hijos no permanecen dentro de los límites suelen confundir la obediencia (que depende de la cooperación del niño,
con los límites, que no dependen. Si establece un límite, procure que el niño no pueda traspasado. Si la frontera del jardín es el límite de su espacio de juego, por ejemplo, no espere a que abra la puerta delantera para regañarlo y castigarlo. Ponga, ya desde el principio, un trozo de alambre enrollado en el picaporte para evitar que la abra.Si no está dispuesta a hacer lo que haga falta para que se cumpla una limitación, es mejor no imponerla. A veces los padres dicen que no pueden hacer cumplir un límite, cuando en realidad quieren decir que las acciones necesarias para ello suponen demasiado esfuerzo por su parte. Los niños cuyos padres tienen la intención de limitarles el tiempo que ven la televisión a un programa u horario concretos deben de ver millones de horas «extra» de televisión cada semana, pero esos mismos padres no se sienten capaces de afrontar el enfrentamiento que supondría desconectar el apaarato. Si no está seguro de que merezca la pena imponer una limitación, no la establezca, aunque su suegra le diga que debiera hacerlo. Es mucho mejcr para el comportamiento de su hijo (y para su temperamento) que se le permita ver dos horas de televisión, antes de que se le imponga ver una sola hora, pero luego vea otra hora más que estaba prohibida.
Algunos niños parecen pasar por distintas fases cuando están decididos a ir mucho más allá de la débil capacidad de los padres para controlarlos y mantener la calma. Si le resultara especialmente exigente asegurarse de que su hijo, o cualquier niño en concreto, permanece dentro de los límites impuestos, procure imponer la menor cantidad posible de limitaciones y que cada una se refiera a un tema que realmente le preocupe a usted. De ese modo se sentirá lo bastante motivada como para hacerla cumplir, sin preocuparse por el resto.A medida que los niños pequeños empiezan a verse a sí mismos como individuos entre otros individuos, se preocupan por la extensión en la que
pueden controlar a esos otros, además de a sí mismos. Se trata por tanto de una fase de edad en la que son comunes los juegos de poder. El niño pondrá a prueba los límites de su influencia y tratará de aumentarla, del mismo modo que pone a prueba y ejercita sus músculos.Es correcto que el niño descubra que ejerce alguna influencia sobre la gente y que practique ese ejercicio, ya que no podría crecer si se mantuviera totalmente impotente y dependiente. Pero también es importante no permitirle arrollar el poder de sus padres mediante la intimidación o el agotamiento conseguidos con una continua actitud quejosa. Necesita aprender formas aceptables de afirmar su propio poder o de influir sobre las cosas a su modo personal.
Procure reaccionar más positivamente ante el razonamiento y el encanto que ante las lágrimas y las rabietas. Aunque su control todavía es muy limitado, lo que desea es que su lijo empiece a darse cuenta de que será más facil convencerla que asustarla contestando afirmativamente a cualquier petición.

Anime al niño a participar en los procesos de toma de decisiones que le afectan. Es muy importante que pueda decir lo que opina, aunque no se salga con la suya. A medida que se haga mayor descubrirá lo que se permite a otros niños de su edad, oirá hablar de programas de televisión que nunca ha visto y, en general, tratará de obtener nuevos privilegios. Como quiera que se trata de temas nuevas, no dispondrá usted de respuestas preparadas. No se sienta presionada a responder lo primero que se le ocurra. Comente la situación con su pareja y con el niño, así como con otras cuidadoras o miembros de la familia si le pareciera adecuado. Tanto si la cuestión se resuelve tal como deseaba el niño o en su contra, éste sabrá que los adultos de su mundo se ponen de acuerdo y que él también tiene la oportunidad de hablar.
Demuestre a su lijo que trata usted de equilibrar los derechos de ambos, del mismo modo que procura equilibrar los derechos de su hermana y también los de él, o los de su pareja y los de usted misma. Todos conviven y la otra cara de la compañía es que todos tienen que respetar el espacio de los demás y, a veces, hasta desplazarse un poco para concederle a alguienen más espacio extra cuando lo necesita temporalmente. Su hijo no siempre le hará lo que usted desea. Y usted no siempre tendrá que ceder a sus deseos.. Los choques tienen que solucionarse entre los dos. Si usted desea leer y él quiere salir a dar un paseo, es evidente que hay un problema. Analícelo con capacidad. Si simplemente no soporta la idea de dar un paseo ahora, digáselo así. Es mejor rechazado antes que seguido arrastrando los pies, con la sensación de ser una mártir, lo que a él le imposibilita disfrutar del paseo. Pero si cree que él tiene tanto derecho a dar un paseo como usted a leer, procure llegar a un compromiso de media hora para cada uno y siéntase con todo el derecho de insistir en que él también cumpla con su parte del trato.
Ayude al niño a comprender los sentimientos de los demás. Cuanto más consiga interesado por cómo se siente usted y otra gente y qué similares son esos sentimientos a los que él mismo experimenta, tanto más sensible será a ellos. Comprender los sentimientos de los demás constituye la raíz del desprendimiento y, en consecuencia, es lo contrario al consentimiento. En cuanto surja una oportunidad, aprovéchela. Hable con él sobre lo que sintió la niña de al Iado cuando le robaron la bicicleta. Si él dice con tranquilidad que se puede comprar otra, señale que los padres desean comprar a menudo cosas para sus hijos, pero que no siempre se lo pueden permitir. Al hacer planes familiares, permita que se entere de las dificultades de disponer fiestas y vacaciones para que todas las personas implicadas obtengan lo que más les haga disfrutar. Puede ayudarle incluso a comprender que aunque sería injusto para él que le sirviera cada noche la col que tanto detesta, también es injusto para su padre que no sirva usted nunca lo que resulta ser su verdura favorita.
En esta fase de su vida los niños anhelan conversación con los adultos e información de todo tipo. El niño disfrutará mucho mientras usted no convierta esa clase de enseñanzas en un conjunto de conferencias, impulsadas en cada caso por un pequeño mal comportamiento. Le está concediendo el honor de hablar de sentimientos con él, así como de otras cosas. Le está ayudando a realizar la tarea apropiada para su edad de situarse en el lugar del otro. Y llama su atención hacia todo un ámbito de experiencias que quizá no haya observado todavía por sí mismo. Cuanto más lo pueda hacer, antes y más claramente terminará por comprender que es una persona muy importante y muy querida en un mundo poblado por otras personas igualmente importantes.

QUÉ SUERTE HAY QUE TENER AL NACER.- (SKA-P)

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por Siempremami
#319423 Gracias :fl


Entre varias de las cosas que pasaron esta mañana, la última fue que cuando nos íbamos a hacer unos recados, tiró juguetes al suelo, en la entrada y se los mandé recoger, no me hizo ni pu------ caso, me cansé de decírselo, hasta que yo los recogí.

Es pequeña , pero pienso "si cedo en todo, la enseñará bien? " :roll:

También tengo que confesar que esta mañana estaba especialmente cansada, nerviosa, agobiada...etc, etc :oops:

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por Loes
#319671 A los niños tan pequeños los castigos no les suelen valer porque todavía no son capaces de asociar. Alex es algo mayor que ella y sigue sin enterarse de qué va el tema.
Para que recojan los juguetes, a esta edad no te vale decirle sólo que los recoja, tienes que ponerte tú con ella a "predicar con el ejemplo", a la vez que le dices algo que para ella sea fácil de entender, como que las cosas que están por el suelo, viene el barrendero y las tira a la basura o algo así (en mi caso Alex esto lo entiende porque le llama mucho la atención el típico barrendero que va por las calles con el escobón y el carrito recogiendo lo que hay tirado por las aceras).
Cuando ya se ha portado mal, el castigo tiene que ser en el momento, pero creo que tampoco vale dejarla sola "pensando" porque tampoco se enteran... Es mejor quedarse a su lado e intentar reflexionar: qué has hecho? has tirado cosas al suelo? has hecho daño a tu hermano? y eso está bien o está mal? etc...
Y desde luego, si estás cansada, nerviosa, agobiada, procurar que no lo capten, porque si gritas, te enojas o pierdes los papeles, al final pierdes credibilidad, cuando son algo mayores ya no te toman en serio (yo lo sé por experiencia por mi santa madre :mrgreen: ). Así que ya sabes, castigos, reflexiones, lo que sea, pero todo de buen rollito!!!

Lucía, mamá de Alexander (14-06-2006) y Eric (17/06/2009)

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